El libro de las mil noches y una noche. Anonimo
que se fría el pescado". Y el visir contestó: "¡Oh Emir de los Creyentes! dámelo y yo mismo lo freiré". Pero el califa repuso:
"Por la tumba de mis padres y de mis ascendientes, nadie más que yo ha de freír este pescado".
Fué a la choza en que vivía el jeique Ibrahim y empezó a buscar por todas partes, hasta que encontró los utensilios de cocina y todos los ingredientes: sal, tomillo, hojas de laurel y otras cosas semejantes. Se acercó al hornillo y exclamó: "¡Oh, Harún recuerda que en tus mocedades te gustaba andar por la cocina con las mujeres y te metías a guisar.
Ha llegado el momento de demostrar tus habilidades. Cogió la sartén, la puso a la lumbre, le echó la manteca y aguardó. Y cuando hirvió la manteca echó en la sartén los peces, que ya había limpiado, escamado y untado con harina.
Bien frito el pescado por un lado, lo volvió del otro con mucho arte, y cuando estuvo a punto lo sacó de la sartén y lo puso sobre grandes hojas de plátano. Después fué al jardín a coger limones y los puso cortados en rajas sobre las hojas de plátano. Entonces se lo llevó a los invitados y se lo puso delante. Y AlíNur, DulceAmiga y el jeique Ibrahim se pusieron a comer, y cuando hubieron acabado, se lavaron las manos, y AlíNur dijo: "¡Por Alah! ¡oh pescador! nos has hecho un gran favor esta noche".
Y echó mano al bolsillo, sacó tres dinares de oro de los que le había dado generosamente el joven chambelán y se los tendió al pescador, diciéndole: "Perdona ¡oh pescador! si no te doy más, porque ¡por Alah! si te hubiese conocido antes de los últimos acontecimientos que me han ocurrido, podría haber arrancado para siempre de tu corazon la amargura de la pobreza. Toma, pues, esos dinares, que son los únicos que mi actual situación me permite darte".
Y obligó al califa a tomar el oro que le alargaba, y el califa lo tomó y se lo llevó a los labios, y después a la frente, como para dar gracias a Alah y a su bienhechor por aquel donativo, y luego se metió los dinares en la faltriquera.
Pero lo que quería ante todo el califa era oír a la esclava cantar delante de él, de modo que le dijo a AlíNur: "¡Oh dueño y señor! tus beneficios y tu generosidad están sobre mi cabeza y sobre mis ojos, pero mi más ardiente deseo se realizaría, gracias a tu bondad, si esta esclava tocase algo en ese laúd que a su lado veo y me dejase oír su voz, que debe ser admirable. Porque me encantan las canciones acompañadas con las melodías del laúd, y son lo que más me gusta en el mundo".
Entonces AlíNur dijo: "¡Oh DulceAmiga!" y contestó ésta: "¡Oh mi señor!" Y dijo Alí Nur: "Por mi vida, si la estimas en algo, te ruego que cantes para complacer a este pescador, que tanto desea oírte". Y Dulce Amiga, al oír estas palabras de su enamorado AlíNur, cogió el laúd en seguida, pulsó las cuerdas, ejecutó un preludio que hubo de encantar a todos los presentes, y después cantó estas dos estrofas: ¡La joven esbelta y flexible tañía el laúd con las delicadas yemas de sus dedos, y al oírla voló mi alma!
Sonó su voz, y los sordos recobraron el oído, y los mudos rompieron a hablar de pronto, diciendo:"!Oh, que encanto el de esa voz!"
Y DulceAmiga, después de haber cantado esto, siguió pulsando el laúd con arte tan maravilloso, que enloquecía a los que allí estaban. Después sonrió y cantó estas otras dos estrofas: ¡Con tu pie, joven grácil pisaste nuestro suelo, que se estremeció de placer, al mismo tiempo que la claridad de tus ojos disipaban las tinieblas de la noche! ¡Oh mancebo querido!!Cuando te vuelva a ver he de perfumar mi morada com almízcle, resina de olor y agua de rosas!
Y DulceAmiga cantó tan admirablemente, que el califa llegó al límite del placer y se apasionó de tal modo, que no pudo reprimir el arrebatado entusiasmo de su alma, y exclamó: "¡Por Alah! ¡Por Alah!" Y AlíNur le dijo: "Pescador, ¿te ha encantado la voz de mi esclava y su arte de pulsar las cuerdas armoniosas?"
Y contestó el califa: "Sí, ¡por Alah!"
Entonces AlíNur, no pudiendo reprimir su costumbre de dar a los amigos todo lo que les gustaba, dijo: "¡Oh, pescador! ya que tanto te entusiasmó mi esclava, he aquí que te la ofrezco y te la regalo, como obsequio de un corazón generoso que nunca recogió lo que dió una vez. Toma, pues, la esclava. ¡Tuya es desde ahora!" Y AlíNur se levantó inmediatamente, cogió su manto, se lo echó al hombro, y sin despedirse siquiera de DulceAmiga, se apercibió a abandonar el salón y a dejar que el supuesto pescador tomase libremente posesión de la esclava.
Entonces DulceAmiga, dirigiéndole una mirada llena de lágrimas, le dijo: "Oh mi dueño AlíNur! ¿Vas a repudiarme de este modo? Detente por favor un momento, sólo para que pueda despedirme de ti. ¡Oye, Alí Nur!" Y DulceAmiga recitó amargamente estas dos estrofas: ¿Vas a huir de mí ¡oh sangre pura de mi corazón! Cuando tu sítio está en este corazón herido, entre mi pecho y mis entrañas? ¡Ah! ¡Te suplico ¡oh tú, el Clemente sin límites! Que reúnas a los que se separaron! ¡Que repartas,oh Generoso tus benefícios entre los hombres!
Y terminada su lamentación, DulceAmiga se aproximó a AlíNur y le dijo:
El día de la separación, al despedirse de mí, llorando lágrimas ardientes me dijo:" ¿Qué harás ahora, lejos de mí? Y yo contesté: ¡Oh! ¡Pregúntaselo mas bien a quien se queda a tu lado!
Al oír estas palabras se impresionó mucho el califa, creyéndose causante de la separación de los dos jóvenes.
Y
sorprendiéndole la facilidad con que AlíNur le regalaba aquella maravilla, dijo: "Explícate ¡oh joven! y no temas confesármelo todo, pues tengo tanta edad que podría ser tu padre: ¿temes ser detenido y castigado por haber robado acaso a esa joven, o piensas cedérmela por tus deudas?" Entonces le contestó AlíNur: "¡Por Alah! ¡Oh pescador! a esta esclava y a mí nos ha ocurrido una aventura tan asombrosa, y somos víctimas de desdichas tan extraordinarias, que si se escribieran con una aguja en el ángulo interior del ojo, servirían de lección a quien las leyera con respeto". Y el califa dijo:
"Apresúrate a contarnos detalladamente tu historia, pues acaso esto sea para ti causa de alivio y hasta de socorro, ya que el consuelo y el auxilio de Alah siempre están cercanos.
Entonces AlíNur dijo: '"iOh pescador! ¿Cómo quieres que te lo relate, en verso o en prosa?"
A lo cual respondió el califa: "La prosa es un bordado de sederías y los versos hilos de perlas". Entonces dijo AlíNur: "He aquí por lo pronto el hilo de perlas". Y entornando los ojos, bajó la frente e improvisó estas estrofas: ¡Oh amigo mío! ¡El reposo ha huido de mi lecho! Al verme tan alejado del país donde nací, me destroza el alma la amargura.
Sabe que tuve un padre a quien armaba y que f ué para mí el más cariñoso de los padres! ¡Ya no está junto a mí, pues la tumba le sirve de lecho! 'Desde entonces, t odas las aflicciones y todas las desventuras han caído sobre mí de tal modo, que mis entrañas están destrozadas y mi corazón hecho trizas! ¡ Mi padre eligió para mí una hermosa entre las hermosas, una joven esbelta como un tallo nuevo, esbelta y ondulante como una rama que cimbrea al viento! ¡La amé apasionadamente, quemé por ella toda la herencia de mi padre, y hasta tal punto la quise que hube de preferirla al más querido de mis rápidos corceles! ¡Pero un día me ví falto de todo y tuve que emprender el camino del mercado, a pesar de temer con toda mi alma el dolor de la separación! ¡El pregonero la subastó en el zoco: y de pronto un viejo libertino pujó para apoderarse de ella! ¡Al ver aquel viejo innoble, me enfurecí, cogí de la mano a mi esclava, y quise llevármela del mercado! ¡Pero el viejo libertino se creía ya a punto de saciar su concupiscencia; el maldito viejo de corazón lleno de fuego infernal! ¡Y le dí un puñetazo con la mano derecha y otro con la izquierda! ¡Y desahogué en él la ira que me devoraba! ¡después, por temor de que me prendiesen, y para librarme de mi enemigo, huí de casa! ¡El rey de la ciudad mandó que me prendieran; pero entonces ví acudir en mi ayuda a un joven chambelán hermoso y leal! ¡ Y para librarme de las asechanzas de mis enemigos, me aconsejó que huyera muy lejos! ¡Y cogí a mi amiga, y en alas de la noche salímos de nuestro país tomando el camino de Bagdad! ¡Y ahora sabe que no tengo más tesoro que mi amiga, y te la regalo, ¡oh pescador! !Y sabe que te entrego a la amada de mi corazón, y que al quedarte con ella, te quedas con mi propio