Ausencia de culpa. Mark Gimenez

Ausencia de culpa - Mark  Gimenez


Скачать книгу

      Scott se volvió hacia el fiscal federal.

      —Señor Donahue, tiene veintitrés acusados. Debería haber entregado veintitrés copias a la señorita Meyers.

      —Ha sido un error por mi parte, señoría.

      —Los acusados no han tenido tiempo de leer los cargos o hablar con su abogada, con lo cual, no aceptaré declaraciones de culpabilidad esta mañana. Tampoco es que esperase hacerlo, ya que el jefe de la señorita Meyers le ha indicado que los declare no culpables.

      La señorita Meyers sonrió.

      —Juez, ¿quiere que lea la formulación de cargos? —dijo el señor Donahue.

      Había una copia del documento en el escritorio, delante de Scott. La numeración indicaba que ocupaba 203 páginas.

      —Señorita Meyers —dijo Scott—, ¿renuncian los acusados a la lectura de la formulación de cargos?

      —Eh… ¿deberían?

      —Podríamos estar aquí un buen rato si no lo hacen.

      —Los acusados renuncian a la lectura de la formulación de cargos.

      —Muy bien.

      —El gobierno protesta —dijo el señor Donahue.

      —No. —Scott volvió a dirigirse a los acusados—. Caballeros, ¿entienden los cargos que se les han impuesto? Necesito que respondan en voz alta para que conste en acta. Y cada uno de ustedes debe formular una declaración en respuesta a los cargos. Pueden declararse culpables, no culpables o nolo contendere, aunque la única declaración que aceptaré hoy es no culpable. Si después de leer la formulación de cargos y consultar con su abogado quieren declararse culpables, nos reuniremos de nuevo para cambiar la declaración. Cuando el juez Herrin lea sus nombres, por favor, den un paso al frente, digan «sí» si entienden los cargos o «no» si no los entienden, y hagan una declaración.

      Bobby leyó cada nombre de nuevo.

      —Muamar Rahaim.

      Un joven con aspecto desafiante levantó las manos esposadas y habló. Con tono desafiante:

      —Sí. Entiendo los cargos de los cuales el gobierno de los Estados Unidos me acusa a mí y al islam. Ambos nos declaramos no culpables.

      —Syed Aboud.

      —Sí. No culpable.

      —Adwan Farhat.

      —Sí. No culpable.

      Diecinueve acusados más se declararon no culpables. Entonces llegó el turno del último acusado. Scott se dirigió a él.

      —Omar al Mustafá, ¿entiende los cargos de los cuales le acusa el gobierno de los Estados Unidos?

      —No.

      —¿Qué no entiende?

      —Por qué se me acusa.

      —Se le acusa porque un gran jurado federal ha determinado que hay pruebas suficientes que incitan a creer que ha cometido las presuntas ofensas. Que sea culpable o no se determinará en el juicio, donde lo representará un abogado elegido por el gobierno si no puede permitirse contratar a un abogado.

      Mustafá se volvió hacia la señorita Meyers y la miró de arriba abajo. Se giró de nuevo hacia Scott con una expresión desconcertada.

      —¿Esta chiquilla tan mona? ¿Ella es mi abogada? Debería estar en casa pariendo un montón de hijos musulmanes.

      —No estoy casada ni soy musulmana —replicó la señorita Meyers.

      —Podrías convertirte.

      —Soy judía.

      —Lo siento.

      —Señor Mustafá —dijo Scott—, la cuestión es si entiende que le han acusado de delitos graves que pueden provocar su encarcelamiento durante largo tiempo.

      —Lo entiendo.

      —Bien. ¿Cómo se declara ante tales cargos?

      —No culpable.

      —Que conste en acta la declaración de no culpabilidad de todos los acusados. De acuerdo con el Acta de Juicio sin Demora, un acusado de la corte federal tiene derecho a que se celebre un juicio dentro de los setenta días posteriores a la lectura de cargos. De modo que el juicio se celebrará…

      Scott esperó a que Karen consultara la lista de casos de la corte.

      —El 7 de marzo —dijo.

      —El 7 de marzo a las nueve de la mañana —dijo Scott—. La defensa puede solicitar una prórroga. El caso está previsto actualmente como un juicio conjunto de todos los acusados. Si cualquiera de los acusados no desea proseguir conjuntamente con el resto, puede solicitar una moción para que se celebre un juicio por separado. Cada acusado puede solicitar un abogado distinto. Ese es su derecho. Los acusados que elijan que se les represente conjuntamente deberán firmar una renuncia a su derecho de tener un abogado distinto. Después de la lectura de cargos, el juez magistrado llevará a cabo el procedimiento de renuncia con cada uno de los acusados aquí, en el juzgado. El juez magistrado enviará un formulario a ambos abogados en unos días. Último punto: libertad condicional de los acusados mientras el juicio está pendiente.

      —Señoría —dijo el señor Donahue—, el gobierno solicita detención preventiva para todos los acusados y solicita una audiencia de detención basada en que, de acuerdo a la Ley de Reforma de Fianzas, sección treinta y una, cuarenta y dos, efe, dos; que, primero, los acusados plantean el grave riesgo de que huirán de la jurisdicción antes del juicio; segundo, que obstaculizarán o intentarán obstaculizar la justicia y amenazarán, dañarán o intimidarán, o intentarán amenazar, dañar o intimidar a un futuro testigo del jurado, y tercero, que bajo la sección treinta y una, cuarenta y dos, efe, una del acta, ya han sido acusados por una ofensa que figura en la sección dieciocho, veintitrés, treinta y dos, b de la legislación norteamericana, en concreto, el uso de armas de destrucción masiva. Y se aplica la presunción bajo la treinta y uno, cuarenta y dos, e, tres, B.

      —¿Señorita Meyers?

      Observaba boquiabierta y con los ojos como platos al fiscal federal como si fuera una estudiante de Literatura que estuviera escuchando a un genio informático disertar sobre algoritmos.

      —¿Señorita Meyers?

      Se giró hacia Scott con los ojos muy abiertos.

      —¿Sí, señor?

      Scott suspiró. Se había visto en su misma posición una vez, una situación que le quedaba demasiado grande, ahogado en la complejidad de la ley. Sin tener ni idea de nada. Cuando necesitaba de forma desesperada que le enseñaran algo.

      —Señorita Meyers, estoy seguro de que aprendió en la facultad de Derecho que, bajo nuestra constitución, los acusados tienen derecho a la libertad condicional, a menos que presenten riesgo de fuga o peligro para la comunidad. Esas son las únicas razones por las que se les puede detener antes del juicio. La Ley de Reforma de Fianzas describe las normas sobre la puesta en libertad y la detención en la corte federal, normas que debo seguir. El acta estipula que puedo liberar a los acusados bajo libertad provisional sin fianza, pero debo imponer las condiciones menos restrictivas a su liberación que asegurarán su aparición en el juicio e invalidarán cualquier peligro para la comunidad. No está permitido fijar una fianza que los acusados no puedan permitirse pagar, solo para poder efectuar su detención. Si determino, después de una audiencia de detención, que no hay condiciones que aseguren la aparición de los acusados en el juicio y la seguridad de la comunidad, entonces podré solicitar que los acusados sean detenidos antes del juicio.

      La señorita Meyers tomó nota por escrito de todo.

      —El acta estipula, además, que si hay causa probable que haga creer que los acusados han cometido ciertas ofensas prescritas, habrá una presunción refutable de que no existen esas condiciones; es decir, habrá


Скачать книгу