Virus-Cop: Muerte en el Nidda. Robert Maier
Según la descripción debe de ser un tipo para temer: enorme, musculoso, con la cabeza rapada.”
“Suena a empresa de cobros ilegal.”
“La policía está centrando sus investigaciones en el entorno del cobrador de deudas.
“¿Pero los cobradores de deudas tienen un entorno especial?” preguntó Gottfried socarronamente “Entonces la policía cree que un cobrador le habría asesinado porque no había pagado su deuda.” Hizo una pausa poética “pues entonces no debe ser un cobrador muy inteligente porque los muertos no pueden devolver deudas.”
Ciertamente Gottfried tenía toda la razón del mundo.
“A lo mejor ha sido un crimen pasional.”
“¿Cómo pudo ser? El estudiante y el homicida quedaron en el Nidda, el universitario no tenía dinero, así que el otro se cabreó y le dio con un palo.”
“Suena a todo menos a creíble” secundó Olaf “Un cobrador de deudas trataría de meterle el miedo en el cuerpo al moroso: pincharle las ruedas, romperle los brazos, pegarle un tiro en las rodillas…”
Gottfried hizo una mueca. “Pero en ningún caso lo mataría.”
“La policía está completamente perdida” resumió Olaf. “Este caso no lo van a resolver.” Elevó su vaso de sidra con una alegría rara de ver en el Krummer Hund. “Tenemos que resolver este caso.”
“Aunque no sé cómo lo vamos a hacer, estoy de acuerdo contigo.” Brindaron con sus vasos.
5
Cuando Olaf llegó a casa se encontró una caja de pizza vacía en la cocina. Seguramente su hijo ya estaba en la cama después de un duro día de trabajo y dormía.
Olaf se sentía cansado pero no tenía sueño. Encendió el portátil. Hasta ahora solo había visto las fotos de la escena del crimen en su Smartphone. A pesar de toda la información que le había enviado el virus, no tenía ningún detalle del lugar donde se había encontrado el cadáver, ni de las huellas encontradas, nada sobre las conclusiones a las que iban llegando. Quizás podría descubrir algo en las fotos, que le hiciera avanzar en el tema.
Otra vez se puso a mirar los tres archivos de las fotos, donde se podía ver a la víctima fotografiada desde diferentes perspectivas. El muerto estaba boca abajo, extendido en un camino asfaltado, el carril de peatones y bicis del Nidda, como bien sabía Olaf. Debajo de la cabeza se podía apreciar un charco rojo. Si se trataba de un charco normal de agua que se había llenado de sangre o si todo el charco era de sangre, era algo que Olaf no era capaz de discernir.
El cadáver estaba atravesado en el camino, las piernas medio enterradas entre la maleza del terraplén que lleva al río. Olaf conocía muy bien el camino del Nidda. Él iba desde el barrio de Höchst, atravesando Frankfurt, hasta el Wetterau y la montaña de Vogel. Cuando hacía deambulaba mucha gente por allí. Además había filas de ciclistas zigzagueando entre los que estaban corriendo y los paseantes. Era más que frecuente que hubiera discusiones cuando los ciclistas pasaban a toda velocidad, sin ningún tipo de miramiento, al lado de los peatones.
¿Y si el asesino conocía tan bien como él el camino del Nidda? Estaba claro que al estudiante no le había ajusticiado un ciclista desconsiderado. A pesar de ello, parecía como si hubieran colocado al muerto para hacer una barrera que evitara coger velocidad en la pista. Está claro que eso era una tontería. En realidad el muerto yacía en el camino como una barrera bajada.
¿Por qué no escondió el asesino el cuerpo entre la maleza? El primero que pasara por allí se tuvo que tropezar, literalmente, con el muerto. ¿Pretendía el asesino que se descubriera rápidamente el cadáver? ¿Le daba lo mismo? ¿O tras el asesinato se fue aturdido sin cambiar la posición del cadáver?
Gracias al virus, Olaf sabía que el asesinato se había producido entre las once y las doce de la noche. A esa hora el Nidda estaba oscuro como la boca del lobo y sin un alma. ¿Por qué estaba Benjamin en ese lugar? La Policía partía de la base de que él había quedado allí con el que iba a ser su asesino. ¿pero por qué aceptó quedar en un lugar tan siniestro?
¿Y cómo llego Benjamin a la escena del crimen? ¿Andando o en bici? En las fotos no se veía ninguna bici y el virus no le había enviado a Olaf ningún dato sobre ese tema.
Olaf siguió observando las fotos. Como seguía pensando que podía encontrar algo fuera de lo común, hizo zoom del lugar en cuestión, pero no descubrió nada, que le pudiera ayudar. Después de un rato tuvo la clara sensación de que algo fundamental estaba pasando por alto
Pero ¿qué?
La cabeza del cadáver estaba inclinada hacia la derecha, entre los brazos extendidos hacia adelante. Olaf pudo discernir un piercing que llevaba en el labio inferior, como lo llevan hoy en día muchos jóvenes. No se veía la herida de la cabeza, pero sí el pelo ensangrentado y el charco rojo. La víctima llevaba una camiseta y zapatillas de deporte. La camiseta estaba levantada hacia arriba, de manera que se podía ver la parte inferior de la espalda.
Olaf se puso las gafas de cerca y se frotó los ojos. Estaba de pie delante de la ventana. Por un momento dejó de mirar a la pantalla. Justo en ese momento se apagó la luz de una de las ventanas. Se había hecho noche cerrada. En el Nidda no se vería tres en un burro. Si yaciera un cadáver en el camino, un ciclista podría no verlo y caerse. ¿Pero de qué manera y quién descubrió al muerto? Eran tantas las cosas que Olaf no sabía sobre el caso.
Volvió al escritorio. ¿Qué haría él si le atacaran con un palo? Intentaría defenderse, huir, incluso contraatacar. El muerto de las fotos parecía como si se hubiera caído igual que un árbol talado. No había muestras de que hubiera habido una pelea, ni rasguños ni ropa rasgada. El ataque debía de estar planeado y se habría hecho por la espalda. De ahí que tuviera los brazos y piernas estirados y la camiseta subida.
Fue así: el homicida intentó deshacerse de Benjamin. Cuando estaba intentando trasladar el cuerpo por los pies hacia el río, se le subió la camiseta. Quizás que el estudiante estuviera todavía vivo. A lo mejor el asesino quería arrastrarlo por el terraplén del Nidda y meterle la cabeza en el agua para ahogarle. Después le tiraría al río. La policía llegaría a la conclusión, tras la autopsia de que el golpe en la cabeza sería el resultado de un golpe que se dio en el río, se desmayó y se ahogó.
El autor del delito quería que este asesinato pasara por un accidente. Pero no consiguió trasladar el cuerpo hasta el río.
Algo había interrumpido su plan.
6
Olaf se despertó con un pinchazo en la cabeza. Como siempre que le estaba dando vueltas a algún tema, justo antes de dormir, convirtiéndose la noche en una lucha contra sus propios pensamientos.
Lo que se encontró delante de sus narices en la cocina tampoco era mucho mejor
“¡Dios mío! ¿Quién te ha hecho eso?”
Tobías estaba sentado con la cabeza delante de una caja de muesli. Lo que en circunstancias normales sería una cuidada barba de tres días, a él, en cambio, le daba un aspecto de vagabundo. Probablemente esa impresión tenía que ver con el enorme moratón que tenía debajo del ojo derecho.
“Ya está bien.” Como siempre Tobías no se quería dejar ayudar y ni siquiera quería escuchar comentarios indulgentes por parte de su padre. Obcecado, metió la cuchara de muesli en la boca.
“¿Has tenido algún accidente en el trabajo?” Olaf lo dijo con todo el tacto del mundo. No podía atosigar a su hijo.
Tobías resopló irritado. “Prefiero decir que un chulo me ha dado una hostia en la cara.”
Olaf se sentó a su lado, en la mesa. “Con la pinta que tiene ese ojo, te has debido llevar un buen golpe.”
Tobías