Los miedos de Ethan. Darlis Stefany

Los miedos de Ethan - Darlis Stefany


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si volvemos a la etapa en donde me ignoras y yo me siento rechazada?

      —No. Creo que me gusta esta etapa en donde me cuestiono si recuerdas o no esa noche.

      —¡Cristo! Lo haces sonar como si hubiésemos tenido sexo.

      Él deja el vaso suspendido en el aire, iba a llevarlo a su boca. Me observa con desconcierto, sacude su cabeza y da el último trago. Creo que Ethan se ha dado suficientes tragos para ir ebrio, pero él únicamente parece más entusiasmado de lo habitual. No luce nada ebrio.

      —Si hubiésemos tenido sexo créeme que lo recordarías. En cada lugar de ti.

      Abro mi boca mientras lo observo, él me guiña un ojo. Hablando de un hombre seguro de sí mismo, aquí está Ethan para dar fe de ellos.

      —Te has sonrojado.

      No es un sonrojo de vergüenza. Es más un sonrojo de acaloramiento. Aunque eso no tiene por qué saberlo. Con Ethan ya he llenado mis cupos de vergüenza comenzando con él viendo mis pechos desnudos.

      Durante mucho tiempo cuando él vio mis pechos esa no fue la mayor preocupación. Mi preocupación más grande era si veía lo poco que quedaba de la cicatriz. Cuando las personas la ven se siente como estar desnuda. Se siente como que de nuevo duele y arde.

      Las heridas físicas pueden sanar, pero las de adentro son las que queman y no borran sin importar cuando operaciones puedan pasar por ti. Lo he aprendido durante los últimos seis años de mi vida.

      —¿Grace? Has pasado del sonrojo a estar pálida. ¿Estás bien?

      —Sí, solo estaba pensando en que… ¡Tu modestia es sorprendente!

      Sonríe y se inclina hacia mí. Presiona un dedo sobre sus labios como si estuviera pensando. Luego borra su sonrisa.

      —Cuando creces y no recibes el cariño que esperas, aprendes a dártelo tú mismo. Cuando crees que alguien va a amarte y no lo hace. Tú te amas a ti mismo con más fuerzas. Ignoras la búsqueda de defectos y te concentras en tus virtudes.

      »Ya tengo a otras personas diciéndome lo que está mal en mi vida, mis defectos. Parece justo que me recuerde a mí mismo las razones por la que algunos seguramente me consideran especial. Es mi manera de afrontar la vida.

      Lo observo. Fui testigo un poco de la manera en la que su madre le hablaba y parecía que solo empezaba, supongo que eso fue toda su vida. Pero hay más, la manera en la que se cierra.

      Entonces, recuerdo cuando en una de sus confesiones dijo algo acerca de Samantha no siendo lo que creía. Ladeo mi cabeza hacia un lado.

      —¿Cómo podría alguien no quererte Ethan?

      —Eso casi suena como si me quisieras.

      —Soy una Fiver, mi lado Fiver evidentemente te quiere —ruedo mis ojos.

      —Esa es la razón por la que las Fivers tienen un lugar aquí. —Toca su pecho, el lado de su corazón—. Siento que nadie podría amarme como ellas. Siento que entienden por qué esta es mi pasión, que me hacen saber que soy bueno en esto.

      »No pretendo que todos lo entiendan pero… BG.5 es importante para mí. Mi familia cerró sus puertas para mí cuando decidí unirme. Nunca una decisión se sintió tan correcta.

      —Eres dulce. Te pintan como el playboy y lo eres. Pero eres dulce. Eres un cachorrito herido.

      —Gracias por la comparación. El más espectacular de los cachorros al menos… ¿Verdad?

      —Ahora entiendo porque April puede soportar estar a tu alrededor. Es como parte de tu encanto… ¿No?

      —¡Me descubriste!

      —Dentro de tu encanto debe hallarse que te tomes siete vasos de licor y no tengas algún efecto secundario.

      —No soy de peso ligero como unas por ahí, que van por el mundo alabando pollas.

      Presiono los dedos en el tabique de mi nariz. Se acabó el fingir no recordar, si sigo fingiendo él seguirá sacando el tema. ¿Quién iba a decir que Ethan siendo más comunicativo conllevaba al ser el punto receptor de sus bromitas?

      —De acuerdo. Si lo recuerdo.

      —Lo sé, cariño, solo estaba esperando que confesaras.

      —Eres malo.

      Él ríe, termina su bebida y la deja a algún pobre hombre que toma el vaso sin quejarse. Pasa una mano por su cabello que no sé cómo lo mantiene tan genial y me sonríe.

      —¿Lo recuerdas todo, cierto?

      —Lastimosamente. —Al menos todo hasta que entramos a mi apartamento que prácticamente estaba inconsciente.

      —Fue divertido, estabas toda sonrojada por el licor y no parabas de hablar. Me halagaste mucho a mí y a…

      —Sé lo que halagué. No lo repitas.

      —Siento que no es tan buena idea que nos hagamos tan amigos.

      —¿Por qué?

      Y volvemos de nuevo a su rechazo. ¡¿Qué se necesita para terminar de agradarle a este hombre?!

      —Mira, ya, no lo sientas como una obligación. Evitemos encontrarnos y listo. Te seguiré teniendo como uno de los mejores guitarristas y cantantes. Me rindo, nunca me he dado por vencida en algo, pero tú no me soportas…

      Él abre mucho los ojos mientras mira detrás de mí, maldice y dice algo que suena como «mierda» totalmente desenfocado de mis palabras.

      —Hasta me ignoras. Pensé que podíamos ser amigos y…

      —Lo siento, rubia habladora. —Es todo lo que dice antes de ubicar cada una de sus manos en mis mejillas y dejar caer su boca sobre la mía.

      Mis ojos se abren mucho, los suyos se cierran. Y aun cuando solo es contacto de boca cerrada, todo en mí da vueltas. Mi corazón late deprisa. El jodido Ethan Jones tiene su boca sobre la mía. Esto parece muy poco posible.

      Retira su boca de la mía y pasa su lengua sobre sus labios. Pasa un brazo alrededor de mi cuello y presiona mi rostro contra su pecho. Huele de maravillas y su cuerpo el cálido mientras me abraza de una forma que resulta muy íntima.

      Siento sus labios en mi cabello y me abraza fuerte. Automáticamente envuelvo mis brazos alrededor de su cintura, su cuerpo se relaja. No había notado que está tenso.

      —¿Ethan? —escucho una voz femenina. Su cuerpo vuelve a estar tenso.

      Mierda, yo no entiendo nada. Si no oliera tan bien estaría quejándome de semejante abrazo. ¡Además del beso!

      —Samantha.

      Ahora soy yo quien se queda tensa. Una de sus manos se presiona en mi espalda y la acaricia de arriba hacia abajo como si intentara calmarme. Quizás intenta calmarse a sí mismo.

      —Qué sorpresa encontrarte aquí… Sobre todo teniendo en cuenta que has hecho hasta lo imposible para que nuestros caminos no se crucen —dice con suavidad.

      Alzo mi vista hacia Ethan, tiene la mandíbula tensa y los ojos entrecerrados. Aclaro mi garganta y como puedo me doy la vuelta. Él no me libera su abrazo de muerte.

      Tengo recuerdos vagos de la exnovia de Ethan, principalmente porque me hice Fiver quizás cinco meses antes de que ellos rompieran. Pero ella es modelo, por lo tanto, a veces está en campañas de perfumes en la televisión o portadas de revistas. Sí, ella es rubia. La única rubia que he conocido que atrapó a Ethan, su última novia. Es alta, bella y refinada, del modo en el que suelen ser las modelos para verse inalcanzables y para hacernos sentir a las personas normales un poco extrañas a su alrededor.

      Debo ver hacia arriba porque es más alta que yo, casi del tamaño de Ethan y eso que no lleva zapatos de tacón. Me doy cuenta de que ella también está observándome, detallando cada aspecto de mí. Cuando se topa con mis ojos


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