Los miedos de Ethan. Darlis Stefany

Los miedos de Ethan - Darlis Stefany


Скачать книгу

      —Oh, ya. ¿Qué haces que no la invitas a salir? Según lo que dice, habladora, tú le gustas.

      —Sí… —Jeremy observa su reloj—. Creo que debo irme. Fue un placer escucharte, Grace. Tienes a una chica buena, Ethan.

      —Ni tan buena, ella puede ser un poco mala.

      —Espero y no sea un mensaje subliminal sobre proezas sexuales —asegura Jeremy besando mi mejilla y palmeando la mejilla de Ethan—. Nos vemos luego.

      Lo veo irse y me termino mi bebida. Dejo el vaso en la barra y observo a Ethan.

      —¿Otra?

      —Sí.

      Termina su propia bebida y pide otra ronda, retiro el cabello de mi rostro y le sonrío a la chica que me entrega mi bebida.

      —¿Estás de casamentera?

      —No. Solo que hablé con Naomi y quise darles un empujón.

      —Chica Cupido… ¿Eh? Tómate con calma los tragos, no queremos que te embriagues, ¿verdad?

      —No eres gracioso, Ethan.

      —Oh, no me ofendes. Lo que no tengo de gracioso lo tengo de encantador y atractivo.

      —¡Vaya! Cada vez te superas más.

      Él ríe y de un solo trago ingiere toda su bebida. Me señala la pista de baile y asiente con la cabeza. Lo entiendo y de un solo trago termino mi bebida. Sacudo mi cabeza y tomo la mano que me extiende.

      Una vez más voy a bailar con Ethan.

      Cuando vamos bajando las escaleras para llegar a la pequeña pista de baile, Duliet viene subiendo, Dexter la lleva sobre su hombro mientras ella ríe.

      —¡Dexter!

      —Lo siento, primor. Pero no pienso bajarte al menos que lleguemos a un lugar más interesante —lo escucho decirle.

      Ethan nos conduce hacia una parte no tan concurrida. Se pone frente a mí y sonríe. Admito que todas las veces que he bailado con Ethan me han gustado mucho y esta no es la excepción.

      Me encuentro riendo mientras me hace dar una vuelta y me atrae a su cuerpo. Mis brazos rodean sus hombros y los suyos mi cintura. Canta, creo que es inevitable que él no cante mientras baila, todo con una sonrisa.

      Nos desplazamos de un lugar a otro, me hace girar. Pega mi espalda de su pecho y vuelve a girarme para volver a nuestra posición original.

      —Eres un buen bailarín —grito sobre la música.

      —Si voy a hacer algo tengo que hacerlo bien.

      Una canción da paso a la otra y no sé cómo, pero termino riendo mucho mientras bailamos. Él también ríe. Dejamos mucha tensión al bailar.

      Me atrae totalmente a su cuerpo, por lo que mi torso termina contra el suyo. Debido a que aún con zapatos de tacón hay diferencia de estatura, mi rostro está a la altura de su cuello y sin darme cuenta dejo descansar mi cabeza ahí.

      —Hueles bien.

      La música es un tanto más suave por lo que es más fácil escucharnos. Es un alivio, ya no quería estar de gritona. Su pecho tiembla, está riendo.

      —Sí, algo de eso me dijiste una noche en la que me halagaste mucho. Huelo a pasión.

      Suspiro con resignación.

      —Tú te niegas a olvidar eso.

      —Totalmente me gusta recordarlo. Eso y cuando llegué al apartamento de Hottie y Harry. Tú solo llevabas unas bragas rosadas que…

      —¡Cállate! —Río, retirando mi cabeza de su cuello y entrecerrando mis ojos hacia él—. Eres malo.

      —No, yo soy bueno. Muy bueno.

      —Claro, por supuesto.

      Rueda de manera exagerada sus ojos antes de hacer un resoplido. Luego entrecierra sus ojos hacia mí.

      A veces las cosas con el tiempo son muy locas. Porque no lo sientes correr mientras las cosas suceden.

      Te hablo de que la sensación parece extraña, como si los segundos no estuviesen corriendo cuando noto que el rostro de Ethan no está lejos del mío y que su proximidad cada vez parece ser menos.

      Lo sé. No sería el primer beso.

      Pero sí uno sin fingir.

      Y la noticia es que lo ansío. Lo quiero.

      Quiero un beso real.

      Me alzo solo un poco sobre las puntas de mis pies para acabar con la distancia al tiempo que cierro mis ojos.

      Noto entonces la diferencia entre un beso planificado y uno real.

      Sus labios se mueven sobre los míos a un ritmo que no resulta muy rápido ni lento. Siento mis manos deslizarse a su cuello mientras me acerco mucho más a él y las palmas de su mano ahora están presionadas contra mi espalda.

      Cuando ladea su cabeza hacia un lado su lengua acaricia mis labios antes de abrirse paso entre ellos y besarme con mayor profundidad. Siento que me derrito un poco contra él.

      Ningún libro te prepara para un beso real de Ethan Jones.

      Siento una de sus manos bajar un poco más, lo suficiente para estar en mi espalda baja, pero sus dedos extendidos son un roce superficial en el inicio de mi trasero. Cuando su lengua acaricia la mía, me derrito otro poco más a tal punto que seguro da la impresión de que Ethan está sosteniendo mi peso.

      Saboreo tanto como puedo del beso antes de que me deje ir para conseguir algo de respiración. Tomo rápidos respiros y mis manos se mantienen en su cuello. Noto que desde que comenzamos a besarnos dejamos de bailar.

      ¿Qué se supone que hacemos ahora?

      Toma mi mano y nos guía de regreso hacia la parte superior, nos detenemos frente a la barra y obtiene tres tragos. Me da uno antes de beberse los dos restantes con rapidez. Lo observo asombrada. Creo que va por mi trago, pero me lo bebo con rapidez.

      Sí, ni un trago va a quitarme la sensación de ese beso.

      —No es la primera vez que tenemos un beso real.

      —¿Qué? —pregunto con sorpresa.

      —La despedida de soltera de Hilary. Te ayudé a acostarte, tu compañera no estaba. Me besaste.

      —¿Yo? —pregunto. ¿Y por qué yo no recuerdo esa parte? ¿Qué clase de castigo es ese?

      —Y yo te devolví el beso.

      —¿Algo más? —pregunto, sintiendo mi corazón latir deprisa.

      —Tus manos estaban algo toconas.

      —¿Te manoseé?

      —Un poco, sí —responde viéndome—. Me tocaste la entrepierna una vez antes de que prácticamente huyera.

      —Oh, Dios… ¿Estás diciéndome que cuando me embriago me da por ser una violadora? Porque creo que ya comienzo a sentirme achispada.

      —No creo que una violadora. Te pones algo cariñosa… Conmigo. Solo hacías esas cosas conmigo.

      Abro y cierro la boca sin saber qué decir. Él me sonríe.

      —¿Otro trago?

      —Por favor, esta noticia me ha dejado muy sorprendida.

      Doy un pequeño grito cuando apenas abre la puerta de su casa Bucker llega hasta mí. Llevo una mano a mi pecho para tranquilizarme antes de agacharme para saludar.

      —Hola, amigo, no vuelvas a darme un susto como ese. ¿No deberías estar durmiendo? —pregunto, acariciándolo, él lame mi mano y sonrío.

      —Habladora.


Скачать книгу