Los miedos de Ethan. Darlis Stefany
en la silla, tratando de encontrar una idea central, algo que tenga sentido. El problema se encuentra en que no me gustó la historia, a Kaethennis tampoco le gustó, pero dos de las correctoras la amaron, lo que demuestra que quizás es diferencia de gustos y colores.
El punto de desligue y nada de conexión con la historia quizás se encuentra en que el argumento es muy rosa, muy cursi y con abusos de clichés. El protagonista dice palabras tan cursis y poéticas que río ante el hecho de que ni el hombre más romántico usará un léxico tan chicloso como comparar la belleza de la protagonista con un atardecer lleno de pigmentaciones frondosas y brillosas que quitan el aliento con solo una mirada. Cursi.
Mi celular anuncia un mensaje, hablando de cursi: «Grace, hoy amanecí sonriente, pensando que quizás podría verte. ¿Estás disponible?».
—No, Charlie. No estoy disponible para ti —digo, dejando el mensaje sin responder.
Cuando el rechazo sutil no funciona, uno esperaría que ignorar era la segunda pista de que no estoy interesada. No quiero ser cruel con el pobre Charlie, su único error fue no despertar nada en mí cuando me besaba y hacerme retener la risa cuando su intensidad en el romance me provocaba ataques de risa.
La puerta de mi pequeña oficina, que se ubica justo enfrente de la de Kaethennis y al lado del cubículo de Katherine, se abre. Detengo mis giros para observar a mi hombrecito favorito.
—¿A qué debo la fortuna de recibir tan caballeresca visita? —pregunto sonriendo.
—¡Grace! —saluda y corre hacia mí para abrazarme. Río y beso sonoramente su mejilla.
Harry Daniel, hijo de Kaethennis y el primer niño BG.5, tiene que ser de los niños más encantadores del mundo.
—¿No ibas a estar con tu papi? —pregunto. Kaethennis cargando a Halle, su segunda hija, se asoma en la puerta.
—Harry tiene una entrevista con los chicos. No podía llevarlos esta vez.
Cargo al pesado Dan para sentarlo sobre mis piernas, él parece muy satisfecho. Lo abrazo.
—Hola, Halle.
—¡Hola, Grash! —dice, arrojándome un beso con su mano, es una niña peculiar pero muy dulce conmigo.
—¿La estás cargando para evitar desastres? —bromeo.
—Sí, es lo que hago. Katherine aún no llega, está acompañando a Hilary a ponerle una vacuna a Jeff.
—Se me hacía extraño que no hubiese llegado.
—Voy a llevarme a estos pequeños a comer… ¿Vienes?
—Paso, no tengo hambre y estoy descifrando una portada complicada.
Ella me sonríe y llama a Dan, él besa mi mejilla y corre tomando la mano de Kae. Les sonrío viéndolos irse. Joe, uno de los encargados de imprenta y maquetación, me saluda al pasar y le respondo el saludo.
Vuelvo mi vista a la pantalla.
—¿Qué se supone que puedo plasmar aquí?
13 DE MARZO, 2014
Presiono el lapicero sobre mis labios, con mis dedos reacomodo las gafas de corrección que comienza a deslizarse por el tabique de mi nariz. Da la impresión de que finalmente el diseño de la portada del libro está listo, pero no estoy conforme del todo. Siento que le falta algo.
Desde que finalmente logré hacerlo en mi apartamento he sentido que no es lo que quiero, principalmente porque no termino de entender qué es lo que quiero de esta portada. No sé por qué creí que viniendo a la oficina de la editorial conseguiría mágicamente tener perspectiva de la portada y amarla.
—No seas molesto —escucho la voz de Kaethennis a lo lejos. Seguramente Harry una vez más ha venido a sorprenderla. Es un buen esposo. Lo cual me hace feliz porque no hay nada más genial que saber que uno de tus ídolos, como lo es Harry Jefferson, es un excelente esposo y padre de familia.
Mordisqueo el lapicero, creo que tengo una manía de morder cuando intento pensar. Mi atención está de vuelta al diseño en la gran pantalla plana de la computadora.
—Hay algo mal contigo, querida portada —murmuro, inclinándome más hacia la pantalla. Quisiera torturar a la escritora, ella con su historia está torturando mi mente por una portada.
El que la historia no me haya gustado hace que esto solo se complique más. Debí haber arrojado esto a Katherine, pero a Katherine aún le dan cosas suaves puesto que está comenzando.
—Parece una portada un poco cursi —reflexiono, quizá eso es lo que hace que la portada no luzca como debería. Muerdo una vez más el lapicero.
—¿Y no te gusta lo cursi?
Me sobresalto ante el sonido de la voz masculina de acento profundo, más que un baja bragas, es un destruye bragas. Lo que este hombre puede hacer con su voz profunda, ronca y ese acento es sorprendente.
Después de todo es Ethan Jones.
Él cruza sus brazos a la altura de su pecho, mientras parece que trata de esconder una de sus sonrisas.
—¿Te asusté?
Asiento con la cabeza dejando de mordisquear el lapicero. Él sonríe y se acerca hasta detenerse a mi lado e inclinarse hacia la pantalla. Parece muy concentrado mientras mordisquea su labio inferior.
Esta Fiver[2] está alucinada ante el gesto.
—¿No almuerzas, Grace?
—Almorzaré cuando termine esta portada cursi que estoy detestando con fuerza y corazón.
—No está mal.
—Solo estás siendo amable, puedes criticar libremente. Es mejor la verdad que duele a la mentira que engaña.
—No creo que así sea el dicho —se ríe— y, bueno, quizá tu portada es muy rosa.
—La historia es bastante rosa, podría incluso tener arcoíris en sus páginas.
—¿No te gusta lo rosa?
—Me gusta la realidad —digo—, acepto que se puede soñar pero sin ir a los extremos de la fantasía.
—¿Por qué no cambias el color rosa por uno oscuro y haces las letras de color rosa? De esa manera engañas a los lectores haciéndoles creer que la historia esconde misterio.
—Uhm…
Comienzo a modificar, él se inclina mucho más a la pantalla por lo que su rostro está a un lado del mío. Huele bien, eso es algo que Ethan Jones no dice en su página de Facebook, que huele bien.
Haciendo los cambios que sugirió parece que la portada es un poco más llamativa. Sonrío.
—¿Ese espacio para qué es?
—Ahí va la imagen de algún modelo caliente —respondo, volteo a verlo y enarca una de sus espesas cejas.
—Entonces es un libro comercial y no uno que marcará tu vida —comenta—; a mí me gusta leer libros históricos.
—¿De verdad?
—Totalmente, no quiero mentir y decir que soy un lector o algo así. Pero de vez en cuando leo uno que otro libro si tengo tiempo y las ganas de hacerlo. —Su ceño se frunce—. ¿No puedes cambiar el tipo de letra? Esa se ve extraña con la base que estás usando. —Enarco una ceja hacia él, sonríe pareciendo culpable—. ¿Qué?
—Quieres decir que es fea, que queda fea. Adelante, dilo.
Él ríe y yo también lo hago mientras hago todos los cambios que me sugiere. Honestamente la historia seguirá pareciéndome mala, pero ahora la portada es realmente buena. La observo y sonrío.
—Muy bien, Ethan Jones. Su portada