Los miedos de Ethan. Darlis Stefany
círculos púrpuras bajo tus ojos. —Es todo lo que dice recibiendo su café.
—Tuve problemas para dormir. —Cubro con mis manos mi rostro—. Me duele la cabeza.
—¿Quieres un analgésico?
—Ya tomé uno, pero gracias.
—Siempre a la orden —me da una sonrisa—. Voy de camino a visitar a Hilary. ¿Quieres venir?
—Supongo que puedo hacerlo, debo estar en la editorial a la una.
—No tengo auto —asegura dejando el dinero por su café.
—Yo tengo uno, sígueme.
Caminamos hasta mi auto aparcado y subo. Enciendo el auto y presiono mi frente del volante. Es todo psicológico, pero por un momento siento como si mi espalda ardiera de nuevo. La misma sensación de mi piel abriéndose y la sangre cubriéndome.
—Este va a ser un día de mierda —murmuro enderezándome y comenzando a conducir—, por cierto, tú estás muy risueña. ¿Algún chico?
—Mierda, no. Nada de chicos para mí.
—Oh, eso suena a que no tendrás sexo nunca.
Ella ríe y estira los dedos de su mano. Me enseña su dedo anular.
—Hubo un tiempo en que lleve este dedo adornado. Ahora estoy divorciada ¡Y demonios! Nunca me he sentido más libre y feliz.
—Felicidades por tu divorcio —felicito riendo.
—¡Gracias!
—No te había visto desde la boda Dilary. Deberíamos intercambiar números, intentar ser las mejores amigas.
—Aún me queda un espacio para mejor amiga —comenta—, además de que no conozco a muchas rubias.
—Sabía que ser rubia tenía que ayudarme para conseguir algo en esta vida. Me ha conseguido una mejor amiga.
Bromeamos durante todo el camino hasta detenernos frente al edificio. Naomi le envía un rápido mensaje a Hilary y ambas bajamos del auto. Al salir del ascensor, apenas nos detenemos frente al apartamento y podemos escuchar el llanto infantil. Toco el timbre y Doug sin camisa y con una sonrisa nos abre.
—Oh, el destino trajo a mi puerta a dos bellas mujeres. —Besa mi mejilla y luego la de Naomi—. Pasen adelante. La fiesta de llanto está en pleno apogeo.
Cierra la puerta detrás de nosotras y siento culpa ante el hecho de que debo darle un buen vistazo aun cuando es un hombre casado. Me maravillo de sus tatuajes y de su cuerpo antes de ser respetuosa y dejar de babear.
—¿Qué sucede con Jeff? —pregunta Naomi sentándose en el sofá.
—Que está cabreado —es su respuesta—, por lo tanto, llora.
—¿Y por qué está cabreado?
—Interesante pregunta, se lo he preguntado. Pero ya ves, rayito aún no habla, Grace —me responde con una sonrisa divertida.
El llanto se calma y de una del pequeño pasillo emerge Hilary con su bebé rubio succionando un biberón. Me pregunto si interrumpimos algo, después de todo ella lleva un pequeño short y lo que parece la camisa de Doug. Además, su cabello va suelto y despeinado.
—¡Hola! —saluda con entusiasmo. Le devolvemos el saludo. Se sienta sobre las piernas de Doug mientras continúa dándole de comer al niño. Doug besa su hombro.
—¿Mala noche, Grace?
—Algo así —le respondo a Doug.
Aún me sorprende realmente poder hablar con Doug como si nada. Como amigos, soy una chica madura que no hace un espectáculo ante el hecho de conocerlos, al menos no un espectáculo en público.
—Así que tú que eres una Fiver —comienza Doug—, ¿qué te pareció la presentación de Andrew?
—Es preciosa y el sentimiento con la que él cantó. Maravilloso.
—Fue escrita para una persona especial —sonríe Hilary—, muy especial.
—Cuando Andrew y Ethan la canten en los conciertos, va a ser impresionante —asegura Doug—; cuando la presentemos será tan asombrosa como la persona que la inspiró.
Jeff termina de comer y Doug toma el biberón vacío. Hilary le hace una mueca que acaba por hacerlo dar un pequeño grito. Me sorprende lo rápido que crecen los bebés.
—¿Quién quiere sacar sus gases?
Inmediatamente alzo mi mano, adelantándome a Naomi. Hilary me extiende al pequeño rubio de ojos azules que me observa con curiosidad. Le doy una sonrisa y él sonríe de vuelta antes de patalear. Río encantada ubicando su cabeza contra mi hombro y palmeando suavemente su espalda.
Huele divino, huele a bebé.
—Me encanta el bebé Dilary. Hagan otro bebé.
—No —dicen ambos al mismo tiempo antes de reír.
—Con rayito está bien por ahora —asegura Doug abrazando a Hilary quien recuesta la cabeza de su cuello—, nos va bien con solo uno. Mejor así.
El celular de Naomi suena y se aleja a la cocina para hablar.
—¿Irás al cumpleaños de los mellizos? —cuestiona Hilary.
—Fui invitada —digo con orgullo, April, mejor amiga de Ethan, y yo de hecho somos amigas ahora. Del mismo modo en el que lo fuimos aquel tiempo que estuve en la clínica—, conducir hasta Bolton un martes es lo que suena tedioso.
—Puedes venir con nosotros si quieres. ¿Verdad, Doug?
—Sí, puedes. Estamos llevando a Jeremy también porque es igual de perezoso que tú y no quiere conducir.
—No soy perezosa, solo no es divertido conducir yo sola una distancia tan larga —Jeff libera un gas—. Ah, ya botó un gas.
—Cuidado si libera uno por abajo —bromea Doug—. Princesa, por muy cómodo que sea cargarte y mimarte. Debo bañarme, tengo una entrevista en la radio en dos horas.
Hilary se pone de pie y él palmea su trasero antes de perderse por el pasillo. Hilary suspira con una gran sonrisa.
—Soy tu amiga, pero voy a decirte esto con sinceridad —anuncio—: tu esposo es malditamente caliente. Eres una suertuda. Te admiro por tenerlo.
—Gracias, mi esposo me enloquece.
—Tu esposo enloquece a cualquiera —aseguro—, de verdad que tú eres maravillosa. Tienes a Doug McQueen a tus pies. Bendita seas.
—Amén.
18 DE MARZO, 2014
—Jeremy, deja a Jeff dormir —pide por décima vez Hilary.
Jeremy resopla dejando al pequeño rubio dormir en su portabebés. Río, Jeremy es realmente divertido.
—¿No trabajas los martes? —me pregunta Jeremy, decidido a matar el tiempo.
—Mi jefa viene a este cumpleaños también, por lo que he obtenido el día libre.
—Eso es tener buena suerte —me observa pensativo—; mitad Dilary, ¿te has dado cuenta de algo?
—¿Qué?
—Estás rodeada de personas rubias. Pide un deseo.
Todos reímos en el auto, incluso, Doug que se mantiene tarareando alguna canción dándome la oportunidad de apreciar las pocas veces que canta. Doug conduce un poco más y quince minutos después se detiene frente a la casa de April. Bolton aquí estamos. Bajo del auto y estiro mis piernas, no fue un viaje eterno, pero sí que fue un viaje largo.
Tomo