El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany

El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany


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sus ojos divertidas.

      —¿Vienes?

      —No Kae, me quedaré un rato más aquí.

      Ella asiente mientras Harry grita una vez más el nombre de mi sobrino haciéndolo apremiar a Kae.

      Ayer fue mi segundo día de la semana trabajando con Claudia y cada vez quiero ahorcarla mucho más, pero estoy orgullosa de aún seguir, de no encontrarla como una traba y hacerme respetar. Orgullosamente puedo decir que no he accedido a llevarle ni un solo café ni buscar su ropa a la tintorería porque no es parte de mi trabajo, y me gusta dejárselo en claro.

      Soy su asistente en el área de trabajo, no en cosas personales. Otro aspecto incómodo ha sido tener que dar una vuelta de vez en cuando, en las ocasiones que Robert y ella coquetean, aunque ciertamente también la noté coqueteando con el chico de los recados y un hombre de su edad del área de administración.

      Ella es la imagen de la necesidad.

      —¡Oye! ¿Me ayudas? —pregunta una voz que conozco bien.

      Desvío mi vista de la ventana para darle mi atención a Doug en el marco de la puerta de mi habitación, él me sonríe mientras en su mano izquierda me muestra lo que parece una crema.

      —Hannah dijo que si tenía algún moretón que lo cubriera con esto… Viste mi caída ¿verdad?

      —Sí, la vi muy bien.

      —Bueno, después de bañarme resulta que noté un moretón en el centro de mi espalda pero jodidamente no llego —hace una mueca con sus labios—, pensé que podrías ayudarme.

      —¿Por qué yo?

      —¿Por qué confío en ti? —pregunta con una sonrisa que pretende ser inocente—. De acuerdo, porque ellos todos son unas bestias que serían muy bruscos y Harry no dejaría que Kaethennis me diera una ayuda.

      —De acuerdo, ven aquí.

      Él se acerca y se sienta frente a mí en el ventanal, es una suerte que los dos quepamos. Me tiende la crema y hace el intento de retirar su camisa pero lo detengo ubicando mi mano en su brazo, no es como si no quisiera verlo sin camisa.

      —Si te quitas la camisa y alguno de mis hermanos nos encuentra, por un momento serán irracionales y harán un escándalo estúpido, sin contar que papá fingiría estar molesto de tener un hombre sin camisa en mi habitación.

      —Tienes razón, ¿solo la alzo un poco?

      Asiento mientras lo veo darse la vuelta y luego alzar la camisa dejando a la vista su muy buena espalda. Contengo el suspiro que quiero soltar. Efectivamente en el centro de su espalda descansa una gran mancha rojiza que de seguro luego se tornará más oscura, está justo sobre el tatuaje de estrella de puntas desviadas.

      Echo un poco de crema en mis manos, respiro hondo y toco su piel caliente antes de comenzar a regar la crema por su piel.

      —Mierda, está fría.

      —Es porque es una crema mentolada.

      Creo que él maldice pero luego suspira cuando comienzo a pasar mis dedos de manera suave por su piel lastimada y después todo es silencio mientras acaricio y esparzo la crema. Hago círculos con mis dedos y él suspira una vez más.

      —Esas han de ser las manos de un ángel, princesa.

      —Entonces, no lo estoy haciendo mal.

      —Lo estás haciendo increíble —asegura. No puedo evitar reír antes de terminar y retirar mis manos.

      Él baja cuidadosamente su camisa y se da la vuelta para verme con una sonrisa. Sus mejillas sorprendentemente se encuentran un poco sonrosadas, sabrá el cielo que estuvo pensando durante todo este tiempo.

      —Gracias, princesa.

      Estiro mis piernas y él las coloca sobre su regazo mientras se acomoda mejor en el ventanal, comienza a tirar de la tela de mi pantalón.

      —Entonces… ¿Sigue siendo una ogra tu jefa?

      —Cada vez se vuelve más pesada —río—, ella tiene a los trabajadores como una especie de trabajadores sexuales o algo así.

      —¿Cómo es eso? —pregunta riendo.

      —Bueno, creo que se ha liado con alguno de ellos y ahora se trae algo con el de Recursos Humanos y uno de Administración.

      —Entonces ella es una puma.

      —Ni que lo digas.

      Él tira de mi piel junto a la tela haciendo que me queje lo cual parece hacerlo reír, ladea su cabeza a un lado y me ve a través de sus pestañas, luce encantador.

      Cualquiera puede decir que Doug tiene las características físicas de lo que se denomina un ángel, una belleza increíble, pero nada de lo que pasa por su cabeza o de lo que escapa de sus labios lo diría un ángel.

      Es fácil darle un vistazo y clasificarlo como un niño bueno, pero solo pasa con él dos minutos y te das cuenta de que es de todo menos angelical.

      —¿Irás a la fiesta del lanzamiento del CD? —pregunta con interés.

      —Por supuesto, Harry me dio entradas para mis amigos.

      —¿Invitaste a tu amigo qué no se calla?

      —Sí, invité a Frank, es mi amigo.

      —Tu amigo que quiere ser más que tu amigo.

      —Sí, pero yo solo seré su amiga.

      —¿Se lo has dicho ya?

      —No, pero voy a hacerlo —respondo, encogiéndome de hombros y viendo sus dedos tirar constantemente de la tela de mi pantalón—. ¿Por qué tanta pregunta?

      —Solo quería saber si irías.

      —¿Por qué?

      —No lo sé, sentí la necesidad de querer saberlo.

      Ante eso permanecemos en silencio mientras nos observamos. Imágenes de nosotros besándonos aparecen en mi mente, quiero otro beso.

      No lo mencionamos, ignoramos que nos besamos hace tan solo unos días, pero es algo que está flotando entre nosotros.

      Dije que quería más y desde luego yo iré por más. Doug no lo sabe, pero esto no ha terminado.

      —¿Bajarán a comer? —pregunta Harry en la puerta viéndonos con los ojos entrecerrados—. No te encontraba Doug.

      —Hilary estaba ayudándome con la crema —dice encogiéndose de hombros y poniéndose de pie al igual que yo.

      Harry nos mira con fijeza antes de sacudir su cabeza y tirar de mi brazo hacia él.

      —Vamos, mamá está esperando por nosotros para comer —me asegura mi hermano dándome suaves empujones y caminando junto a Doug—. ¿Kae te dijo que te traje barras de chocolate?

      —Sí, razón por la cual te amo más.

      —Qué interesada —musita Harry riendo.

      —Pero así me amas.

      —Siempre… —me asegura, veo a un lado y Doug me guiña un ojo antes de pasarnos y bajar las escaleras con rapidez.

      Capítulo X

      17 de octubre, 2012.

      —Miren, voy ganando —grita Dexter antes de seguir cantando en el karaoke.

      —Dex, ese no es un juego —señalo lo obvio.

      —Es mi jodido cumpleaños, si digo que es un juego, es un puto juego —señala a Natalie, una amiga de Andrew—, ponme una de Miley Cyrus.

      —¿Es en serio? —pregunta Doug riendo.

      —Muy en serio, hay que celebrar mis bellos 26 cantando, cabrones —vocifera


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