El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany

El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany


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que la mía es corta —murmuro por lo bajo.

      • • •

      —¿Fue tan malo? —pregunta Keith escuchando mis quejas mientras conduce.

      —Claudia Renette es una grandísima perra.

      —Mala palabra de la semana —dice Katherine enviando mensajes desde su celular—. ¿Realmente puede ser tan mala?

      —Ella dijo que yo lucía como una vagabunda.

      —¿De verdad? —interviene Keith—, pero si eres bastante atractiva.

      —Ella dejó muy en claro como no quería contratarme, incluso creo que indirectamente me llamó bruta.

      —Es un fastidio toparse con personas así —murmura Keith adentrándose en una pequeña urbanización. Luego se estacionó frente a un edificio bastante alto—, pero te digo algo, Hilary, no dejes que te monte el pie encima ni te haga sentir menos, esas personas alimentan su ego a base de menospreciar el buen trabajo de otro y siempre está la opción de denunciarla si no te trata con respeto y como se debe.

      —Sí, tampoco voy a dejarme pisotear —digo abriendo la puerta y bajando del auto—, es un edificio de muchos pisos.

      —Era eso mismo lo que iba a decir —murmura Katherine, acomodando la bufanda en su cuello, escuchamos a Keith reír—. ¿Cuántos pisos tiene?

      —Treinta —responde Keith activando la alarma del carro.

      —¿Y en qué piso está el apartamento? —cuestiono sospechando de su sonrisa.

      —Veintiocho.

      —¿Qué? —preguntamos al mismo tiempo.

      —Es uno de los más amplios y costosos.

      —Ya veo —murmuro caminando tras de Keith.

      Lo cierto es que finalmente estamos viendo el apartamento en el que Katherine y yo viviremos, mis padres estuvieron de acuerdo y mis hermanos insistieron en pagar la cuota inicial en lo que yo tenga mi primer sueldo y me adapto, son caprichosos y cedí sabiendo que no podía luchar contra los dos. <por supuesto que luego Harry uso un argumento súper extraño acerca de cómo debía cubrir la parte de la cuota inicial de Katherine también.

      Suspiro con alivio cuando veo el ascensor, aun cuando es un hecho que sin ver el apartamento Katherine y yo pactamos aceptarlo.

      En el ascensor hay esa música tonta que me hace reír mientras en el tercer piso un chico rubio junto a un moreno suben y sonríen al vernos, luego ven a Keith que les enarca una de sus cejas.

      —Buenas tarde —murmura el rubio.

      Les respondemos y nos mantenemos en un incómodo silencio. Ambos chicos bajan en el piso once donde entran más personas que van bajando en cada piso. Finalmente cuando creo que nunca sucederá, bajamos en el piso veintiocho.

      El pasillo es amplio y me doy cuenta de que solo tiene seis puertas, como que realmente sí es un piso costoso.

      —Vamos, Lucas, nos está esperando.

      —Casi suena como «Luca», no invoques al abuelo en un momento como este Keith —bromea Katherine.

      —A mí me gusta el abuelo Luca —señalo, caminando al final derecho del pasillo—, él dijo que yo le recordaba a una obra de arte y que no sabía cómo podía ser hermana de dos idiotas de los cuales uno no sabe ponerse un condón y el otro parece una nenita persiguiéndolo.

      —Bueno, el abuelo es agradable con las mujeres, no se puede decir que sea lo mismo con los hombres —señala Keith antes de adentrarse en el apartamento—, hola, Lucas.

      Katherine y yo lo seguimos, encontrándonos con un hombre que debe estar entrado en sus treinta, quizás llegando a los cuarenta, que nos regala una gran sonrisa antes de chequear su reloj.

      Estrecho su mano cuando me la extiende y escucho todo lo que tiene para decir, pero estoy sonriendo como idiota porque con un simple vistazo ya me gusta lo que veo.

      La sala es increíblemente amplia, muchísimo.

      Cuando Lucas nos da un pequeño tour por el apartamento quedo más fascinada. Tres baños, de los cuales dos están en dos de las tres habitaciones del apartamento, una pequeña sala de estar, un pasillo que lleva a una cómoda cocina y una pequeña terraza que nos permite tener una buena vista de la ciudad.

      Ahora entiendo por qué el costo del alquiler resulta un tanto costoso, vale la pena y es seguro. Además, está equipado, únicamente necesitamos quizás unos televisores, teléfono local y camas.

      Le hacemos ver que estamos encantadas con el apartamento y procedemos a leer el contrato. Lucas está afanado. En dos días es su viaje y tiene asuntos que resolver. Asegura que una vez el depósito se haga nos entregará las llave del lugar.

      Estoy tan entusiasmada cuando bajamos del edificio que casi paso por alto el mensaje de Doug.

      «¿Aún cabreada conmigo?»

      Muerdo mi labio mientras jugueteo con mi celular, para ser sincera ya ni recordaba por qué estaba molesta con él.

      Mi celular suena una vez más.

      «¿Algo que pueda hacer para que ya no estés cabreada?»

      Sonrío mientras paso una mano por mi cabello, no sé a qué juega Doug realmente, porque desde un tiempo para acá ha sido más sociable conmigo, es decir, siempre me ha hablado y dado comentarios subidos de tonos, me ha contado chistes y convivido conmigo, pero es como si algo hubiese cambiado.

      Ahora es diferente.

      «¡No ignores mis mensajes princesa!»

      «Ya deja de llenarme de mensajes, te estás volviendo pesado».

      —¿Puedes dejarme en un lugar cerca de la universidad? —le pregunta Katherine a Keith.

      —De acuerdo, recuerda que este fin de semana quedaste en ir con Bridget a Liverpool, papá y mamá están esperándote, Katherine.

      —Sí, lo recuerdo bien, tranquilo.

      «Me asusté, pensé que realmente ibas a pasar de mí. ¿Algo qué pueda hacer para compensarte?».

      «Ayúdame a diseñar una máscara tribal y olvido mi molestia».

      «Cuenta con ello».

      «Debe ser ya mismo»

      «¿Qué esperas? Mueve tu sexy culo hacia acá y deja que el caliente y sexy Doug te ayude»

      Me inclino hacia adelante, para que Keith me escuche mejor.

      —Déjame en el apartamento de Ethan y Doug, por favor.

      Veo a Katherine sonreírme, pero finjo no darme cuenta mientras otro mensaje llega.

      «¿Te espero desnudo y cubierto en chocolate?».

      No puedo evitar reír, aunque la oferta suena absolutamente tentadora.

      No sé a qué está jugando Doug, pero creo que sin darme cuenta yo también he iniciado la partida.

      «Espérame como quieras. No me quejo».

      Tarda un minuto en responder.

      «Putísima madre, me has coqueteado ¡tú me has coqueteado!».

      Sus mensajes llegan uno tras otro.

      «ESTOY SORPRENDIDO».

      «REALMENTE ME COQUETEASTE».

      «Eso es caliente».

      «Creo que sí voy a esperarte desnudo».

      «Espera, mejor no. Pero sí tengo ganas de verte».

      «Apuesto que te sonrojaste y piensas que miento».

      «Pero no miento, de verdad».

      «¿Confías


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