El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany
¿estás leyendo lo que te digo?».
Bajo del auto y me despido de los hermanos Stuart, río una vez más.
«Eres idiota, estoy abajo, voy subiendo, calma».
«Aww…, creo que tengo una erección de tan solo leer tu mensaje».
«¡¡¡Doug!!!».
Guardo el celular en mi bolsillo, subo al ascensor y finalmente camino hacia su apartamento, mientras me acerco, me doy cuenta de que está recostado del marco de la puerta sin camisa y con una sonrisa ladeada en su rostro.
—No estoy desnudo totalmente… ¿Pero cuenta estar sin camisa? —pregunta cuando estoy frente a él, presiona algo en su celular y el mío suena.
Bajo su atenta mirada leo el mensaje.
«Hoy luces hermosa.
Pdta.: estoy esperando hacerte pasar de primera para ver cómo te quedan esos jeans ajustados en tu parte trasera.
Pdta. de pdta.: me gusta que la camisa sea traslúcida y me deje mirar tu sujetador».
—¿En qué momento lo escribiste? —pregunto sorprendida.
—En el momento en el que te vi bajar del ascensor, estaba esperándote —se hace a un lado—, pasa adelante, princesa Jefferson.
—¿Andrew y Ethan? —pregunto pasando y escuchando su silbido de apreciación.
—Sí, esos jeans te quedan realmente bien —luego baja un poco sus párpados y chasquea la lengua—. No, Andrew; no, Ethan. Solos tú y yo.
—¿Solos?
—Totalmente solos.
Capítulo VIII
—¿Qué tal el primer día de trabajo? —me pregunta Doug extendiéndome el jugo de durazno que acepto beber mientras él toma el block, lápices y marcadores que le extiendo.
Doy un trago a mi jugo mientras mentalmente acuchillo a mi jefa. Al ogro de mi jefa. ¿Qué pasa con las jefas dulces? Kae me dijo que ella tuvo una jefa dulce en Liverpool ¡Yo exijo una Amelia!
—¿Y bien? —pregunta Doug mientras ve como saboreo con mi lengua mi labio inferior—, bonita lengua.
—Ella es…
—¿Ella es…?
—¡Una arpía! —digo y siento que me quito un peso de encima—, ella me llamó vagabunda, dijo que vestía mal y que ni se me ocurriera acostarme con el personal; o, al menos, eso insinuó.
Doug frunce ligeramente el ceño mientras escucha mis palabras, luego niega con la cabeza.
—Seguramente sintió celos de ti cuando te vio —asegura inclinándose hacia la mesa mientras toma un lápiz, qué buena vista tengo en este ángulo—, ya sabes, vio que eres toda preciosa y se intimidó porque está vieja.
—De hecho, no es fea, aunque está operada.
—Bueno, a mí no me gustan las tetas falsas, no me gusta pensar que estoy tocando rocas y no pechos —comenta, mirando pensativo el block—, así que opto porque tiene envidia.
—Claro…
—No te gusta nunca darme la razón —dice, sonrío solo un poco mientras me pongo de pie y me ubico a su lado.
No puedo evitar que mi vista se desvíe una que otra vez a su piel expuesta, no es mi culpa que él no esté usando camisa y me deje ver su atractiva espalda, pecho y un abdomen en el que se nota que se ejercita lo suficiente para tenerlo algo marcado.
—Parece que alguien está entretenida viendo mi cuerpo —ante el tono burlón alzo los ojos y él me observa—, adelante, que nada te detenga.
Lucho contra el sonrojo mientras finjo no escuchar su comentario, él ríe y niega con su cabeza.
—¿Te sentirías mejor si uso una camisa?
—Como quieras Doug.
—Bien, entonces, me quedo sin camisa —dice, encogiéndose de hombros, y esa ha de ser una de las mejores decisiones que Doug ha tomado en su vida—. ¿Blanco y negro o color?
—Color, quiero que sea llamativo, ya trabajé una en blanco y negro que es donde más me defiendo en dibujo, pero quiero que sea a color para poder usar plastilina y un poco de bordador líquido.
—Me perdí de lo que decías después de que dijeras que te defendías en blanco y negro, porque hiciste un morrito de lo más atractivo con tu boca —me asegura sin verme, pero sin dejar de sonreír mientras comienza a escoger colores—. ¿Qué tal azul, amarillo y anaranjado?
—Confío esto en ti.
—Eso es bastante presión —asegura mordisqueando uno de los colores—. ¿Quieres que sea ovalada, redonda? ¿Qué luzca tétrica, africana o qué?
—Algo innovador, creo que me gustaría que sea ovalada con picos en la cabeza, ya sabes, como triángulos…
—Lo entiendo —dice concentrado, me da una sonrisa controladora—, mientras comienzo puedes hablarme acerca de Katherine y tú yéndose a vivir juntas.
—¿Quién te contó?
—Hannah pasó una cadena diciendo «mi bebé se va a de casa, soy una mami llorando».
—Estás bromeando.
—No, puedes revisar mi celular y todo. Dexter capturó una imagen y la compartió en Twitter.
No puedo evitar reír mientras me inclino al lado de Doug para verlo trazar, él se detiene y aunque no me mira, enarca sus cejas.
—Es algo distractor que mientras intento dibujar tú estás inclinada de tal manera que estoy viendo debajo de tu camisa traslúcida, digo no me quejo de la vista, pero quiero hacer un buen dibujo para ti.
Me incorporo y camino hacia el sofá, donde me siento sin decir ni una palabra. Los hombros de Doug tiemblan, él se está riendo de mí, lo cual no es nuevo.
—Decidimos vivir juntas porque nos llevamos bien y necesitamos nuestro espacio —digo, él asiente con la cabeza—, y el apartamento es asombroso.
—Suenas entusiasmada.
—Lo estoy… Estoy independizándome.
Permanecemos en silencio y recuesto mi espalda del sofá mientras me dedico a observar su espalda contraerse mientras dibuja, además de la buena vista de su trasero. Es tentador visualizar la banda elástica del bóxer que está usando.
Estos son los pensamientos de una chica virgen.
—Leí algo sobre ti en varias redes sociales, principalmente porque era tendencia.
—¿Qué cosa?
—¿Te suena Dilla?
—No, no me suena… ¿Quién es esa? —murmura.
—Pues es tu nombre unido al de una chica que llaman Milla.
Doug deja de trazar mientras se da la vuelta, frunce mucho el ceño antes de resoplar con molestia.
—¡Joder! Solo tomamos algo luego de conocernos —dice—, no fue la gran cosa, una salida, su apartamento y ya y fue hace meses, solo que justo ahora una foto mía se filtró saliendo de su apartamento.
Lo observo, «fue hace meses», bueno, no me importa cuando fue: durmió con Milla…, a todas estas ni idea de quién es Milla.
—¿Quién se supone que es Milla? No me suena de nada.
—Es una bailarina americana, bueno, específicamente estadounidense —me responde escrutándome con la mirada—, solo una chica con la que dormí hace mucho tiempo, Hilary.
—No es mi asunto.
—Pero