El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany

El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany


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la cabeza hacia atrás riendo de algo que una morena le dice, sin borrar la sonrisa posa junto a la morena que besa su mejilla, luego él niega con su cabeza y me ve. Me hace señas para que me acerque, por supuesto que su grupo de fans me nota mientras me acerco.

      Cuando estoy lo suficientemente cerca Doug tira de mi brazo hacia él y estampa un beso ruidoso en mi mejilla que me hace reír. Luego les sonrío a las chicas que lo rodean, quienes parecen que no tienen ningún inconveniente en reconocerme.

      Ya ves, parece que soy famosa.

      —Eres increíblemente hermosa —me dice una de ellas—, mucho más que en fotos.

      —Sí, muchos viven peleando por cuál hermano Jefferson es más caliente, pero me parece que Hilary les gana —dice Doug riendo y jugando con la manga de mi suéter.

      —¿Crees que puedes tomarte una foto con nosotras? —pregunta una rubia.

      —Claro —acepto porque no es la primera vez que pasa, ha pasado tantas veces que Harry me recomendó solo seguir la corriente.

      Ellas se ubican alrededor de mí, exceptuando la morena que se ofrece a tomar la foto, Doug no se une, él observa divertido.

      Ellas agradecen y me parece que la morena deja su número de teléfono a un divertido Doug que las despide con un abrazo. Siento algunos flashes, otra cosa típica a la que me he acostumbrado, sobre todo cuando estoy con alguno de ellos.

      —¿Lo conseguiste? —me pregunta girándose hacia mí.

      —¿Qué cosa?

      —El trabajo.

      Lo miro con sorpresa mientras ubico mis manos en mis caderas, él imita mi postura viéndose totalmente femenino haciéndome reír.

      —¿Lo recuerdas?

      —Hilary, no tengo el cerebro del tamaño de un maní, me lo dijiste ayer y estuve cruzando los dedos para que lo consiguieras —me da una sonrisa minúscula mientras mete las manos en los bolsillos traseros de sus jeans y mira tras de mí—. ¿Lo conseguiste?

      —¿Si te digo que sí, qué pasa? —no me puedo creer que en estos últimos días he estado hablando con Doug sin timidez, no sé qué es lo que ha pasado, pero me gusta de esta forma en la que él no debe sacar las palabras de mí, yo sola las dejo salir.

      —Te daré un abrazo que nadie va a superar —me dice entrecerrando sus ojos mientras me da una gran sonrisa.

      —Lo conseguí.

      Apenas termino de decirlo, me encuentro entre los brazos de Doug, quien me alza del suelo y gira, sosteniéndome. Me agarro fuerte de sus hombros. Está loco.

      —¡Vas a hacerme caer!

      —¡La princesa Jefferson lo consiguió! —grita, sé que estas fotos estarán por Internet y que dirán algo como «el tecladista de la banda gritó…».

      Aun así disfruto del momento, justo antes de que él me libere, pero hace que mi cuerpo roce el suyo hasta tocar el suelo, siento como si cada parte de mi cuerpo que tocó el suyo quemara, mientras él me ve con una sonrisa ladeada, toma un mechón de mi cabello.

      —Eres increíble, Hilary Jefferson —murmura en voz baja antes de inclinarse y besar mi mejilla.

      No entiendo cómo me mantengo de pie luego de un momento como este. Es platónico, Hilary, es platónico. Pero no, qué va, ya no lo veo como un platónico.

      De hecho ahora se mira y se siente muy real.

      —¿Pasamos?

      Asiento aún sorprendida por la manera en la que Doug y yo hemos estado relacionándonos, incluso esto está sucediendo desde antes de que se fuera de gira por América.

      Veo cómo tatúan la muñeca de Doug, él hace algunas muecas, pero no se queja, al igual que lo hacen todos después de haberse hecho su primer tatuaje.

      Es tan encantador ver cómo lo tatúan que por un momento tengo un ataque de valentía y me gustaría probar algo pequeño y significativo.

      —¿Yo podría tatuarme? —pregunto, esperando que cualquiera de los dos hombres que están tatuando me responda. Doug me observa con sorpresa.

      —Princesa, no te traje para que sintieras presión por tatuarte.

      —Siempre he querido hacerme algo que me identifica mucho y ciertamente me recuerda a ustedes —digo, luego frunzo el ceño intentando descifrar qué lugar sería adecuado—, aquí.

      Tiendo mi dedo anular, donde espero en algún futuro descanse una alianza de matrimonio, como dije, es algo mínimo que me recuerda a mis hermanos, a BG.5, incluso a mis padres.

      —Quiero una pequeña corona, ya sabes, algo sencillo y que bajo de ella diga Jefferson, pero que sea pequeño, por favor —miro a Doug—, es lo que quiero.

      —Vaya —dice y luego silba—. ¿Realmente vas a hacerlo?

      —Realmente, quiero hacerlo.

      —Una chica hermosa y con buenas ideas —dice el rubio al que le están terminando de tatuar el tobillo, me guiña un ojo—, me gusta.

      —Bueno, puedes guardar tus halagos —le recomienda Doug—. ¿Quieres que ayude a diseñar la corona? Después de todo eres una princesa especial.

      Mi respuesta es afirmativa mientras le extienden papel y lápiz, es una suerte que sea su muñeca izquierda la que está siendo tatuada.

      Apenas veo la aguja dirigirse a la piel de mi dedo anular abro los ojos con sorpresa. Ahora qué va a suceder ya no me parece que yo sea tan valiente.

      El hombre de barba, el mismo que tatúo a Doug, ríe mientras aleja la aguja, ya que que al parecer yo he cerrado mi mano en un puño. Doug ríe y con sus dedos acaricia los nudillos de mi mano cerrada. Estoy aterrada.

      —Tranquila, princesa, relájate —sugiere, luego se mantiene serio—, si no quieres, Hilary, no tienes que hacerlo.

      —Kae me dijo una vez que los miedos hay que vencerlos y vivir con ellos —recuerdo inhalando hondo—, quiero hacerlo, solo…

      —¿Quieres que sujete tu mano libre? —asiento y luego no solo tengo su mano sujetando la mía, él entrelaza nuestros dedos y la sensación que invade mi pecho y estómago es nueva.

      —Está bien, vamos a hacerlo —le digo al hombre de barba.

      El diseño es espléndido, una corona en color negro pero con muchos detalles, que tiene pequeñas gemas que según Doug deben ir en color azul. Sé que algunos tatuajes que llevan mis hermanos, los chicos y alguna que otra persona, han sido diseñados por Doug. Realmente sabe lo que hace.

      Apenas la aguja perfora y traza una pequeña línea, quiero arrepentirme. No me importa ser una nenita, eso duele y me encargo de manifestarlo a través de un quejido y apretando la mano de Doug.

      —Oh, voy a moverme, esto duele, duele —musito a Doug.

      —Háblame —pide Doug intentando distraerme—. ¿Qué hubo de malo en tu cita como para que huyeras?

      Gimo dolorosamente sintiendo perfectamente los trazos que perforan mi piel, quizás no escogí un área adecuada para el tatuaje. Duele.

      —Princesa, respóndeme. Enfócate en mí, vamos, ignora lo demás.

      —Frank es mi amigo y me gusta que sea mi amigo —digo, apretando mis labios y tratando de distraerme únicamente viéndolo a él—, es dulce… Y atractivo a su manera, pero no me gusta de otro modo y estoy molesta de que quiera dañar nuestra amistad.

      —¿Le dijiste eso?

      —No quiero lastimarlo con el rechazo…

      —¿No crees que lo lastimas más cuando no eres sincera acerca de cómo te sientes?

      Abro mi boca y exhalo mientras cierro los ojos, escucho el zumbido de la máquina, duele, pero


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