El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany
lado porque me parece que es un momento muy privado e íntimo, los escucho reír y luego ella lo llama tonto.
—Adam se durmió hace una hora, seguramente dentro de poco despierta con hambre, en el microondas está una papilla y en la nevera jugo de manzana, también dejé unas pizzas que puedes calentar por si te da hambre. A las nueve de la noche ya debemos estar aquí.
—Sus galletas de animalitos están en la despensa —agrega Keith esperando que Bridget tomé su bolso—, cualquier cosa, tienes nuestro número y, bueno, el de cualquier persona que pueda ayudarte.
—Tranquilo, lo tengo bajo control, no es la primera vez que lo cuido.
—Vale, nos vamos, de nuevo gracias, Hil, eres un sol —asegura Bridget arrojando un beso y arrastrando a Keith, no puedo evitar sonreír.
Respiro hondo notando el silencio en el apartamento, un buen, costoso y amplio apartamento. Me siento en el sofá y saco mi celular para entretenerme un rato.
Por supuesto que en Twitter tengo una mención de Doug, aunque sea dos veces a la semana él me mencionará en algún comentario que no tenga sentido, esta no es la excepción.
«Las princesas no deben dejar que se les caiga la corona, agárrala bien» no puedo contener la risa, Doug es tan impredecible que nunca sé qué esperar.
Después de intercambiar mensajes con unos cuantos amigos comienzo a sentir mis ojos pesados mientras bostezo y en algún momento me quedo profundamente dormida.
Me despierto sobresaltada por un gritito seguido de un llanto. Veo mi reloj y me doy cuenta de que dormí por una hora. A paso apresurado voy a la habitación de Adam.
La habitación de Adam le hace la competencia a la de Harry Daniel, es la súper habitación. Me acerco hacia su cuna donde lo encuentro sentado en el medio llorando con su rostro fruncido y gruesas lágrimas cayendo por su rostro.
—Oh, nené, no llores —le hablo y mi voz capta su atención.
Adam es un niño que se va con facilidad a las personas, excepto cuando Keith está a su alrededor, cuando su papi está alrededor él no tiene ojos para más nadie.
Sus ojos grises y muy oscuros que parecen azules me observan mientras llora bajito y alza sus pequeños brazos hacia mí. Inmediatamente lo tomo y su primera acción es esconder su rostro en mi cuello.
Adam es tan hermoso, no sé qué tienen los Stuart que hacen bebés espectaculares.
Él se calma y en algún momento saca su rostro de mi cuello para observarme, le doy una gran sonrisa que él acaba por imitar aún con sus pestañas húmedas, esa sonrisa muestra cuatro dientes en la parte de abajo que lo hacen adorable.
Según Katherine, Adam tiene diez meses, aunque creo que mañana cumple los once. Parece que ha obtenido un corte de cabello porque este está sobre sus cejas lacio y oscuro como el de Bridget.
Él mete la mano en su boca y la succiona con fuerza, esa es mi señal de que tiene hambre. Me dirijo a la cocina y lo dejo en su silla de comer mientras le doy uno de sus juguetes para entretenerlo.
Son las siete y media y me encuentro viendo televisión, un canal infantil para bebés, Adam tiene su cabeza contra mi pecho, parece agotado luego de gatear tantas horas y jugar. Me gusta cuidar a Adam no da mucho trabajo, únicamente que es un bebé gateador que hay que perseguir por toda el apartamento, puedo imaginarlo caminando y veo que Bridget y Keith tendrán que ir tras de él continuamente.
Bostezo un poco porque me encuentro cansada, la noche anterior estudié hasta tarde, específicamente estuve redactando parte de mi trabajo de grado para graduarme. El sonido del intercomunicador nos sobresalta a ambos.
Rápidamente me dirijo hacia el aparato, obviamente Keith y Bridget tienen llaves, por lo que ni idea de quién pueda ser.
—¿Quién?
—Transporte McQueen buscando a Hilary —responde una voz que rápidamente hace sonreír mientras presiono el botón de abrir.
Espero pacientemente a que llegue al piso donde me encuentro, lo veo salir del ascensor caminando mientras silba. Va vestido de negro, lo cual hace muy pocas veces, pero el negro hace que sea vea increíblemente caliente.
—¿Te enviaron a buscarme? —preguntó, él asiente con la cabeza antes de besar mi mejilla de manera lenta y luego sonreírle a Adam, quien le devuelve la sonrisa—, pensé que Andrew vendría por mí.
—Andrew debió acompañar a Ethan a Bolton, se presentó una emergencia con April.
—Oh, espero que ella siga luchando —digo haciéndome a un lado para que él pueda pasar.
Después de todo Doug está en la lista de personas que puede entrar al apartamento aunque los dueños no estén.
—La mierda está en que Ethan realmente quiere apoyarla… ¿Sabes? Pero apenas pone un pie en Bolton su mamá comienza a recordarle cuán decepcionada está de sus elecciones, él dice que no le afecta, pero todos sabemos cuánto le duele, por ello Andrew decidió ir con él.
Adam se acurruca contra mí cuando me siento en el sofá, lo meso un poco para ayudarlo a dormir, él estira su pequeña mano hacia la boca de Doug, quien le da un pequeño beso.
—¿Crees que podrías ir a la nevera por su chupete azul? —pido e, inmediatamente, Doug va por él.
Cuando le doy el chupete a Adam, con gusto él lo succiona mientras sus ojos se hacen pequeños hasta dormirse. No puedo evitar besar su frente.
Recuesto mi mejilla de su cabello de manera que mi cabeza queda ladeada hacia Doug quien me observa con fijeza.
—¿Qué?
—Nada… Solo que parece que realmente te gustan los niños.
—¡Me encantan! —digo entusiasmada—, cuando era niña quería tener siete, pero un día en la escuela nos hicieron ver cómo nacen los bebés y decidí que con uno podría ser feliz, además, Harry está dándome sobrinos.
—Sí, pero…, supongo que no es lo mismo un sobrino que alguien que proviene de ti.
—Sí, por eso digo que tendré aunque sea uno —murmuro acariciando la espalda de Adam—, supongo que contigo tú te conformarás con los sobrinos que BG.5 te dé.
—No quiero envejecer solo, así que supongo que en algún momento de mi vida tendré un hijo —se encoge de hombros, como si hablara de comprar una camisa—, así que cuando tenga quizás 40 años me encargaré de hacer un bebé.
—¿Cómo que vas a encargarte? —lo miro incrédula, él no puede estar hablando en serio.
—Bueno, buscaré a la mujer adecuada para tener un hijo.
—¿Qué pasa con el amor? —pregunto—. ¿Puedes tener un hijo con alguien por el que no sientas nada?
—Bueno, puedo buscar una mujer sensual que…
—¡Detente! El que sea sensual no garantiza que algo no esté mal con su genética o que sea una perra que luego te quite el dinero y no te deje ver a tu hijo.
—Bueno, podemos tener una relación cordial y…
—¿Por qué mejor no donas tu esperma y que alguna desconocida la compre? ¿No te parece una mejor idea Doug? —señalo con sarcasmo, él alza sus manos en defensa.
—Calma, solo estoy dando mi opinión —dice con lentitud—, no entiendo de dónde viene tu molestia.
Aprieto mis labios porque él tiene razón, no hay razón para que me lo tome tan a pecho, pero me molesta que lo vea de esa forma.
—De acuerdo, lo siento —digo y al menos no me sonrojo.
—No te preocupes, ya veo que no puedo tocar un tema de bebés contigo.
—Sí, no es un buen tema que se nos dé… ¿Eh?
Él