El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany
con desconfianza, pero rápidamente Doug nos guía a la salida.
Me hace caminar a paso apresurado, lo cual no entiendo, pero extrañamente me encuentro sonriendo, es algo divertido estar enredada entre tanto drama amoroso, además de que nunca he hecho de Cúpido.
—¿Así que dejaste algo en mi auto?
—Temí que me llevaras la contraria.
—Qué va, esta va a la lista que tengo sobre favores que me debes —llegamos a la salida principal, donde yo saco el suéter de mi bolso para cubrirme de la noche fría, Doug lanza un bufido mientras frota sus manos.
—Es una lástima que el frío me impida disfrutar de la bonita vista de tu espalda, por lo menos aún puedo echar vistazo a la forma en la que ese pantalón ajustado hace ver tus piernas y otras áreas de tu cuerpo.
—Yo creo que tú definitivamente no tienes un filtro entre tu boca y pensamientos, no puedes simplemente decirme cosas como esas.
—Bueno, siempre informo cuando algo me gusta, no puedo callar cuánto me gustan tus cualidades físicas, es decir, eres toda una belleza que disfruto observar cuando tengo la oportunidad de que tus hermanos no saquen mis ojos.
—Yo podría sacarte los ojos —le advierto en broma, en respuesta él toma mis manos delgadas entre las suyas de dedos largos que hacen maravillas al tocar el piano, un lado perverso de mí, quiere llevar los pensamientos más allá de la habilidad de Doug con algo más que tocar el piano, pero los reprimo.
—Con estas manos tan suaves y delicadas no creo que saques mis ojos, en todo caso se sentiría más como una acaricia —murmura, acariciando mis nudillos con sus dedos, luego me ve con los ojos entrecerrados—, pero desde luego he aprendido que eres tranquila, pero cuando te molestas mierda santa que explotas, así que mejor alejo esos lindos dedos de mis ojos.
—Sí, es lo mejor —digo viendo aún mis manos entre las suyas, parece que eso también capta su atención justo antes de que su celular suene con una canción de Beethoven, sí, nadie se esperaría un tono como ese de llamada en el celular Doug.
Él libera mis manos y se aleja para atender la llamada, quien sabe, puede incluso ser la «modelo» que Ethan nombró hace unos días.
Saco la barra de chocolate que había guardado y le doy un delicioso mordisco al tiempo que veo a Doug acercarse.
—¿Katherine? —me cuestiona, reviso mi celular.
—Quedamos que si en veinte minutos no salía, que me fuera.
—¿Es eso seguro? ¿Dejarla aquí de este modo?
—Por muy molesto que Ashton esté, o aun cuando pueda mandarla a quien sabe dónde, él no la dejaría irse sola.
—Cierto —afirma—, entonces, esta noche yo estoy llevándote a tu casa.
—Sí —le doy otra mordida a mi barra de chocolate—. ¿Nos vamos?
—Solo esperemos un momento —me asegura mirando alrededor.
—¿Por qué?
Se rasca la parte trasera de la nuca, justo antes de arremeter contra mi barra de chocolates, tomarla en su mano y darle una gran mordida, me escucho dar un grito que lo hace reír.
—¡Grandísimo imbécil! —grito intentado tomar el resto de mi barra de su codiciosa mano—, siempre robas mis chocolates.
—Son más deliciosas cuando te las quito.
Cuando mis manos intentan alcanzar la barra que sostiene en una de sus manos, él toma las mías y las ubica detrás de mi espalda. Qué vergonzoso resulta que mi espalda, como resultado, esté arqueada, sus ojos brillan divertidos.
—Si quieres el resto de la barra… —murmura con lentitud antes de llevar la mitad de la barra a su boca dejando la otra fuera de ella—, tómala.
—Pero tienes mis manos agarradas.
—Usa otros medios para tomarla, princesa Jefferson.
Respiro hondo porque siento que el aire se hace denso y difícil para mis pulmones, sus ojos brillan mucho, tanto que el azul de sus ojos se ve más nítido y colorido. Miro sus labios que son llenos y pequeños de una buena forma y que sostienen mi preciada barra.
Además de querer la barra, resulta que ahora también quiero su boca. Vaya lío.
—Hilary… ¿La tomarás o no?
—¿Quieres apostar a que la tomo solo para que veas que no siempre vas a salirte con la tuya?
—Me encantaría ver eso —me reta.
Me pongo de puntillas sin creerme que estoy a instantes de tomar mi deliciosa barra de chocolate de unos labios que parecen más deliciosos que cualquier golosina. Me doy crédito ante el hecho de que no estoy jadeando ni hiperventilando, la evidencia que me delata a mí misma de cuánto quiero esto, es el resonar de los constantes y acelerados latidos de mi corazón.
Los parpados de Doug caen un poco mientras me ve, luego echa un vistazo detrás de mí y rápidamente da un paso hacia atrás dejándome desconcertada mientras de un bocado come la barra de chocolate. Me doy la vuelta y no me puedo creer que vea a Dexter caminando hacia nosotros, pero con su mirada fija en su celular.
Observo, incrédula, y rápidamente con furia a Doug. Él, al menos, parece un poco avergonzado.
—Dijiste que no se lo dirías, ¡te lo pedí! Es mi vida —digo con los dientes apretados y muy bajo porque Dexter está por llegar a nosotros.
—Lo siento, Hilary, pero él preguntó y no iba a mentirle.
—Claro, porque no puedes mentir, pero sí romper mi confianza en ti —digo y él hace una mueca. Estoy tan molesta y decepcionada.
Es como si no me creyeran capaz de tomar mis propias decisiones y manejar mi vida. Eso cansa, absolutamente… Me cansa.
—Hola —saluda Dexter con una sonrisa ladeada antes de besar sonoramente mi mejilla y apretar las mejillas de Doug con sus manos—. ¿Estamos listos para irnos? No traje auto para que estemos en uno.
—No hay problema —asegura Doug sacando las llaves de su auto y viéndome de reojo.
—¿No falta una chica aquí? ¿Dónde está la fiver divertida?
—Ella está bien —le aseguro—, está con Ashton.
—De acuerdo, entonces, ¿vamos por algo de comer? —me cuestiona mi hermano mientras comenzamos a caminar hacia donde Doug estacionó el auto.
—Preferiría que me dejes en casa, prometí a mamá que llegaría temprano.
—Bien sabes que puedes quedarte en mi apartamento como tantas veces lo has hecho, Hil… ¿Qué me dices?
Estoy molesta y quiero irme a casa, pero Dexter hace un ridículo puchero en el que resalta su piercing en forma de aro en una esquina de su labio inferior. No puedo evitar reír.
—De acuerdo, pero espero y hayas comprado muy buenas películas y tengas muchas golosinas.
—Todo para mi hermanita —me asegura, besando de una manera babosa mi mejilla.
—¡Dexter!
—Solo es un beso baboso de hermanos —me asegura riendo.
Cuando llegamos al auto de Doug, él me da una mirada, pero lo ignoro. No puedo creer que le dijera a Dexter, aún más, no puedo creer que estuve a instantes de tomar la barra de chocolate de su boca y Dexter llegara.
Se siente como que perdí una gran oportunidad. Se siente como que perdí algo.
Capítulo V
4 de octubre, 2012.
—Quiero vivir sola —digo, haciendo que Jane deje de comer para observarme con sorpresa—, bueno,