El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany
cercana como lo es Katherine, creo que Katherine llegó a mi vida como un golpe de suerte.
Aun así, tengo una amistad sólida y agradable con Jane, ella parece estar esperando mi respuesta.
—No quiero vivir con mis padres, digo, tengo muchas comodidades, pero quiero independizarme. Solo me faltan unos ocho meses quizás para graduarme, quiero tener más independencia.
—¿Y cómo vas a pagarlo? —cuestiona.
—Cuido a un niño que considero mi sobrino —hablo de Adam—, no es todo el tiempo, pero cuando lo hago obtengo buena paga, al igual que cuando cuido a mis sobrinos. Hago algunas esculturas y pinturas que ya sabes que vendo y recientemente me han ofrecido el puesto de asistente de la gerente de una galería, desde luego voy a aceptar, solo estoy haciéndome la difícil.
—¿Así que tendrás trabajo? —me pregunta Jane con una sonrisa.
—Sí, mañana iré para que me hagan una entrevista, mis padres están encantados.
—¿Y tus hermanos?
—Aún no se los comento, pero ya sabes, les encantará la idea.
—¿Qué idea? —pregunta Katherine tomando asiento, no puedo evitar reír señalando su barbilla—. ¿Qué?
—Tienes un poco de pintura en tu barbilla —le indica Jane terminando de comer y poniéndose en pie—, debo irme, me están esperando en el museo.
—De acuerdo —concedo.
Jane desde que la conozco siempre ha trabajado para un pequeño museo de arte, así que es bastante agradable saber que yo estoy a poco tiempo de ser la asistente de una muy buena y excelente galería.
—Entonces, ¿qué idea va a gustarle a tus hermanos? —cuestiona tomando una de mis tostadas y llevándolas a su boca, me doy cuenta de que sus dedos están de igual manera manchados de pintura.
—¿Educación Artística?
—Así es, hoy estábamos trabajando los colores primarios —ella suspira—, qué rápido pasa el tiempo, no puedo creer que voy a pasar al tercer semestre.
—Deja el melodrama —digo riendo y bebiendo de mi jugo—, y de lo que hablaba con Jane es del hecho de que voy a aceptar ser la asistente de Claudia.
—Sabía que aceptarías… —ella hace una mueca—, oh, por cierto, Bridget te mandó a decir si estás disponible para cuidar a Adam hoy…, ella y Keith tienen una importante reunión.
—¿Por qué no puedes tú?
—Porque quedé con Ashton.
—¿Vas a dejar el misterio de una vez y decirme en que quedaron tú y Ashton?
—No, aún no, quiero hacer las cosas bien, ya luego te diré absolutamente todo.
—Pues aquí va mi primera palabra sucia de la semana «maldita perra» —le digo entre dientes haciéndola reír. Soy consciente de que de hecho he dicho dos.
—Ahora solo te queda una palabra, así que guárdala muy bien. Aunque técnicamente dijiste dos, pero me haré la idea de que perra no cuenta.
—¡Hola por aquí! —me dice Frank al oído haciéndome dar un brinco que el jugo acabó derramado en mi pantalón.
—¡Mierda! —exclamo, llevando una mano a mi corazón.
—Olvídate de lo de la palabra libre para la semana, acabas de gastar tus dos palabras sucias hoy —se burla Katherine tomando otra de mis tostadas.
—¿Te he asustado? —cuestiona Frank sentándose a mi lado—. Hola Kathe.
—Hola Frank.
—Sí, me has asustado —digo intentando limpiar mi pantalón con una servilleta.
—Tal vez te asusté porque has estado evitándome.
Me tenso un poco mientras finjo no haberlo escuchado, Katherine nos observa curiosa mientras siento la mirada de Frank.
Alguien debe escribir un manual sobre cómo rechazar a un amigo cuando quiere ser más que amigo, puedo patrocinarlo.
—Entonces, ¿has estado evitándome? —cuestiona Frank sin perder la sonrisa, eso sin duda me hace sentir culpable.
Lo he estado evitando porque no quiero escucharlo invitarme a salir, es mi amigo, y he tenido suficiente tiempo para saber que no me gusta de otra manera, no entiendo porque algunas personas se empeñan en hacer la línea de la amistad tan frágil, quiero gritarle «Frank retrocede, retrocede», pero soy alguien que sabe muy bien que los sentimientos no se controlan.
—No estoy evitándote, solo he estado un poco ocupada.
—Es cierto —concede Katherine, pero ella es tan mala mintiendo que prefiero que mejor no hable.
—Hasta te búscaste una abogada —bromea Frank y señala a Katherine quien se sonroja un poco.
—No seas tonto, solo estuve algo ocupada —digo.
—De acuerdo —Frank saca un CD de su mochila—, aquí está el cortometraje que te comenté que quería que vieras, solo que no apareciste.
Rayos, lo olvidé totalmente. Tanto esconderme me hizo olvidar que había quedado en ver su material justo antes de que me invitara a salir.
—Podrías venir a verlo a mi apartamento, ¿qué dices? —me pregunta con una bonita sonrisa.
Creo que me pongo nerviosa por razones muy distintas a la emoción. Katherine debe entender mal mis nervios porque ella me sentencia.
—Claro, como una cita… ¿Qué tal si la ven mañana? —propone.
—Me viene perfecto.
Voy-a-matarla.
—¿Qué me dices, Hil? —me pregunta Frank con una gran sonrisa.
Odio no ser capaz de decirle «no» a alguien que quiero, estoy detestando mi respuesta, incluso antes de decirla.
—Me parece estupendo —digo encogiéndome de hombros.
• • •
—Transporte Wood hace su primera parada —anuncia Andrew con las manos alrededor de su boca fingiendo ser un megáfono, no puedo evitar reír.
—Gracias por traerme, Andrew —digo bajando justo frente al edificio donde viven Bridget y Keith, a cuidar a Adam, luego miro a Katherine bajar para sentarse en el asiento delantero—, asegúrate de dejar a Katherine a unas cuadras de su residencia, por estúpida.
—¡Oye! —se queja Katherine—. Ya te dije que pensé que querías salir con Frank.
La ignoro deliberadamente mientras arrojo mi mochila al asiento trasero junto a otras de mis cosas, guardo mi celular y algo de dinero en el bolsillo trasero de mi pantalón.
—¿Puedes guardar mis cosas, Andrew? —pregunto pestañando continuamente haciéndolo reír.
—De acuerdo, pero prométeme que aprenderás a conducir.
—¡Lo haré algún día! En serio, solo denme tiempo —me quejo alejándome.
Toco el intercomunicador, me adentro al ascensor y en pocos minutos estoy frente al apartamento de Bridget y Keith. Ni siquiera me da tiempo de tocar la puerta cuando esta se abre y Keith me jala del brazo adentrándome.
Besa mi mejilla distraídamente mientras arregla su corbata. Hablando de hombres caliente, Keith es uno de ellos.
—Hola, Hilary, gracias por aceptar cuidar a Adam, no podemos faltar a esta reunión del bufete de abogados del padre de Bridget —dice rápidamente—. ¡Bridget! ¡Hilary, está aquí!
—¡No grites! Despertarás a Adam —dice Bridget envuelta en un fabuloso vestido color verde ajustado de mangas cortas y con su cabellera