El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany
momento sincero y nada perverso diciéndote que hoy te ves realmente hermosa, aunque tú siempre eres hermosa.
—Gracias.
—No tienes que agradecer que sea sincero —dice mientras sus dedos se pierden entre mi cabello.
No hacemos nada durante muchos segundos, solo observarnos. No soy buena en eso de sostener miradas por mucho tiempo, no por apenarme, sino porque me aburro y admitamos que es incómodo, pero los ojos de Doug son tan bonitos que vale la pena.
En algún momento siento su mano ir tras mi cabeza y ejercer una pequeña presión que lleva mi rostro al suyo. Antes de que pueda darme cuenta tengo mis ojos cerrados sintiendo la presión de los labios de Doug sobre los míos.
Su mano libre se posa sobre la piel desnuda de mi pierna, no de una manera juguetona, es más un gesto dulce.
A diferencia del beso anterior, él parece ser mucho más delicado con este, moviendo suave y lentamente sus labios sobre los míos. Siento el tanteo de su lengua sobre mis labios y cuando dejo pase libre para mi boca él no duda en profundizar el beso.
Una de mis manos se posa en su pecho para sostenerme mientras le sigo el ritmo a sus labios. Veo que Doug es bueno dando diversos tipos de besos.
Su lengua acaricia la mía lentamente mientras nos besamos. Bueno, ahora realmente quiero agradecer a mis padres por haberme dejado acá.
Escuchamos una risa masculina y Doug separa lentamente su boca de la mía mientras ve detrás de mí con los ojos entrecerrados.
—No diré nada de lo que acabo de ver —anuncia Jeremy—, solo te buscaba para decirte que me voy y me llevo a Marco y Lana.
—De acuerdo —dice Doug—, me avisas cuando llegues dolor de culo.
—Soy tu hermano mayor, rubiecito, respeto —bromea, me giro liberándome del agarre de Doug en mi cabeza, y observo a Jeremy—, nos vemos luego…cuñada.
Jeremy se retira riendo, mientras yo aún siento la mano de Doug en mi pierna, me atrevo a observarlo a través de mis pestañas y no es difícil ver la contrariedad en su rostro.
Es como si se debatiera entre sus pensamientos, no es muy difícil saber cuál es la batalla interna que lleva.
Yo soy la chica que aseguró para sí misma que quiere más, muy bien yo puedo dar el primer paso.
—Sé lo que estás pensando —musito y capto su atención—, quiero decir algo.
—Te escucho.
—Mi compañera de piso está en algún lugar con el celular apagado y las llaves, no tengo a dónde llegar —respiro hondo—, pero aun cuando estás proponiéndote dejar pasar lo que acaba de ocurrir, puedes olvidarlo en diez horas y más, pero no ahora.
—¿No ahora?
—No, podemos salir ahora de este lugar y hacer algo… —él enarca una de sus cejas dándome un pequeña sonrisa—, no del tipo sexual pervertido.
—Yo no dije nada, tú interpretaste lo que quisiste entender.
—Solo digo que por unas horas podemos salir y hacer algo, luego podemos dejarlo pasar.
Él parece meditarlo, estoy ansiosa de saber su respuesta, él se inclina y presiona cortamente sus labios sobre los míos.
—En marcha, vamos a sacar provecho de estas horas princesa Jefferson.
No puedo evitar sonreír mientras con una de sus manos me pone de pie, sostiene mi rostro entre sus manos.
—Nada sexual porque por mucho que me estés volviendo loco justamente ahora, te respeto —asegura—, pero prometo que estas serán unas muy buenas horas de tu vida con Doug McQueen, incluso trataré de no ser un idiota.
—No estás tan mal cuando eres idiota —digo mientras quiero dar pequeños brincos sintiendo su mano entrelazar sus dedos con los míos guiándonos a la salida trasera.
—Tendré eso en cuenta princesa —caminamos hasta su auto, abre la puerta para mí y sonríe de manera galante—, y nuestra noche acaba de empezar justo ahora.
Capítulo XII
Lo bueno de estar haciendo esta locura de unas horas con Doug de este modo, a la una de la madrugada es el hecho de que no hay ningún fotógrafo o periodista detrás de nosotros.
Durante el trayecto en auto todo fue cómodo, de hecho, él habló acerca de lo emocionado que estaba con este nuevo CD y yo le di mi opinión respecto a este, pues días antes Dexter me había dejado escucharlo y simplemente me enamoró desde la primera canción.
Ahora nos encontramos en una pizzería abierta las veinticuatro horas del día. Sonrío mientras lo veo acercarse con una bandeja con una mega pizza, papas y gaseosas.
—¡Compraste una enorme!
—Tengo bastante hambre y hasta dónde sé tú eres una gran amante de la comida —dice sentándose a mi lado.
—Tienes razón, luce delicioso —saboreo mis labios, o al menos lo hago antes de sentir sus dedos tomando mi barbilla para presionar su boca sobre la mía en un beso breve.
—Me alegra que no tengas ningún problema en comer todo esto a altas horas de la noche.
—Como que eso lo hace más delicioso —digo tomando una de las papas y comiéndola—, además compraste papas. Eres el mejor comprando comida.
—Gracias, calificaré eso como una de mis mejores cualidades —bromea, guiñándome un ojo.
Tomo un trozo de pizza y me deleito con su sabor, pero mi estómago está revuelto por lo que sucede, no me puedo creer que realmente pedí este momento a Doug y que de hecho él esté actuando como si entre nosotros hubiera algo más.
Me considero una mujer lista al saber que esto solo es cuestión de unas horas, yo misma lo establecí y pienso aprovechar.
—¿Qué sientes al tener a tu hermano de regreso?
—Genial, Jeremy ha estado un año y medio afuera, ya sabes que nos llevamos muy bien. Además, será bueno que mamá ahora también teja gorritos para él.
—¡Tú amas que tu mamá te teja gorritos! —lo acuso tomando otra papa que desaparece en su boca cuando la toma con sus dientes tomándome por sorpresa.
—Sí, pero no se lo digas, la razón por la que los teje, es porque cree que no me gustan.
Muerdo mi trozo de pizza mientras Doug da un sorbo a su bebida y come, nos mantenemos en silencio durante unos segundos antes de que él se gire.
—¿Te gusto? —pregunta y río divertida.
—No seas cortés, es muy evidente que me gustas, eso ha sido bastante… Bastante fácil de ver —tuerzo mis ojos—, aceptémoslo, cuando era adolescente incluso era muy obvio.
Él da una pequeña sonrisa antes de tomar una de las papas y guiarlas hacia su boca, parece que está pensando algo porque no deja de sonreír de esa manera tierna.
—Eras tierna a los 13 cuando me veías con ojos soñadores —comenta—, y luego eras caliente y me atormentaba que me dieras atención cuando tenías 15 años.
—¿Yo?
—Desde luego, eras muy caliente y hermosa, eras todas sonrisas a mi alrededor —niega con la cabeza riendo—, tenía miedo de caer bajo tus encantos y que tus hermanos me castraran, bueno, básicamente mi miedo no era lo que tus hermanos pudieran hacerme. Era la banda. La banda es parte de mi vida, amo cada segundo que toco, escribir canciones y todo lo que eso involucra, BG.5 es una excelente forma de describir mi pasión.
Lo observo con curiosidad, tal parece que siempre he tenido la idea equivocada de Doug. Él no está temiendo de mis hermanos cuando huye de mí, él teme causar disputas en la banda, lo cual es entendible, para ellos BG.5 es