El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany

El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany


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encantabas —susurra, me giro y él me sonríe—, luego tuve un par de novias y tú ya no fuiste tan dulce conmigo.

      —De igual forma estaba bien, no me gustaban las relaciones serias, tenía novias, pero era por acuerdos mutuos—se encoge de hombros—, ya sabes que mereces lo mejor, como un hombre dispuesto a todo y más.

      —Y ese no eres tú.

      —Lamentablemente —concede—, bueno, al menos lo seré por unas horas ¿no?

      —En cierta forma.

      • • •

      Los dedos Doug juegan con mechones de mi cabello mientras nos mantenemos de pie frente al río Támesis, al cual le tengo un miedo absurdo. Pueden llamarme como quieran, pero he de ser la única persona en el mundo a la que no le gusta este río.

      Me da miedo, la manera en la que el agua fluye con una fuerza y corriente que me hacen saber que si caigo no saldré, me asustan.

      —Realmente me da miedo.

      —¿De verdad? ¿No estás jodiendo?

      —Ni un poco —me agarro de sus hombros cuando me da la vuelta para que quede frente a él pero de espalda al río.

      —¿Sabes que no te dejaría caer, verdad?

      —Supongo —murmuro sintiendo sus manos entrelazarse en mi espalda mientras me acerca a él.

      —Supones muy bien.

      —¿Y si nos vamos? —pregunto dando un vistazo hacia atrás y sintiendo vértigo nada más de ver la oscuridad en un caudal de agua.

      —¿Y si te doy un beso y así olvidas tu miedo?

      Lo miro con atención, esa suena como una propuesta muy interesante que ni siquiera necesita ser negociada, lo observo con los ojos entrecerrados, antes de que él se incline y presione su boca sobre la mía.

      ¿Cuántos besos he obtenido de Doug hoy? En las escaleras tuve un beso realmente dulce y largo, lo siguientes solo fueron presiones cortas.

      Me doy cuenta de que aún sostengo sus hombros, por lo que enredo mis manos en su cuello mientras soy la primera en mover los labios, lo cual parece asombrarlo. Definitivamente hoy me estoy comportando como una mujer con iniciativas.

      Adentro mi lengua en su boca y me pongo de puntillas para llegar mejor. Sus manos me acercan mucho más mientras ladea su cabeza permitiéndome tener más acceso. Subo una de mis manos para ubicarla en su mejilla donde parece que por el día de hoy no hay rastro de barba, como resultado, su piel se siente suave bajo mi mano.

      Él retira su boca de la mía, abro los ojos y él me sonríe.

      —¿Lo recuerdas?

      —¿Qué? —pregunto desorientada aún con una mano en su mejilla y la otra en su cuello.

      —Entonces lo he hecho bien —deja un beso en mi barbilla—, vamos, tienes los labios fríos al igual que tus manos. Por muy caliente que nos ponemos mutuamente, el frío está de mierda.

      —Eres bueno arruinando momentos —digo sintiendo su mano tomar la mía guiándonos hacia donde dejó el auto.

      —También soy bueno besando y haciendo que olvides que estabas frente a un río que al parecer te aterra —se gira para verme brevemente—, eres rara.

      Cuando estamos dentro de su auto él solo enciende la estación de radio mientras, convenientemente, en el asiento trasero tiene cobijas que me extiende.

      —¿Por qué tienes cobijas?

      —Apuesto a que estás imaginando que las uso para atraer mujeres al auto —comenta, recargándose de su asiento y volteando a verme—, la reina solía decirme desde pequeño que siempre debía estar preparado porque nunca se sabe en qué momento puedes estar sin un lugar para dormir, lo hizo como un mantra. Al crecer me di cuenta de que siempre estaba llevando una cobija conmigo, incluso en mi primera gira con la banda.

      »Cuando compré mi primer auto siempre he tenido unas cuantas cobijas en el asiento trasero, me alegra, porque mira, esas mismas cobijas son las que van a poner nuestros culos calientes justo ahora… Aunque, bueno —me da un repaso—, con verte ya yo estoy más que caliente… Entro en calor.

      Ignoro mi leve rubor porque, de hecho, no me he sonrojado, creo que es la primera vez en toda la noche. Cuando estoy en confianza ese tipo de comentarios no me hacen ruborizar de manera vergonzosa, creo que el hecho de que mi rubor se note está en el hecho de tener una piel clara con un cabello oscuro.

      —¿Por qué no has tenido una novia en tres años? —pregunto, comenzando a tejer una trenza en mi cabello.

      Él ladea su cabeza de un lado a otro, como si procesara la pregunta, que complicada no es; pero sí es bastante personal, quiero preguntarle cosas que muchas veces por contenerme me avergonzó preguntarle.

      —Mi última novia fue Danielle… Fue placentera y ambos estábamos bien con nuestro arreglo —dice—, pero ya sabes, no me gustan las rutinas y, al final del día, ella quería más como todas mis exnovias.

      —¿Más?

      —Más como apartamento, anillo, perros e hijos, aun cuando desde el principio manifesté que esos puntos estaban en un futuro lejano de lo que haré en vida —golpea sus dedos contra el volante al ritmo de la canción que se reproduce—, es lo que muchas de mis novias quisieron en su momento, pero desde un principio dejé en claro mi falta de interés en eso.

      »Al final entendí que las cosas pasan, si no puedo evitar que ellas se ilusionen a pesar de mi advertencia, entonces es mejor no comenzar algo que no puedo terminar y heme aquí, un soltero que no ofrece relaciones.

      —Un soltero en abstinencia.

      —Sí… como que lo he estado durante meses —dice pensativo—. ¿Sabes qué es lo que pasa? Que desde Halle he pensado que de ninguna manera me gustaría que a ella le hicieran lo que muchos hombres hacen y lo que quizás yo he hecho en su momento.

      »No quiero enrollarme con una mujer que dice «no importarle» y a la que al día siguiente solo diré adiós, si alguien le hiciera eso a Halle yo lo desmembraría…

      —¿Entonces…?

      —Entonces mientras descubro cómo darle solución a esta putada de problema, puedo mantener a rayo McQueen dentro del bóxer.

      —¿Lo has llamado como el auto de Disney?

      —Lo hago en broma —asegura riendo.

      —Rayo McQueen —repito negando con mi cabeza—, te pasas…

      —¿Qué tal va tu Trabajo de Grado? —lo veo con incredulidad—. ¿Qué? Ya que tú estás haciendo preguntas yo muy bien podría aprovechar.

      —Mi Trabajo de Grado me sacará canas, pero va bien, solo seis meses para presentarlo, técnicamente me falta un año u ocho meses para graduarme.

      —Lo cual es genial… —me mira con los ojos en rendijas—, entonces, tú ya me has preguntado por que no he tenido novia, aquí va esta ¿Por qué sales con idiotas?

      Abro mi boca con sorpresa, esa es una pregunta muy directa y él pacientemente me está observando esperando una respuesta.

      —No he salido con muchos chicos en mi vida realmente…

      —Has salido con cuatro, dos de ellos fueron tus novios y el último fue el idiota que babeó sobre nuestros zapatos cuando aparecimos en casa de tus padres hace unas semanas.

      —Bueno, no lucen como idiotas cuando los conozco —juego distraídamente con mi collar—, lo idiota se muestra después de un tiempo, es como ser estafada supongo, es una suerte saber que son idiotas antes de…

      Me callo abruptamente sin creerme que estaba a instantes de decir algo como «antes de decidir perder mi virginidad», Doug me observa con curiosidad.

      —¿Antes


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