El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany
—Hilary, acuestate, vamos a dormir…
Sonrío porque ha dado respuesta a mi duda sin planteárselo. Me acuesto y lo siento acurrucarse hacia mí.
Es real.
• • •
Me despierto ante lo que parece el sonido de la lluvia golpeando la ventana, bostezo y me estiro, cuando me doy la vuelta me encuentro con el rostro de Doug y por un momento casi grito desorientada, pero entonces recuerdo lo que sucedió y me tranquilizo.
Me tomo el tiempo de detallarlo, es absolutamente atractivo y ahora que duerme se ve como un ángel.
Mi cuerpo está tenso, definitivamente tengo incomodidad y un poco de dolor en mi entrepierna, no quiero pasar por la vergüenza de cuando diga que debo marcharme, prefiero hacerlo sola y hacerle saber que estoy muy bien con nosotros compartiendo ese momento y dejándolo en un recuerdo, aun cuando quiero más.
Ya he presionado lo suficiente sus límites, es hora de dejarlo estar y no intentar de sacarlo de su comodidad.
¡Cristo! Casi suena como si yo lo hubiese utilizado, aun cuando no es el caso.
Con cuidado me pongo de pie y comienzo a buscar mi ropa, todo está regado y disperso. Me toma una gran cantidad de minutos terminar de vestirme, lavo mi rostro en el baño y trato de peinar mi cabello.
Cuando salgo del baño doy un último vistazo a Doug durmiendo, este será un espléndido recuerdo para tener. Suspiro y salgo de la habitación cerrando con mucho cuidado la puerta.
Camino viendo mis pies, pensando en todo y en nada, llego hasta la sala y tropiezo con el estuche de una guitarra, sonrío, no es nada raro.
—¡Mierda! —escucho la voz de Andrew decir, alzo la vista y me topo con una mirada de sorpresa y su boca abierta con el café a mitad de camino.
Andrew está observándome como si no diera crédito de lo que ve; luego su mirada va hacia el pasillo que lleva a las habitaciones, vuelve a verme y baja su tasa sin cerrar su boca, sentado en el mesón. Siento mi mejilla ruborizarme.
—Mierda, mierda, realmente lo hizo… Van a matarlo —murmura parpadeando de manera continua.
Andrew luce como si tuviera una resaca pero está muy concentrado en mi mientras no deja de murmurar la palabra «mierda». Me acerco a él con rapidez, no necesito que despierte a Doug para que luego este me indique que debo irme, no necesito pasar por eso.
Ubico mi mano en la boca de Andrew quien aún no sale de su sorpresa.
—Tú no has visto nada, no digas nada, nadie tiene porque enterarse, hagamos como que no pasó —murmuro en voz baja.
Andrew retira mi mano de su boca y respira muy hondo.
—Sí pasó algo, Hilary, van a matarlo —murmura.
—Andrew, por favor, es mi vida —suplico, viéndolo pasar una mano por su cabello mientras resopla.
—Tus hermanos son como mis hermanos, son más que mis mejores amigos y Doug también, mierda —se queja—, no me siento bien mintiéndoles de esta forma, pero tienes razón, es tu vida.
—¿Y?
—Y yo no he visto nada —añade—, yo solo estaba tomando café tranquilamente mientras Doug dormía en su habitación después de quedarse a dormir en el apartamento.
—Gracias.
—¿Por qué estás huyendo como una criminal? ¿Él te ha echado? Porque si es así iré a golpearlo.
—No, no… Solo debo irme, debo trabajar.
—De acuerdo —dice no muy convencido—. ¿Necesitas que te lleve?
—Vine en auto, gracias, Andrew.
Prácticamente corro hacia la puerta, pero Andrew me llama antes de que pueda salir.
—¿No vas a dejar ningún recado para Doug?
—Solo dile que… No, no, nada.
Cierro la puerta.
Ni pensar que entré virgen a este apartamento y al salir no lo soy.
Quién lo diría.
Capítulo XVII
7 de noviembre, 2012.
—Quiero que me digas algo, cariño, porque estoy muy curioso.
Dejo de ver la televisión de la sala de estar de la casa de mis padres para observar con atención a papá. Él me observa como si intentara intimidarme, pero no lo logra.
—Estuve navegando por eso del Internet, ya sabes, quería saber que se hablaba de mis hijos, solo curiosidad.
—Pensé que no sabías dominar muy bien el Internet —lo interrumpo y él ríe.
—Bueno, he estado practicando algo —sacude su mano restándole importancia al asunto—, lo cierto es que entre página y página, encontré como dos artículos sobre ti.
—A veces hay artículos sobre mí, ya sabes, soy la hermana Jefferson.
—Sí, pero lo interesante era que en los dos decían cosas interesantes y mencionaban a Doug…
Abro mis ojos pero rápidamente finjo que la noticia no me sorprende. Por Dios, ante la mención del nombre de Doug simplemente comienzo a recordar nuestra noche juntos y el hecho de que por alguna razón no he querido contestar su llamada, no estoy esperando un gracias de su parte o que me diga que no volverá a repetirse, estoy bien dando mi cierre.
—¿Y qué es lo extraño en eso?
—Dice que has estado un poco más cercana a él.
—¿Y eso es malo porque…?
—No intentes hacerme confundir —señala entrecerrando sus ojos—, sé que te gusta Doug, créeme, intento ignorar el hecho de que a mi niñita le gusta a alguien, ¿estás saliendo con Doug?
—¿Fue mamá quien te dijo verdad?
—Bueno, Hannah es un poco chismosa, cariño, y ella pensó que yo debía saber que te gustaba por si algún día debía sentarme y hablar con Doug.
—No estoy saliendo con Doug.
—¿Segura?
—Segura.
—Entonces… ¿Están tonteando? —él parece visiblemente incómodo, lo cual me divierte—. ¿Debo darte una charla sobre sexo?
—¡Desde luego que no! —digo con rapidez, él respira aliviado.
—Gracias al cielo, no quería entrar en detalles como esos.
—Puedes ir a decirle a mamá que no estoy saliendo con Doug.
—Por ahora…
—¿Cómo que por ahora, papá?
—Bueno, Doug es un excelente hombre, si alguna vez yo quisiera verte caminando hacia un altar confiaría en él con los ojos cerrados, digo, no es que te presiono para casarte con él, nada de eso, eres mi bebé y quiero que estés soltera toda tu vida.
—¡Papá!
—Pero en el hipotético caso de que deba entregarte a alguien, confío en él ciegamente.
—¡Cristo! Nunca digas eso delante de Doug, va a pensar que están comprometiéndonos; es raro, papá, nunca digas eso frente a él o frente a mis hermanos.
—Sí, como que mejor me guardo esos comentarios, ¿verdad?
—Es lo ideal.
Permanecemos en silencio viendo la televisión, luego él da un toquecito en mi hombro, volteo a verlo y besa mi frente. Le sonrío.
—Creo en ti —murmura muy