El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany
puedo evitar reír mientras lo veo a través de mis pestañas. Me gusta tanto, tanto, pero tanto, que estoy comenzando a tener malos pensamientos, sobre todo por la manera en la que está expuesto.
—¿No vas a invitarme a pasar?
—Quiero hacerlo, pero luego pienso en que no hay nadie adentro y cuán peligroso puede resultar eso.
—¿Andrew y Ethan?
—Están en alguna discoteca de fiesta junto a Dexter y otras personas.
—¿Y por qué no fuiste?
—No me apetecía.
Evalúo su respuesta y luego sonrío ampliamente; está siendo un hombre tranquilo, debería sentirme mal por haberlo despertado, pero no me importa mientras me abro paso dejándolo detrás de mí para entrar al apartamento.
—Bueno, en ese caso, yo sola me invito a entrar —es lo que digo caminando hacia la sala, hoy me siento valiente y arriesgada.
Escucho como cierra la puerta y me parece que masculla algo, como una plegaria lo cual me divierte.
Me doy la vuelta observándolo, estamos solos. Muy solos.
—No me mires de ese modo, Hilary.
—¿De qué modo?
—Como si me evaluaras y desearas algo de mí —dice, aclarando su garganta para que su voz no se perciba de la manera ronca en la que suena—. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
—Conduciendo —respondo—, tardé más de lo debido, pero creo que cada vez lo hago mejor.
—Apuesto a que sí.
Siento calor y una especie de adrenalina con fuerzas, como si cada parte de mí me gritara «hazlo», nunca me he sentido tan decidida a tomar y hacer lo que quiero, es una sensación desconocida pero muy agradable.
Respiro muy hondo mientras me quito las pantuflas a pesar de que hay calefacción el suelo está un poco frío.
—Veo que estás poniéndote cómoda… ¿Quieres algo de tom…? —se calla abruptamente viendo mis dedos dirigirse al primer botón frontal de mi vestido—. ¿Qué estás haciendo?
—Nada —digo, desabotonándolo y continuando con el siguiente, sin dejar de verlo.
—Eso no luce como nada —carraspea su garganta—. Hilary, por qué mejor no dejas esos bonitos botones… ¡Mierda! Princesa, estás comenzando a mostrar tu sujetador.
—¿De verdad? —pregunto, siguiendo con el cuarto botón, haciendo que mi vestido se abra un poco dejando una vista completa de mi sujetador clásico rosado y el comienzo de mi torso.
La manera en la que las pupilas de Doug comienzan a dilatarse mientras parece intentar no ver la piel que voy dejando expuesta, es sorprendente. Nunca me he sentido con más poder sobre una persona como lo hago justo ahora.
Tampoco había tenido alguna vez con tanta fuerza ese sentimiento de seguridad y confianza que estoy experimentando. No tengo miedo ni estoy teniendo pensamientos acerca de si esta puede resultar una mala decisión o una descabellada decisión.
No quiero pensarlo demasiado, quiero vivir el momento y obtener lo que quiero.
—Hilary, princesa… —jadea cuando la línea de botones abiertos se hace hasta debajo de mi ombligo y no pienso detenerme—. Joder, joder, joder, mil veces mierda… ¡Hilary para, para!
—Pero si no estoy haciendo nada.
—¡Desde luego que sí!
Termino con los últimos botones del vestido dejándolo abierto, mis bragas son negras, no es un conjunto, pero al menos creo que luce bien la combinación y creo que a Doug también le parece, puesto que relame sus labios antes de apartar la mirada.
—Solo tenía un poco de calor.
—Puedo apagar la calefacción, pero mierda, debes vestirte de nuevo… No, no, Hila… —arrojo el vestido a un lado, mientras me estiro—. ¡Joder! Me está doliendo, Hilary, está doliendo mucho mi pene, por favor…
—Oh, lo siento, Doug.
—¿Mujer qué estás haciendo?
Comienzo a caminar hacia la cocina, paseándome en ropa interior como si este fuese mi apartamento y como si el hecho de estar cubierta por pocas prendas de ropa fuese algo normal y cotidiano en mi vida.
Siento mis piernas un poco temblorosas, pero es normal; sin embargo, me proyecto como una mujer segura de lo que hace.
Abro el refrigerador y siento a Doug caminar hasta mí. Tomo un vaso de jugo y, al voltearme, lo encuentro con su vista muy baja, apuesto a que estaba en mi trasero.
Sostiene el vestido en su mano mientras su boca se abre y cierra continuamente, como si ni siquiera supiera qué decir. Bajo mi vista hacia su pantalón, cuando yo llegué definitivamente su parte delantera no lucía de ese modo. Doug ha crecido en un buen sentido.
Termino el jugo y camino hacia la sala para luego emprender hacia su habitación, creo que lo escucho maldecir, en algún momento, su fuerza de voluntad va a quebrarse, la mía desde luego se mantendrá en pie.
Quiero esto.
—Hilary, estoy disfrutando de toda la vista. De verdad pareces sacada de una fantasía… Mierda, tienes un jodido cuerpo pero… Princesa, será mejor que…
Se detiene abruptamente cuando entro a su habitación y cierro la puerta detrás de él. Nunca he visto los ojos de Doug tan abiertos como ahora ni mucho menos tan oscuros. Incluso, él tiene un rastro leve de sudor en su frente.
Tomo mi vestido de su mano y lo arrojo a algún lugar sin dejar de verlo, me acerco de tal manera a su cuerpo que su torso desnudo choca con el mío haciéndome sentir su piel. Hace un pequeño ruido mientras cierra sus ojos con fuerzas.
Está a instantes de quebrarse y dejar de luchar. Puedo verlo.
Me pongo de puntillas mientras presiono mis labios cerrados sobre los suyos, él aún mantiene los ojos cerrados. Creo que tiene una batalla interna, incluso sus manos están cerradas en puños.
Vamos Doug, solo cede.
Abre sus ojos muy lentamente mientras yo retiro mis labios de los suyos. Su pecho sube y baja en constantes respiraciones, me ve de manera muy fija, como si estuviera descubriendo algo en mí, luego sus dedos se deslizan por mi mejilla con delicadeza.
Estoy concentrada en su suave caricia, pero de un solo movimiento una de sus manos atrapa mi cintura pegándome a su cuerpo antes de presionar con intensidad sus labios sobre los míos.
Jadeo ante la sorpresa, lo cual le da la oportunidad idónea para que su lengua se adentre a mi boca comenzando un beso tan intenso y apasionado que amenaza con marearme. Me mantengo en las puntas de mis pies mientras enredo mis manos en su cuello deleitándome con el sabor de su boca y los roces de nuestras lenguas.
Sus manos de mi cintura ascienden hasta el centro de mi espalda, presionando una de sus manos para tenerme más cerca. El que estemos tan cerca me permite sentir su entrepierna dura contra mi vientre, bueno, ahora puedo comenzar a ponerme nerviosa porque, desde luego, eso no se siente inofensivo.
Deja ir mis labios dándome la oportunidad de respirar, pero entonces sus labios comienzan a dejar suaves besos húmedos por mi barbilla hasta esparcirlos a lo largo de mi cuello.
En algún momento, entre tanta lectura de novelas y libros, llegué a pensar que los escritores exageraban este tipo de momentos, pintándolos como algo que te deja sin habla y corta la respiración, pero lo cierto es que no lo exageraban ni agrandaban, justo ahora se siente como que no tengo una palabra correcta para describir cómo me siento.
Sus manos comienzan a bajar hasta detenerse en mi trasero y sostenerlo, es la primera vez que me escucho gemir, los vellos de mi cuerpo se erizan mientras siento su lengua acariciar mi cuello antes de dejar un beso.
—Quería