El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany

El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany


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sus dedos y los flexiona continuamente, hace un par de notas como si comprobará el piano, lleva su pies hacia el lugar idóneo y suavemente comienza a tocar.

      En un principio, los primeros segundos, no logro ubicar completamente cuál de todas las canciones es, pero luego él con su voz suave comienza a cantar las palabras que me dicen qué canción de la banda está interpretando en el piano.

      Una palabra, una caricia. Fantasías prohibidas, en eso consistía mi vida.

      Anhelo, deseo y desenfreno. Es enloquecedor, ver y no tocar.

      Sentir y no probar.

      Pero te miro con él, te veo sonreírle a él. Todo lo haces con él.

      ¿Qué hay de mí? ¿Dónde quedo yo?

      Quiero tus sonrisas, quiero tu atención.

      Quiero esos labios, quiero esas manos en mí.

      Quiero sentirte, quiero tenerte.

      Me estoy consumiendo, estoy perdiendo, estoy cayendo.

      Esta fantasía prohibida está consumiéndome.

      Esta fantasía prohibida acabara con mi suerte.

      El deseo atrapado, aferrado en mi mente.

      Deseo lo que no puedo tener. Ansío lo que no estás dispuesta a dar.

      ¿Él te quiere como yo? ¿Piensa en ti como yo?

      Mira, mira, sé que sientes esta chispa.

      Estoy atrapado en una maldición que no para. Solo sigue y sigue.

      El deseo prohibido define mi vida.

      Oh, sí, el deseo prohibido.

      Una fantasía prohibida.

      Lo escucho atenta viendo con concentración y parece que un poco hipnotizada la manera en la que sus dedos se desplazan por las teclas con destreza, las conoce de memoria.

      La letra hace que me recorra un escalofrío, siempre he creído que esa canción resulta un tanto intensa, la manera en la que refleja un deseo, el querer más de lo que obtiene.

      Es la manera en la que algunas veces, quizás demasiadas, me he sentido hacia Doug.

      No puedo decir que este enamorada, no he tenido la oportunidad de conocerlo en un nivel profundo y romántico, pero es una atracción, gusto y confianza increíble, tanta que en el momento en el que me descuide puedo caer profundamente enamorada.

      No soy tonta, seguramente estoy en el principio del camino para ser una mujer enamorada, pero ahora lo quiero, le quiero por la manera en la que ha estado para mí, por cómo es conmigo y por esa personalidad atrapante.

      De alguna manera es como si sus labios cantaran pegados a mi oído, resultan tan íntimo y tentador.

      —Una fantasía prohibida, oh, uh, oh, mi fantasía prohibida —canta muy bajo antes de tocar unas ultimas notas y finalizar.

      Por un momento no decimos nada, estoy un poco abrumada. Pero luego comienzo a aplaudir haciéndolo reír mientras retira sus dedos del piano y los utiliza para acariciar mi cabellera, se siente agradable.

      —Forbidden Fantasy2 —Susurro.

      —Sí…

      —Tú la escribiste para el tercer álbum.

      —Es correcto… Aunque no estaba muy seguro si compartirla.

      —¿Por qué? —pregunto siendo un poco astuta y acariciando con mis dedos los dorsos de sus manos.

      —Porque es algo…, personal.

      Asiento, si es personal entonces bastante intensa para quién…

      —La escribí para ti —murmura y yo doy un respingo, el movimiento me hace ser consciente de que ahora algo se presiona un poco contra mi trasero—, no soy hombre de mentir, así que soy sincero diciendo que la escribí por ti.

      —Vaya, eso… Simplemente… —no sé ni que decir, estoy demasiado sorprendida.

      —¿Sin palabras princesa? —sus dedos acarician mi cuello—, pensé que incluso resultaba obvio, Andrew y Ethan hicieron que modificara algunas partes porque decían que quizás estaba siendo demasiado directo.

      —¿No es esta la versión original?

      —No —ríe—, a la versión original lo único que le faltaba era gritar tu nombre, solo Ethan y Andrew llegaron a escucharla.

      —¿Aún la tienes?

      —En una libreta donde escribo las canciones antes de compartirlas ¿Por qué?

      —Me gustaría escucharla alguna vez.

      —Uhm… No sé, ya veremos.

      Giro un poco mi rostro entrecerrando mis ojos, sí, como que me esperaba que estuviera así de cerca, casi su nariz chocando con la mía.

      —Ningún veremos, algún día debes mostrármela —indico con determinación.

      —A veces sacas tu lado mandona.

      —Eso dicen.

      No me contengo e inclino mi rostro hacia el suyo dándole un pequeño beso inesperado. Robándoselo.

      Sus labios se sienten tibios y suaves, solo es una presión de unos segundos, pero es suficiente para tenerme muy despierta.

      Me alejo observando sus ojos abiertos por la sorpresa, eso definitivamente él no se lo esperaba, ni siquiera yo me lo esperaba.

      —No pueden matarte ni culparse por eso, yo lo he hecho —digo con una sonrisa, él sacude su cabeza como si intentara salir de su sorpresa.

      —Tú…

      —¡Te he sorprendido!

      —Por supuesto que lo has hecho —toma mis caderas poniéndome de pie, luego él imita la acción y toma la partituras—, vamos, te llevaré a tu apartamento, debo estar donde mamá en unas horas.

      Camino a su lado sin perder la sonrisa, él tiene una pequeña sonrisa, parece que le gusta que lo sorprenda. Interesante.

      • • •

      2 de noviembre, 2012.

      Veo con detenimiento la pared en blanco, Katherine termina de recoger su cabello y se ubica a mi lado. Esto será un trabajo que tomará horas. Más horas de las que llevo hacer el bosquejo.

      —Es algo bueno que Lucas nos deje modificar las paredes —murmuro—, me gusta el bosquejo, somos un buen equipo.

      —Sí, como equipo Kilary o Dastherine, bueno, de las dos formas como que suenan feo nuestros nombres combinados.

      Río tomando una de las brochas y dirigiéndome a la pintura azul.

      Lo cierto es que la pared refleja la vista del mar, es exactamente la manera en la que recordamos nuestras vacaciones en las Bahamas, la ola rompiendo y alzándose tras una tarde soleada.

      Me encanta. Es un bosquejo que nos tomó días pensar como el indicado y dibujarlo en la gran pared.

      —Aquí vamos —digo comenzando a pintar, Katherine me imita.

      —Tienes un poco de ojeras —comenta tras cinco minutos de silencio.

      —Pasé toda la noche redactando parte de mi trabajo de grado, van a revisarme la primera parte mañana.

      —Te falta muy poco para graduarte, Hilary.

      —Sí, ocho o siete meses quizás —sonrío—, el tiempo pasa muy rápido.

      —¿La mamá de Doug vive aquí mismo en Londres, cierto?

      —Pero qué manera tan sutil de cambiar de tema.

      —Solo tengo curiosidad, es mi


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