El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany

El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany


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      —¿Saliste con un chico ciego? —pregunta, desconcertándome, niego con mi cabeza—, entonces no entiendo cómo ese chico, teniendo a alguien como tú frente a sus ojos, se dedicó a hablar de los idiotas de tus hermanos…

      —También habló mucho de ti.

      —Lo que lo hace aún más idiota —agrega—. ¿Era gay?

      —Ni un poco.

      —Entonces, él era un grandísimo imbécil, princesa, efectivamente mereces tener toda la atención, mírate nada más. Tienes unos ojos preciosos que hipnotizan, esa cabellera oscura y larga, tienes buenas curvas y espléndido trasero y, si me permites, decir unas pequeñas y bonitas tetas —inmediatamente cubro mis pechos con mis manos, por supuesto que él diría algo como eso. Él ríe de su ocurrencia y retoma la conversación—, vale, estás súper sonrojada, no volveré a alabar tus tetas en tu presencia.

      Siento que mi rostro se pone más caliente, mientras me doy cuenta de que luzco ridícula con mis manos cubriendo mis pechos. Doug me guiña un ojo cuando retiro mis manos y me conformo con cruzarme de brazos.

      —La cuestión es que mereces a un gran hombre, Hilary, no por nada te apodamos «princesa Jefferson».

      —A veces las personas se cansan de esperar Doug…

      —Lo sé, pero las personas también deben ser pacientes y saber que para la felicidad no hay un límite o prórroga de entrada.

      —Eso sonó muy sabio.

      —Y desde luego la felicidad es como el sexo, una vez lo tienes es alucinante.

      —Y por supuesto que tú lo arruinarías diciendo algo como eso —hago una mueca y él ríe.

      Debo dejar la costumbre de sentir escalofríos y sentirme gelatina cuando ríe, eso me hace parecer patética y se supone intento dejar de ver al platónico como posible.

      —¿Qué?

      —¿Qué de qué? —réplico.

      —Has hecho ese pequeño gesto de disgusto que sueles hacer cuando piensas algo que no te gusta.

      —Si sigues analizándome te consideraré un acosador.

      —Vale, me callaré.

      —¿Qué están haciendo? —pregunta Harry llegando con el coche y Halle dentro, ella está magníficamente dormida.

      —Nada, solo conversábamos —digo sonriendo hacia mi sobrina—, está más grande y tiene mucho cabello naranja.

      —Sí, ha crecido un poco —me responde con una gran sonrisa. Luego le dirige una mirada de advertencia a Doug—, ni se te ocurra fastidiar para despertarla.

      —Oye, estoy tranquilo, esperaré a que despierte.

      —Más te vale —luego me sonríe—, tardaste en llegar.

      —Sí, ya me lo han dicho todos, parecen unos controladores.

      —No te pongas pretenciosa —dice y besa mi frente—, me gustaría luego consultar algo contigo, ¿de acuerdo?

      —Vale —respondo, devolviéndole la sonrisa.

      —Ahora seguiré mi camino, estoy socializando un poco.

      Doug y yo torcemos nuestros ojos mientras Harry avanza con su cochecito siendo devorado mentalmente por más de una, ellas no saben que Kaethennis sería capaz de sacar sus ojos en donde hagan más que mirarlo.

      Katherine aparece en mi campo de visión y cuando me ve camina de manera apresurada hacia mí, aclaro mi garganta y me giro hacia Doug.

      —Creo que ella me necesita.

      —Sí, igual creo que Ashton ha de querer decir algo —es su respuesta—; nos vemos luego, princesa Jefferson, que disfrutes de la fiesta.

      —Igual para ti Doug.

      Cuando Katherine llega a mi lado Doug le da una sonrisa antes de retirarse, lo sigo con mis ojos antes de enfocarme en Katherine, no sé cómo interpretar su expresión.

      —¿Y bien?

      —Él dijo que no puede estar toda una vida sintiendo que debe odiarme, que me disculpaba y quería cerrar el ciclo…

      —¿Pero?

      —Pero yo no quiero cerrar el ciclo, Hilary. Lo amo y quiero que todas esas cosas queden atrás.

      —Entonces, ¿qué es lo que harás? Porque hasta dónde sé, me repetiste una y otra vez que el problema no tenía solución y que lo dabas por perdido.

      —Voy a reconquistarlo, voy a seducirlo, enamorarlo, haré lo necesario, pero lo quiero de vuelta.

      La miro incrédula porque por primera vez Katherine realmente parece intimidante y muy decidida, luego sonrío.

      —Me gustaría verte en plan seducción, ya sabes que puedes contar con mi ayuda, me encantan las historias de amor.

      Katherine me da una gran sonrisa antes de ver el lugar por el que desapareció Doug, luego enarca ambas de sus cejas.

      —¿Algo qué decir Hilary?

      Suspiro, mientras detallo mis zapatos, esto nunca va a desaparecer.

      —Sigue gustándome Doug y siempre va a gustarme —me digo en medio de otro suspiro—, no tienes idea de cuán frustrante es que me guste.

      —Pero nunca se lo has dicho…

      —Porque no tiene sentido, el hombre, las pocas veces que me insinué cuando tenía 15 y 16 años, huyó de mí como la peste.

      —Pero eso fue hace años…

      —Nada ha cambiado, Kathe, igual sigo siendo la hermanita de dos de sus mejores amigos, y te recuerdo que mis hermanos pueden ser muy intimidantes.

      —Vale, eso lo aseguro, pero…

      —Mejor tracemos todo ese plan de recuperando a Ashton.

      —Me gusta como suena.

      —Siempre digo cosas buenas —digo con fingida modestia.

      —Estás pasando mucho tiempo con Kae, eso es algo que mi hermana diría.

      —Bueno, podemos considerar a Kaethennis como un gran ídolo.

      —Por supuesto.

      Ambas reímos mientras caminamos hacia mi querida cuñada. Ciertamente a veces me gustaría pedirle consejos sobre cómo conquistar a un BG.5, pero entonces no creo que tenga sentido.

      Capítulo II

      29 de agosto, 2012.

      —Entonces, ¿el plan es ir a su concierto en dos semanas? —cuestiono dando un sorbo a mi jugo de fresa mientras estudio los dibujos de mi libro.

      —Sí, es exactamente lo que he dicho.

      —¿Quién te ha dado esa idea? Porque ciertamente es una buena idea y tus ideas suelen ser simples, sin ofenderte, Kathe.

      —No me ofendes, Bridget, y Kae me la dio y creo que es una idea estupenda.

      —Desde luego lo es, pero, ¿cómo conseguiremos las entradas? Por lo que leí están agotadas.

      Alzo mi vista del libro para encontrarme con que Katherine está haciendo una mueca infantil con sus labios antes de morder una manzana, no puedo evitar enarcar mis cejas con un dejo de fastidio. Por supuesto que no notó ese pequeño detalle.

      —Creo que el que dejes cabos sueltos es la razón por la que tus planes siempre resulten un asco —digo con una sonrisa atravesada en los labios.

      Parece que ella va a replicar pero, entonces, su mirada se pierde detrás de mí mientras palidece un poco; curiosa me doy la vuelta para encontrarme con la causa de su silencio.

      —Ya


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