El deseo prohibido de Doug. Darlis Stefany

El deseo prohibido de Doug - Darlis Stefany


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mi profesor de hoy no fue y decidí venir a acompañar a Kae, como ella está entre la niña y movilizándose con lo de la editorial.

      —Gracias entonces por eso —dice, movilizándose por la cocina.

      —Pero en dos horas tengo que acudir a otro lugar.

      —Yo pasaré por el pequeño Jefferson en dos horas. ¿Quieres que te acerque al lugar?

      Tardo unos segundos en responder, mientras Harry me mira enarcando una de sus cejas como si sospechara algo, no tengo nada que esconder ciertamente. Solo voy por unas entradas que Doug consiguió para mí, pero por alguna razón no quiero decirle eso a mi hermano mayor.

      —Uhm, no, no te queda cerca, prefiero tomar un taxi.

      —¿Cuándo comenzarás a usar el auto que Dex y yo te regalamos?

      —Cuando no me dé miedo conducir, Harry, me da pavor todos esos autos, se siente como mucha presión sobre mí y todos esos maleducados sacando su dedo cuando voy muy lento.

      —Es que lo haces muy lento, Hil, pareces abuelita.

      —¡Me da miedo! —exclamo frustrada.

      —Vale —concede riendo y guiñándome un ojo—, pero debes prometerme que te pondrás en ello o gastarás todo tu dinero en taxis. Tienes un auto en casa que está deseando ser usado por ti y Dexter comienza a enloquecer ante el hecho de que no lo usas, él piensa que no te gustó nuestro regalo de cumpleaños.

      —¡Por supuesto que me gustó!

      —Sí, pero ya sabes que Dexter tiene una tuerca perdida —rueda sus ojos y me ofrece un plato lleno de comida china junto a palillos—. ¿Me lo prometes?

      —De acuerdo, lo prometo.

      • • •

      Miro alrededor del parque esperando encontrar a Doug, pero no lo encuentro. Frunzo el ceño porque se supone él ya debería estar aquí con mis entradas.

      «Ya estoy aquí, ¿En dónde estás?» escribo y envío rápidamente, muy pocas veces le envío mensajes, de acuerdo, nunca le envío mensajes quizás solo cuando es su cumpleaños, Navidad y Año Nuevo cuando no lo recibe junto a mis hermanos.

      Es extraño que aun cuando me guste Doug, parece que siempre he estado evitando tener contacto con él.

      —¿Lista para recibir su pedido, princesa Jefferson? —pregunta detrás de mí haciendo que inmediatamente de la vuelta.

      Lleva un gorro de lana color verde muy claro y gafas de sol cubriendo sus ojos, supongo que está intentando ocultarse y no llamar la atención, lo cual agradezco, no quiero que luego Harry pregunte por qué mentí, porque ni yo misma conozco la respuesta a esa pregunta.

      —Tengo la teoría de que cuando ustedes se esconden más rápido los descubren, pero ciertamente ahora puedes hacerte pasar por un chico normal.

      —¿Es que yo no soy normal? —me pregunta con una media sonrisa, cruzo mis brazos y él niega con la cabeza—, si te cruzas de brazos haces que mi mirada inmediatamente viaje a tus pechos porque obtengo una buena vista.

      Inmediatamente descruzo mis brazos mientras que, para mi sorpresa, le doy un suave golpe en el brazo. Él ríe mientras acomoda las gafas sobre su nariz.

      —Te tengo una buena y mala noticia, ¿cuál quieres primero?

      —Como gustes.

      —De acuerdo, pero primero vayamos a aquel local, compramos un helado, nos sentamos y te doy las noticias… ¿O tienes alguna clase?

      —Estoy libre.

      Él toma esa respuesta como señal suficiente como para caminar hacia el local, me quedo ahí parada y admito que, por un momento, estoy evaluando su trasero, un buen trasero, sacudo mi cabeza y lo alcanzo con rapidez.

      —¿Tú no tienes nada que hacer?

      —No, todo lo que tengo que hacer es darte las entradas.

      Una vez estamos en una mesa apartada, él con un gran helado de fresa y chocolate y yo con un brownie con helado, parece decidido a darme lo que hace un minuto él llamó «grandes noticias» no sé si creerle, a veces él puede ser muy bromista o tender a exagerar las cosas, simplemente con Doug McQueen nunca se sabe que puede pasar.

      —Bueno, la gran noticia es que conseguí las entradas para ti —anuncia y no puedo evitar darle una gran sonrisa—, vaya, realmente tienes una bella sonrisa.

      —La noticia Doug…

      —Veo que cambias de tema —dice, escrutándome una vez se quita las gafas de sol, me remuevo incómoda—. ¿No te gusta recibir cumplidos?

      En respuesta, me encojo de hombros, sé aceptar cumplidos, principalmente porque soy consciente de mi apariencia física, pero es demasiado disparador de nervios cuando los cumplidos vienen de alguien que consideras platónico y del que huyes.

      —Pues, debes acostumbrarte, apuesto a que los chicos te lo dicen con frecuencia —me informa—, bueno, la mala noticia es que no pude conseguirlos para este fin de semana.

      —Pero dijiste que…

      —Déjame terminar, no seas maleducada —bromea—, los conseguí para la función de la semana de arriba… ¿Te sirve de ese modo?

      —Sí, sí, me sirve, infinitas gracias y…

      —Espera —me interrumpe llevando una cucharada de helado a sus labios—, hay otra noticia.

      —Pensé que únicamente tenías dos noticias que darme.

      —Pues, esta es una noticia genial —anuncia, dando falsos aplausos que me hacen reír—, no conseguí dos entradas, en realidad conseguí tres.

      Lo miro confundida y eso parece divertirlo más, claro que Doug es un experto en confundir a las personas y resultar exasperante.

      —¿Y qué voy a hacer yo con tres entradas?

      —Esa es la noticia genial, una entrada para ti, una para Katherine y otra para mí. ¿No es genial? Juntos en un concierto.

      —Oh…

      —Diría que es una cita, pero yo no tengo citas.

      Yo me limito a observarlo, no era precisamente lo acordado en el plan; pero, entonces, él muy bien siempre se sale con la suya.

      —¿Por qué irías con nosotras?

      —Porque voy a asegurarme de que no te metas en problemas, Hilary, es mi deber como amigo de tus hermanos.

      —No necesito niñera, tengo 20 años y puedo cuidarme muy bien.

      —Tómalo como una medida de seguridad extra.

      —No quiero que vayas —digo con firmeza lo cual le sorprende.

      —Pues esta es la cosa Hilary, no son dos entradas, son tres. O van conmigo o tan sencillo como que no van.

      Y para recalcar su punto saca las tres entradas frente a mí, lo miro de mala gana, debería entender que no me gusta estar a su alrededor porque me hace ser una tortuga que se esconde en su caparazón y no me gusta parecer una gelatina ni sentir que mi corazón saldrá en algún momento de mi pecho.

      Él debería entender que los platónicos no deben interactuar con la persona que los tienen de ese modo, digo, ahí es donde está la ciencia de ser un platónico, pero, por supuesto, que él no hará mi vida más sencilla.

      Katherine me deberá una grande.

      De mala gana estiro la mano para tomar los boletos, pero Doug niega con su cabeza mientras la aleja, resoplo.

      —No las obtendrás así de sencillo, yo pasaré por ustedes…

      —No necesito que pases por nosotras.

      —Veo que la princesa Jefferson por primera vez parece sacar


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