La conquista del sentido común. Saúl Feldman
económico.
Se ha reflexionado sobre el sentido común desde distintas perspectivas teóricas, que van de la ciencia política a la antropología. Pero casi siempre viendo en ese concepto un modo de entender el valor de la cultura en la definición de procesos políticos y sociales de organización, yendo más allá de lo que se entiende corrientemente por “ideología”. Más conocidas son las ideas de Antonio Gramsci, quien definió la actividad política revolucionaria como un modo de desplazar el sentido común presente, generando, a partir del desarrollo de núcleos del “buen sentido” que se hallan en ese sentido común y que contienen lucidez, comprensión y reflexión sobre la realidad, modificándolo, transformándolo en una base cultural necesaria para el cambio político y social. Sus pensamientos sobre el sentido común permitieron llevar a cabo una lucha eficaz contra el economicismo y el mecanicismo en el marco del marxismo, permitiendo entender el valor de lo ideológico y aún más de lo cultural en el análisis político.
La cultura como campo del sentido común | Ideología | Cultura |
Tradición disciplinaria | Filosofía. Ciencia política.Sociología | Antropología. Antropología social. Estéticas concretas |
El núcleo teórico básico | La ideología como construcción de ideas sobre la posición de una clase, estamento social, respecto de una realidad social y/o política. | La cultura como sistema de valores, expresados en una cosmovisión, actitudes y conductas respecto de un espacio local y un espacio global. |
Términos básicos | Clase social. Ideas sobre el rol social de un grupo estructural de raíz económico-social.Distorsión. Poder | Estamentos y subestamentos que constituyen comunidades en base a preguntas y problemas generales y específicos. |
Punto de referencia | Situación y misión que se desprende de una posición en una estructura económico-social. | Situaciones límite: naturaleza, la comunidad, los otros, políticas de género, las generaciones, etc. |
Construcciones discursivas | Ideas sobre la sociedad. La política, el progreso y el cambio social. Los medios de comunicación y la democracia. | Mitos, rituales. Estructura/Antiestructura. Dramas sociales. |
Problemáticas | Toma de conciencia. “Falsa conciencia”. Función de los intelectuales. Intelectuales orgánicos. El poder. | Repetición y cambio. Ritos de pasaje. Estado liminal y estéticas de performance. |
Autores | Marx. Althousser. Gramsci. Michel Pecheux. Slavoj Žižek. Lukács. | Gramsci. Escuela inglesa. Turner. Schechner. |
Desde la perspectiva antropológica, ya Evans-Pritchard señalaba que el concepto de sentido común refiere a aquellas ideas, razonamientos y argumentaciones que, al tener un carácter esencial, no necesitan ser explicadas: un archivo de conocimientos sobre el cual no es necesario ofrecer evidencias. Por su parte, el prestigioso investigador norteamericano Clifford Geertz muestra en sus estudios sobre distintas comunidades primitivas cómo el sentido común no solo es un reflejo de las experiencias prácticas en la vida cotidiana sino parte de una concepción que implica una valorización de esas prácticas, que varía en cada comunidad. Es decir, el sentido común como sistema cultural2, parte de la elaboración de una cosmovisión que permite organizar la vida cotidiana.
El concepto de sentido común refiere a aquellas ideas, razonamientos y argumentaciones que tienen, además, ciertas características. Son:
Extendidos: Una parte importante de la población, más allá de su pertenencia a clases y segmentos sociales diferentes, y de sus intereses económicos objetivos contrapuestos, comparten esas ideas, razonamientos y argumentaciones que rigen sus vidas cotidianas al nivel de sus opiniones e influyen en su toma de decisiones. Esta característica explica por qué ciertos razonamientos e ideas tienen facilidad para atravesar fronteras que separan “intereses” diversos.
Simples: Estas ideas, razonamientos y argumentaciones son sencillos. Marcan una causalidad transparente, con responsables claramente identificables, con consecuencias supuestamente indubitables, con remedios conocidos, etc. Las personas se incorporan a esas modalidades de pensamiento de manera irreflexiva, porque no ven nada sobre lo cual reflexionar.
Heredados: Justamente, la reflexión se vuelve improcedente puesto que sus fundamentos se basan en la experiencia cultural de una comunidad y se trata, por tanto, de ideas “probadas” por una realidad “razonada” en las vivencias cotidianas a lo largo del tiempo. Estas argumentaciones atraviesan generaciones. Cuando se intenta desplazar un sentido común por otro, se percibe que esa herencia que se intenta cambiar no es muchas veces más que un proceso que implica, en realidad, la reafirmación de una herencia ideal que habría quedado subsumida, por la desidia, por el abandono temporario, y que ese desplazamiento viene a significar la reafirmación de su propia esencia “verdadera”.
Naturales: Si hay algo sobresaliente en el sentido común, ya lo dijimos, es la evidencia de esas ideas, razonamientos y argumentaciones que lo componen. Son de “esa” manera y no podrían ser de otra. Generan una complicidad propositiva entre las personas que inhibe toda discusión y coloca a quienes lo discuten en el lugar de la falta, en un supuesto y evidente fanatismo que no entiende razones y no acepta hechos de la realidad compartida.
Familiares: La negación sobre lo que afirma el sentido común supone, precisamente, correrse de la pertenencia a una supuesta comunidad lógica. Es esa relación cotidiana y frecuente con esas lógicas la que las vuelve cercanas e irrefutables. Desafiar esa familiaridad en tiempos de desconfianza o de convulsión puede llegar a ser un camino de reafirmación con otra familiaridad progresiva que de alguna manera había quedado latente.
Eficaces: Sirven para explicar y sustentar acciones de manera potente. Fundamentadas en creencias muy acendradas, esas ideas, razonamientos y argumentaciones se transforman en mecanismos persuasivos fuertes. El sentido común es aquello en lo que se piensa como razonable en términos de experiencia condensada, prejuicios que funcionan sobre mitos, rutinas, temores defensivos que se expresan en dichos, metáforas y frases hechas conocidas. Los rituales son parte de lo que puede parecer “inútil”, repetitivo para un espíritu crítico, pero necesario al sentido común, puesto que resultan dadores de certezas y seguridad.
SENTIDO COMÚN
Regulan los vínculos de personas y grupos entre sí en la vida cotidiana y también condicionan la toma de decisiones de todo tipo, entre ellas las decisiones políticas.
En el sentido común se desarrolla, entonces, la lucha política como generación de consensos y hegemonía. Con todo, se trata de una lucha que tiene en la cultura su espacio de combate, y ya no en la ideología, concepto más relacionado con el debate político en sentido estricto, con los modos de ver y actuar que se corresponden con el ejercicio y el sostenimiento del poder. Lo cultural se inscribe en las formas y estilos de vida, se articula con los rituales, con lo emocional, con lo afectivo que propone un vínculo con la realidad total, con “tu” vida. Lo ideológico coincide con lo cultural en que ambos son sistemas de ideas en los que personas y grupos toman conciencia del mundo que los rodea. Sin embargo, la ideología en sí se vuelve inespecífica a la hora de asumir la tarea de dar cuenta de la vida cotidiana de la gente. El campo ideológico es más bien el de la política y el poder, el de su conquista. Su interpelación tiene en las consignas su forma de condensación. Por el contrario, el sentido común, en el despliegue de discursos y comunicaciones, la activación de ideas y emociones, de persuasión, es de una mayor complejidad semiótica, cuyos significantes interpelan las creencias y los sentimientos más profundos.
Asimismo, esas diferentes narraciones que propone lo ideológico-político frente a lo cosmogónico se alimentan de otro tipo de monitoreos e investigaciones, puesto que la información requerida para construir las interpelaciones tiene, como dijimos, características y complejidades diferentes. El acercamiento a la “gente” que operó el macrismo estuvo inspirado en un saber que procedía no solo del mundo de la gestión empresarial, de donde provenían sus equipos, sino de una concepción y un saber técnico que, trascendiendo y alimentando las concepciones del marketing, puso en juego competencias filosóficas, semióticas, antropológicas,