La conquista del sentido común. Saúl Feldman

La conquista del sentido común - Saúl Feldman


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del Grupo Fragata, intercambiable con formulaciones más complejas, como que la Argentina “es un país en el que es imposible que las cosas funcionen bien, porque la gente no hace lo que tiene que hacer”. Es una concepción extendida, autoflagelante, que al cabo tiende a justificar los perjuicios de las políticas que ejecuta el gobierno, en un cuadro que conlleva la sumisión a las consecuencias que ellas arrastran y, más aún, la asunción fatalista de futuras políticas todavía más gravosas. Una idea que volvió a instalarse en los períodos críticos del macrismo, llegando a su tercer año de gestión, y que apela a la repetición de procesos históricos frustrantes que, en definitiva, busca endilgarle a la ciudadanía la responsabilidad por la crisis, porque al fin y al cabo “los argentinos somos así”.

      Estas y otras piezas discursivas han ido rediseñando una nueva hegemonía en el sentido común, pero acaso la concepción que sobrevuela toda esta construcción comunicacional es la de que la condición de los individuos es el resultado de su propio hacer, que lo natural es que cada uno debe ser responsable de su vida, de su “destino”. La pretensión de torcer situaciones dadas, transformándolas a través de acciones colectivas, es una imposición de la política, desnaturalizante del orden de la vida. Cuando se extiende socialmente el concepto del mérito individual como instrumento exclusivo del progreso social, cuando el Estado se desentiende de las políticas de empleo y cunde el elogio del emprendedorismo, es que el neoliberalismo ha logrado apoderarse de buena parte del sentido común.

      Desde el comienzo, entonces, el macrismo tuvo claro que su campo de acción era el sentido común, no el más estrecho campo de una batalla ideológico-política, como fundamento de las interpelaciones que debían ponerse en juego. Para la campaña presidencial de 2015, esa visión estaba totalmente consolidada y desarrollada. El kirchnerismo no logró entender totalmente en ese momento cuán peligrosa y potente era esa estrategia, que venía por el alma de muchos sectores que habían adherido a la gestión anterior. El sentimiento pesadillesco que inundó los discursos reactivos del kirchnerismo con posterioridad inmediata a la asunción de Macri denunciaba la percepción ralentizada de lo que había ocurrido y que no se había valorado, seguramente, en la medida necesaria.

      La batalla es por el difícil espacio del sentido común. Un espacio en el que los “fierros” comunicacionales del neoliberalismo han logrado instalar con fuerza una idea de orden lógico cuya esencia son los individuos y no el colectivo social, orden en el que cada uno tiene asignado un lugar determinado y una función, en el que debe reinar una disciplina que dé seguridad a todos, un orden y una idea de progreso y cambio social cuya esencia es la “modernización”, la concepción de la responsabilidad personal casi exclusiva sobre los procesos sociales y las condiciones de vida de cada uno, y una noción de democracia que tiene que ver exclusivamente con las elecciones y no con el ejercicio de derechos. Y, por sobre todo, la idea de que una sociedad es un conjunto de “equipos” formados por individuos en acción, no un pueblo, en donde el “hacer” es la esencia, y no el conflicto alrededor del ejercicio de los poderes fácticos, y que eso se hace “juntos”, colaborando y no discutiendo ni tratando de imponer “ideologías”. Es en el espacio del sentido común que se ha ido forjando lo que hoy resulta “incomprensible”, un espacio que lentamente se va llenando de significantes más precisos y ominosos: el miedo y el odio.

      1 Conviene visitar, entre otros, Natalia Zuazo, Los dueños de Internet, Debate, 2018.

      2 Clifford Geertz, “El sentido común como sistema cultural”, en Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas, Paidós, 1999.

      III

       “ESTO YO

       YA LO VIVÍ”

      EL AÑO PASADO EN MARIENBAD

       (ALAIN RESNAIS, 1961)*

      * El año pasado en Marienbad, dirigido por Alain Resnais y con guión de Alain Robbe-Grillet, el “padre” del noveau roman, fue un film que causó revuelo en su época, hermético, tedioso, para muchos sobrevalorado, y sin embargo reconocido por su influencia en muchos directores, como Agnès Varda, Bergman, Fellini, Peter Greenaway o David Lynch. Se la asocia directamente a varias películas posteriores, desde El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) a Inland Empire (Lynch, 2006) o Inception (Christopher Nolan, 2010). Inspirado en la novela La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares (para Borges, una obra “perfecta”), el film se ocupa del tiempo narrativo en la construcción de sentido de una realidad que resulta, en principio, inexplicable. Una necesidad de explicación que permitiría entender no solo el mundo sino la propia identidad. La película de Resnais, estrenada en 1961, relata la historia de un personaje que cree reconocer a una mujer en una reunión social en un castillo en Marienbad, intrigante mujer a la que supuestamente conoció el año anterior, situación que ella desconoce y niega. Se dan situaciones extrañas de reconstrucción, memorización y repetición sistemáticas de estos hechos, que se reflejan en la reiteración de imágenes y diálogos, etc. Se ha querido leer esta construcción narrativa temporal, por ejemplo, a partir de las reflexiones del filósofo Paul Ricoeur* y la diferenciación que hace entre el tiempo cosmológico (el que ordena nuestra realidad tal como lo conocemos, en hechos organizados en presentes, pasados y futuros), el tiempo fenomenológico (que tiene como centro la propia experiencia personal) y el tiempo narrativo (como el que organiza el arte, que ordena el tiempo en función de “acontecimientos” que se incluyen en una lógica determinada, en una obra determinada, que se fundamenta en una estética construida). La invención de Morel, justamente, refiere a una máquina fantástica que tiene la capacidad de grabar la realidad y reproducirla eternamente. El narrador es un fugitivo que llega a una isla misteriosa en la que transcurren hechos en otro tiempo, y que busca la posibilidad de encontrarse con una mujer de la que se enamoró, a la que conoció como producto de esa grabación, en otro espacio temporal que se reproduce en el suyo. Sirve de inspiración a El año pasado en Marienbad, película que de todos modos subraya la confluencia de modalidades temporales en la que estamos metidos en la construcción de nuestra propia realidad, nuestros deseos y, en última instancia, nuestra identidad, en un marco social en el que nos estamos moviendo, por más que creamos estar en un castillo, supuestamente, encerrados.

      La película de Resnais obtuvo en 1962 el León de Oro en Venecia y el Premio Méliès.

      * Paul Ricoeur. Tiempo y narración, Siglo XXI, 2003.

      LA CARACTERIZACIÓN DEL MODELO NEOLIBERAL MACRISTA Y EL USO DE LA MEMORIA COLECTIVA PARA ENTENDER QUÉ PASA Y, SOBRE TODO, QUÉ HACER

      A la hora de intentar comprender qué estaba pasando, en medio de la sorpresa por los resultados electorales de 2015 y la conmoción que causaba la vorágine de las primeras medidas tomadas por el gobierno de Mauricio Macri, que transformaban radicalmente la organización económica, distributiva y social, se recurrió a la comparación con experiencias pasadas: “Esto yo ya lo viví”. Esta expresión sigue escuchándose con frecuencia y sirve, en general, para emparentar las políticas de la administración Cambiemos en materia económica y social con los no tan lejanos 90. La referencia a aquellos años marcados por las políticas neoliberales de Carlos Menem permitía, de paso, denunciar los antecedentes ideológicos y de prácticas empresariales no solo del nuevo presidente, sino de muchos de sus ministros y funcionarios, algunos de los cuales fueron parte de ese gobierno, habían lucrado con la privatización de las empresas estatales (como la familia Macri) o sencillamente apoyaron fervientemente aquella experiencia. También se recurrió y se recurre hoy a la analogía con el 55 y con la última dictadura cívico-militar iniciada en 1976 para caracterizar el actual proceso.

      Quizás valdría la pena salir al encuentro de esa reacción primera con el ánimo de precisar que “no, ahora no es exactamente así”, con el objetivo de entender, en sus especificidades, en qué consiste el régimen macrista. Además, ¿por qué no se producen


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