La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
el partido clandestino y el movimiento político produjeron reposicionamientos, que se saldaron con el abandono al precepto ideológico, o la tacha de traidores al pueblo a quienes se desmovilizaron. A la postre sus militantes siempre tuvieron claro que el pcc-ml era el que regía el quehacer. En la crs, en cambio, las afinidades dependieron de peculiaridades regionales, de intercambios con una organización popular campesina o urbana, o de la adscripción a una determinada estrategia. Las tendencias precedieron a su creación; y para quienes la integraron, el elemento que primó en el momento de constituirse fue impulsar un movimiento de masas legal y autónomo frente al enfoque armado pregonado como la mejor senda hacia al poder. En definitiva, su reinserción, más que una maquinación para agotar la uc-eln, fue la infalibilidad de que uno de los dos sectores de ese acuerdo sintió no tener nada más para acreditar.
Unión y ruptura de la tríada Unión Camilista-Ejército de Liberación Nacional-¡A Luchar!
Se dijo que el eln rechazó dialogar con Betancur porque alentaba el reformismo y traicionaba la revolución popular. Su particularidad, así como la de los procesos cercanos, excepto algunos grupos cristianos o populares sin una doctrina de izquierda definible, fue su afiliación al “campo marxista-leninista”. Igual que el pcc-ml, surgirían con la fractura chino-soviética, con la diferencia de que rechazaron la creación de un órgano jerárquico y autoproclamado de vanguardia. Además, exaltaron la revolución cubana, la búsqueda de un modelo ajustado a las condiciones latinoamericanas y nacionales y las posiciones agitadoras del sociólogo y presbítero Camilo Torres Restrepo. En ese contexto surge en 1977 el Comité por la Unidad, con el propósito de ofrecerles al campesinado, al estudiantado y al profesorado un proyecto de lucha legal y sin armas. Al Comité por la Unidad llegaron tres corrientes nacidas en el pcc-ml. La Liga Marxista-Leninista de Colombia, creada en 1971, próxima al movimiento campesino en Nariño, en Antioquia y en los Santanderes. Desligada de la acción armada, no fue renuente a participar en elecciones. La Tendencia Marxista-Leninista-Maoísta, que surge hacia 1974 en respuesta a la desidia del pcc-ml por presidir los movimientos sociales. Tuvo presencia en Antioquia, en Cundinamarca, en los dos Santanderes y en la Costa Atlántica, y se dividió en dos grupos, “la mayoría” y la “minoría”, que respectivamente generaron el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt) e importantes cuadros para la crs. Su papel fue decisivo en la unidad del campo marxista-leninista. La tercera fue la Tendencia Línea Proletaria, que fiel a su nombre participó y fomentó la organización sindical y política de los obreros. Creada alrededor de 1975, actuó en el Eje Cafetero, donde el pcc-ml tuvo una de sus subestructuras más fuertes. El Comité por la Unidad fue reforzado con la llegada del Movimiento de Unificación Revolucionaria Marxista-Leninista (mur-ml). Fundado en doctrinas cristianas y con un fuerte trabajo en grupos juveniles y de estudiantes del Suroeste antioqueño, fue clave en la creación, en 1982, junto con las tres corrientes, del llamado Nuevo mur, que combinó estrategia armada y organización de las poblaciones, con la que cada una se identificaba.
El campo marxista-leninista también incluyó al Movimiento de Integración Revolucionaria Marxista-Leninista (mir-ml), que glorificó los logros de la Revolución cubana. Su propuesta fue inusitada, al trabajar por mejorar las condiciones de las comunidades originarias y de ascendencia africana de la Costa Atlántica, su cuna comenzados los años setenta. Con un brazo armado sin resonancia, El Especialito, y una leve presencia en Bogotá, alcanzó su apogeo en los años ochenta cuando instigó a la población a apostarle a la transformación socialista vía la insurrección. Esto le permitió atraer simpatizantes del Nuevo mur, que a cambio recibió a quienes no comulgaron con la exhortación sediciosa de aquel, y que replicó en 1983, denominándose Nuevo mir; aunque continuó llamándoseles el mur y el mir. Hostiles ambos del cortoplacismo, que estimaron reinaba en la mayoría de las guerrillas, convergieron en que a Colombia le faltaba un partido al servicio de los sectores populares, pero difirieron entre la vía negociada o armada. Lo que le generó más problema al mur, dada la coexistencia de una tendencia proclive a la oferta de Betancur y otra que evocando las secuelas dejadas por el gobierno Turbay objetaba cualquier concesión.
Si bien el mur y el mir exhortaron a la revolución socialista, aquel la concibió ponderada y con acento en la democracia, prefiriendo la ciudad para la acción y estimando decisivo participar en los diálogos, mientras este exaltó la vía armada, refutando todo acercamiento con el Establecimiento y centrando su trabajo en el campo. Disposición esta última producto de un cálculo social y político: acompañar un sector marginado, poco representado por los partidos y actor del crecimiento urbano. Empero, las raíces marxistas-leninistas pesaron más que las diferencias en el modus operandi, y el respaldo del mur a la creación del movimiento político Pan y Libertad, propuesto por el mir en 1984, fue el germen de una nueva combinación de armas y política: el mir-Patria Libre; que contó con la asesoría del eln, generando, en coordinación también con el prt, la Trilateral. Siguiendo con esta dispersión, a este breve acuerdo le siguió, en 1986, pero sin participación del prt: la uc-eln. De esta forma, el mir afinó el aspecto militar, mejoró su solvencia económica y aumentó su presencia en zonas urbanas, afirmando su objetivo de una estructura nacional a partir de su experiencia en el norte del país. El eln se nutrió del conocimiento de la organización social y la cualificación política del mir, pudiendo al fin contar con un movimiento político para proyectarse, pues su distintivo, de “guerrilla militar”, según Pizarro Leongómez, fue el producto de su débil articulación con los movimientos sociales, y dado su encomio al elemento armado e idea de vanguardia lúcida.74
Cabe destacar que, en 1985, previamente al pacto uc-eln, algunos sectores cercanos, pero inclinados a fortalecer el movimiento social, crearon el movimiento ¡A Luchar! Ideado en el marco del Encuentro Obrero, Campesino y Popular y en memoria del bicentenario del suplicio del jefe comunero José Antonio Galán, su postulado fue idéntico al de la Trilateral: un Acuerdo Político Sindical de las fuerzas opuestas a la tregua del gobierno Betancur y a sus reformas económicas. De allí que su primera acción fuera convocar al Paro Cívico Nacional de junio de ese año.
Convergencia con la base y divergencia estratégica, la unidad fisurada
Entre el colofón del gobierno Betancur y el arribo de Barco, ¡A Luchar! expandió su proyecto. Su Primera Convención Nacional (28, 29 y 30 de junio de 1986), a la que asistieron unas mil quinientas personas, contó con la presencia de todo el campo marxista-leninista: el eln, por medio de los Colectivos de Trabajo Sindical (cst) y el Frente Estudiantil Revolucionario (fer-Sin Permiso); el prt, a través de la Corriente de Integración Sindical (cis); el mir-Patria Libre, con el movimiento Pan y Libertad. También asistieron el Partido Socialista de los Trabajadores (pst), el Comité de Activistas Creditarios (cac), un sector de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (anuc) y un grupo cristiano. Con el lema “¡A luchar! Por la unidad revolucionaria”, designando al gobierno Barco como el más emparentado al gran capital y a los “intereses norteamericanos”, declaró:
¡A Luchar! es una experiencia unitaria, ligada a las luchas sociales y políticas del pueblo colombiano, con un punto de vista ajeno a la conciliación y al pacto social […]. En ¡A Luchar! estamos dando pasos en procura de la unidad. Hoy se gestan elementos de unidad en el campo popular […], en el movimiento obrero […], [y trabajamos en] […] el proceso de unidad sindical y en la posibilidad de construir una Central Clasista, Democrática y Revolucionaria.75
En cierto grado ¡A Luchar! compitió directamente contra la Unión Patriótica (up), pero su oposición al diálogo y a participar en elecciones lo obligaron a tener que actuar clandestinamente, favoreciendo el peso del sector armado. En ese embrollo podían caracterizarse varias tendencias —así como en el eln, que revivía como el fénix—.76 Concerniente a la uc-eln se destacaron tres posiciones: una que lideró el máximo comandante del eln, Manuel Pérez, para quien había que preservar la unidad, yuxtaponiendo lucha política y armada; otra provino del Frente Domingo Laín, el más aguerrido, que quizás por ello reclamó ceñirse a la ortodoxia; la tercera autodenominada “los Renovadores”, que, consciente de la urbanización del país, privilegió los acuerdos humanitarios y el cese de hostilidades, en suma, dialogar con el Gobierno. Aunque esta última posición recogió las mayores simpatías entre las bases de ¡A Luchar!, la comandancia del mir-Patria Libre le puso traba, estimándola de pura lasitud. En cuanto a las