La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
política de la crs.
121 Firmados, en nombre del Gobierno, por Horacio Serpa Uribe (ministro del Interior), Carlos Eduardo Jaramillo (alto comisionado para la Paz), así como por los asesores Eduardo Díaz Uribe y Tomás E. Concha; por la crs, lo hicieron Adolfo Bula, León Valencia, así como José Aristizábal y Fernando Hernández, sus dos representantes a la Cámara, en razón de la favorabilidad política.
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La Alianza Democrática m-19, tentativa de un frente de izquierda
La Alianza Democrática m-19 (ad m-19) suplió la vacante dejada por la Unión Patriótica (up) y el vacío de una propuesta de izquierda acorde con el cambio constitucional. El apoyo dado a los dirigentes del Movimiento 19 de Abril (m-19) y los de otras pequeñas fuerzas reunidos en una efímera coalición en los comicios de 1990 anunciaban un cambio de época y nuevas condiciones para la emergencia de un amplio movimiento político. En ese contexto, a no ser que fuese la vida de sus líderes y militantes la izquierda legal y reformista tenía mucho que ganar y poco que perder. El que aparecía como un nuevo país llevaba su indeleble huella. El trámite de la ad m-19 fue, sin embargo, una verdadera hazaña, como sucede a menudo en Colombia con este campo ideológico-político; con un régimen político dominado por el bipartidismo, en momentos en que la violencia no tenía escrúpulo para acallar a quienes se oponían al statu quo, y ante la ingenuidad misma de los dirigentes de izquierda para comprender las tramas de la política allende el espacio social o su lucha en el monte. La principal tarea de sus organizaciones fue fortalecer la democracia, cuya vulnerabilidad estaba al descubierto, pensando de paso en la propia fragilidad de aquellas. Alrededor de la ad m-19 germinaron algunas de las propuestas del cambio sociopolítico del país y emergió parte de esa clase política que en adelante enfrentaría a las colectividades partidistas tradicionales o representantes del establecimiento.
Las elecciones de 1990, tanteando la apertura del régimen
Escribió David Bushnell:
Al igual que la Anapo,1 los cambios precisos que buscaba el m-19 nunca fueron muy claros. Era un movimiento fuertemente nacionalista, hostil a las inversiones y a la influencia general proveniente de los Estados Unidos; abrazaba la causa de una mayor igualdad social y criticaba la falta de participación popular genuina en el sistema político […]. Si el programa de la Anapo era una mezcla de “vodka y agua bendita”, el m-19 ponía más vodka, pero nunca clamó por la socialización de los medios de producción. Sus objetivos permanecían en un nivel pragmático y eran un tanto vagos.2
A ese continuum que identificó Bushnell, entre el m-19, del que también advirtió un timorato boceto de izquierda, y el movimiento político en el que precisamente una de sus corrientes, la Anapo Socialista, engendró esa guerrilla,3 hay que añadir que una vez rescindida su aventura armada, el m-19 fue de las pocas que mantuvo su cohesión. La primera prueba la tuvo a escasos dos días de desmovilizarse, con la cimentación de una coalición para competir en las elecciones del 11 de marzo de 1990,4 de la que prendió la batuta. La facilidad con que esta se acordó obedeció a la disposición de algunos movimientos políticos regionales e independientes del bipartidismo, organizaciones sindicales, grupos de intelectuales, entre otros, que estimaron irreversible la desmovilización del m-19. Las condiciones no estaban para que independientemente o en un proyecto unitario plantearan la transformación radical del sistema económico o la del manejo del Estado. Por lo mismo los discursos con tinte de izquierda del m-19 y de los procesos que lo acompañaron se limitaron, para darles primacía a las divisas de paz y democracia.
Esa esporádica sociedad electoral, que incluyó al Movimiento Colombia Unida, integrado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt) y el grupo Socialismo Democrático, tuvo un leve suceso, pero en favor del m-19, con la elección de Vera Grabe Loewenherz5 a la Cámara por Cundinamarca. La lista por esta encabezada fue una de las más plebiscitadas al conseguir 31 147 votos, de los cuales 27 236 fueron solo en Bogotá. Fue evidente que esa esporádica coalición se benefició, sin proponérselo, de lo que Juan Carlos Rodríguez Raga identificó como la “enorme personalización de la política, cuya mejor expresión era la gran proliferación de listas para las elecciones del Congreso”.6 En otros términos, a la izquierda la favoreció dicha individualización toda vez que de los 180 000 sufragios que la mencionada coalición obtuvo en todo el país, 70 9017 le fueron imputados al máximo dirigente de la exformación guerrillera, Carlos Pizarro Leongómez, candidato a la Alcaldía capitalina. A juicio de Jean-Michel Blanquer, en aquellas elecciones se manifestó “el voto atrapatodo […], el voto contestatario, amplificado por la personalidad de un candidato que logró cautivar a sectores de la población que saludaron la desmovilización del grupo guerrillero”.8 De alguna manera, las candidaturas presentadas por el m-19 fueron el rudimento del voto de opinión que será más palmario en los años sucesivos; como lo indicaba esa votación, hubo más Pizarro que protopartido m-19, pues esta apenas consiguió dos representantes, junto con Vera Grabe, Everth Bustamante.
En cuanto a otras fuerzas de izquierda la votación fue aún más baja. Por el lado de la up, el candidato a la Alcaldía de Bogotá, Carlos Arturo Romero Jiménez, consiguió 22 519 votos. Su mejor dividendo lo obtuvo en el Senado al elegir a Gilberto Vieira White, por Cundinamarca, con 35 274 sufragios (de los cuales 23 273 fueron en Bogotá),9 y Bernardo Jaramillo Ossa, reelegido por Antioquia, con 35 297 votos. En lo que toca el Frente Popular, y en coalición con la up en el Urabá, les permitió a ambos elegir a un representante a la Cámara, siendo la única vez que un candidato del Frente Popular accedió al Parlamento. En Córdoba el Frente Popular se alió con corrientes estimadas de izquierda del Partido Liberal.10 En el caso de la up o del Frente Popular pesaron más las intervenciones respectivas del Partido Comunista Colombiano (pcc) y el Partido Comunista de Colombia – Marxista-Leninista (pcc-ml). Así lo atesta la aspiración efímera11 de Jaramillo Ossa a la Presidencia, quien terminó siendo elegido al Senado, y que condujo a que parte de la dirigencia del pcc-ml y del Ejército Popular de Liberación (epl) lo considerara el líder de la derecha del pcc.12
Tanto en la up como en el Frente Popular surgieron voces exhortando a una gran alianza; al fomento de la democracia interna y a la lucha legal que en la up hiciera Jaramillo Ossa. A ello se sumaron dirigentes como Diego Montaña Cuéllar y Angelino Garzón, los cuales instaron a revisar los enfoques políticos e ideológicos. Aquellos celos o prevenciones contra la up o el Frente Popular se debían a la competencia entre dos partidos constituyentes; que entendemos como aquellos partidos, legales o no, que orientan sus programas y disponen cuadros o dirigentes al servicio de un movimiento político más amplio, que, en un principio, carece de la estrategia, la disciplina y la organización para afrontar las fuerzas ya asentadas en el sistema político. Es luego, dependiendo de los logros de la eventual alianza, que tales partidos constituyentes luchan en su seno por el predomino, o simplemente se disuelven para erigir una nueva y única organización partidista.
De manera general, la ad m-19 eligió 2 representantes, 43 alcaldes, 17 diputados y 251 concejales; la up, pese al genocidio político que la asechaba, 2 senadores, 1 representante a la Cámara, 11 alcaldes, 10 diputados y 106 concejales; el Frente Popular, 1 representante, 6 alcaldes, 1 diputado y 5 concejales. Otros movimientos eligieron: la Anapo, 1 alcalde,13 2 diputados y 5 concejales; el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (moir), 5 concejales; el Partido Socialista de los Trabajadores (pst), 2 concejales.
Plebiscito desde las aulas y defunción de la Constitución centenaria
En las elecciones de 1990 hubo otro voto que acaparó las miradas. Su enunciado rezaba: “Para fortalecer la democracia participativa, voto por la convocatoria de una Asamblea Constitucional, con representación de las fuerzas sociales, políticas y regionales de la Nación, integrada democrática y popularmente para reformar la Constitución Política de Colombia”.14 Suerte de plebiscito15 al margen del conteo oficial, y sin autorización del Legislativo ni del Ejecutivo, urgió al Gobierno a realizar una reforma política. Aunque si se discute acerca de su autoría, algo seguro es que no fueron las jerarquías bipartidistas y mucho menos el Congreso, que le dio poco interés. Y si sus protagonistas se encontraban entre sectores liberales progresistas y