La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
dos procesos; unidos en un principio en vista de un mismo objetivo y distanciados luego por obvias divergencias ideológicas. El uno, más compacto, realzado por la bibliografía oficial, e integrado en su mayoría por jóvenes liberales que estudiaban en universidades privadas, acogió el nombre de movimiento Todavía Podemos Salvar a Colombia;16 el otro, organizado en las universidades públicas, fue liderado principalmente por cuadros políticos de la Juventud Revolucionaria de Colombia —por extensión del epl y del pcc-ml—, para entonces a la cabeza de las asociaciones de estudiantes, lo que influyó para que la convocatoria reformista no fuera rechazada, se denominó Movimiento Estudiantil por la Constituyente.
Dos millones de votos reclamaron una Asamblea Constituyente. Ello, sumado a la aceptable votación alcanzada por fuerzas de izquierda, generó mayores ilusiones dentro y fuera de dicho campo. Es así como, en una reunión el 3 de abril de 1990, el Frente Popular, los Círculos Bernardo Jaramillo Ossa,17 el prt, el grupo Socialismo Democrático y algunos movimientos políticos regionales18 convienen conformar una gran alianza, a cuya dirección colegiada provisional designaron a Antonio Navarro Wolff, del m-19; Diego Montaña Cuéllar y Angelino Garzón, que venían de abandonar el pcc-up; Adalberto Carvajal y Jaime Fajardo, del Frente Popular; y Carlos Bula Camacho, del grupo Socialismo Democrático. Pese a la presencia de estos dirigentes, el peso lo tuvieron quienes representaban al m-19, por su carisma, el respaldo que le acababan de dar las urnas y la unidad con que llegaban. Prueba de ello es que a tres días de aquella reunión la coalición en germen asumió el nombre Alianza Democrática m-19. Mediante un pacto las “organizaciones constituyentes” se comprometieron a trabajar por la paz, la justicia, las garantías electorales (con hincapié en el tema de la circunscripción especial en el Senado para los grupos desmovilizados), pero también a disolverse gradualmente en una sola fuerza política: “[…] no estamos proponiendo un frente de partidos o una federación de grupos, sino un solo movimiento unificado nacionalmente para transformar la actual situación y donde, además, exista la convicción plena de que en la Colombia de hoy las vías civilistas y los métodos de la democracia sean los únicos válidos para el ejercicio de la acción política”.19
La evidencia del cambio de mentalidad en las organizaciones firmantes se advierte en el proyecto de una sociedad “basada en el pluralismo y en el modelo economía mixta y de verdadero Estado social de derecho”.20 Dicho por Angelino Garzón, la nueva izquierda representada en la ad m-19 debía ser:
[…] una alternativa política a la sociedad colombiana que tenga posibilidades de gobernar y sea diferente a los partidos Liberal y Social Conservador […], que contribuya, por una parte, a la solución política del conflicto armado […], a que exista una real democracia en el país, y no a la democracia formal que ahora tenemos […], a mejorar el bienestar de la población […]. Que contribuya también a la defensa de la soberanía nacional, no solo como un problema de fronteras, sino en la proyección de una imagen internacional de Colombia como un Estado independiente.21
Así quedaban ratificados los fundamentos que adelante caracterizaron los procesos políticos de la izquierda legal y reformista. Pero la coyuntura les obligaba a promover en un breve lapso la campaña presidencial de Carlos Pizarro Leongómez, quien amasó un consenso sin trabas y sin contendiente en su campo ante el asesinato de Bernardo Jaramillo Ossa, solo que sus días estaban contados.22 La democracia formal no se interrumpió so pena de transgredir una tradición elogiada y chovinista, a pesar de que tres candidatos pasaron al panteón nacional.23 No obstante, el régimen bipartidista, cuya particularidad, en palabras de Fernando Giraldo, “reside en la cohabitación, en el poder, de las fuerzas políticas tradicionales y en la personalización y la polarización de estas”,24 experimentó en la contienda presidencial del 27 de mayo de 1990 una abstención, que ya le era característica, pero esta vez de alrededor del 70 %. El nuevo mandatario, César Gaviria Trujillo, saldría elegido con apenas 2 891 808 votos; cifra que además por primera vez fue menor a la del Senado.25 El otro dígito relevante lo obtuvo el candidato de la ad m-19, Antonio Navarro Wolff, y quien en remplazo de Pizarro Leongómez alcanzó la tercera mejor votación, superando por unos 19 000 votos al candidato oficial del Partido Conservador, Rodrigo Lloreda Caicedo. El segundo lugar fue para el disidente conservador Álvaro Gómez Hurtado por el Movimiento de Salvación Nacional. La tragedia colombiana se expresó con la emergencia de dos líderes en remplazo de dos extintos.
La izquierda se hace a un patrón omnipresente
Navarro Wolff emergió como una figura relevante del paisaje político nacional. Para la izquierda legal y reformista la situación no podía ser mejor tras superar ese 3 % que históricamente recogían sus candidatos en elecciones presidenciales, y concretamente con la ad m-19 las adhesiones que amasó en tan corto tiempo produjeron como vaticinio el inminente derrumbe del bipartidismo. A modo comparativo, su caso se asimilaba a la transformación del Partido Comunista Italiano en una fuerza socialdemócrata;26 pues la ad m-19 despertó simpatías entre las clases medias y entre algunos militantes de los tradicionales insatisfechos de estos y de sus dirigencias (véase figura 2.1).
Figura 2.1 Votación por candidatos de la izquierda a la Presidencia entre 1980 y 1990
Fuente: elaboración propia con base en los datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Cuatro fueron los pilares que Jaime Nieto27 identificó en el programa de Navarro Wolff:
1. Reconciliación: comprendía una política de diálogo, un nuevo modelo de defensa nacional, el restablecimiento de la justicia y el respeto de los derechos humanos.
2. Renovación política: resumida en la propuesta de apertura democrática y modernización del Estado, la realización de una Asamblea Nacional Constituyente y la participación de la mujer y la juventud.
3. Desarrollo económico y social: incluía la estructuración de un modelo de desarrollo, a medio camino entre desarrollismo y populismo, una economía basada en la propiedad privada, que contemplaba la privatización del Estado y la apertura económica bajo ciertas condiciones, y una política social.
4. Integración bolivariana: abogaba por una política de fronteras basada en la integración entre las naciones limítrofes de Colombia y las buenas relaciones con los Estados Unidos.
Concisamente, dicho programa fue un amasijo de las propuestas del conjunto de organizaciones presentes en la ad m-19, teniendo la paz, la consolidación democrática, el respeto de los derechos humanos y la soberanía como ejes transversales. La novedad, sin embargo, se observa en el recurso a paradigmas en boga, tales como la perspectiva de género, los estudios de juventud, las alternativas de desarrollo. Con pragmatismo, Navarro Wolff habló de la desigualdad entre los sexos, comprometiéndose ante los grupos de mujeres y feministas que lo respaldaban a cumplir los acuerdos internacionales en la materia.28 De la juventud, cómplice y víctima del desangre del país, propuso imponer una mirada positiva; si la ecuación jóvenes y violencia era predominante, elogió la contribución de los movimientos estudiantiles en las reformas políticas en marcha. Concerniente al modelo económico se cuidó, muy al estilo del otrora m-19, de utilizar expresiones que irritasen a ciertos sectores, e invitó a idear mecanismos para distribuir mejor las riquezas. Finalmente, Navarro Wolff abordó el tema de la relación con los Estados Unidos, pues tanto él como el resto de dirigentes de la ad m-19 convinieron que de esta dependía el mejoramiento de la situación de exportación e importación, el financiamiento a los programas del Gobierno y la exigencia de garantías a favor de un candidato y un movimiento ajenos al bipartidismo.
La buena votación que obtuvo Navarro Wolff, y antes el m-19 en alianza con otras fuerzas en las elecciones legislativas, le dieron a la izquierda legal y reformista un nuevo aliento. Este fue completado con la aprobación por parte de la opinión de convocar una Asamblea Constituyente. Lo paradójico es que dicho propósito, enunciado por el epl en 1984 y que el propio m-19 tildó de “ilusorio”, ponía ahora a la ad m-19 en la avanzada de las reformas; recibiendo sin peros el respaldo de Fabio Rodríguez Villa,29 exsecretario de la Juventud Revolucionaria Comunista y dirigente del Movimiento Estudiantil por la Constituyente.