La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez

La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991 - Jorge Eliécer Guerra Vélez


Скачать книгу
Sin profundos ajustes estaba revalidando los designios de Carlos Pizarro en el momento de la desmovilización del m-19.

      Con su campaña “Cien días por la democracia”, la ad m-19 buscó remozar las costumbres políticas. La tarea iniciaría por el propio Congreso luego de que la Asamblea Constituyente venía de renovarlo, solo que el tamaño de su grupo parlamentario, el 9 %, le impidió incidir en un espacio que siguieron dominando las fuerzas tradicionales. A ello se añadieron dos factores. De un lado, la incertitud generada por el hecho de que el Legislativo pasaba a ­manos de personas que en su mayoría no tenían en su historial otros cargos de elección popular y que pese al aparente interés por perseguir los postulados constitucionales continuaron sojuzgados a “barones electorales” o facciones partidistas emplazadas a prender la maquinara que les permitiría recobrar el control total de los puestos de poder cedidos por la convulsión reformista. Del otro lado, la apatía y aplacada valoración que un gran segmento de la población tuvo de la nueva Constitución; la abstención en la elección de la Asamblea Constituyente evidenció el escaso compromiso del régimen y la tarea que tenía de hacerle aprehender el Texto al país, aún más cuando los partidos descuidaron su papel de preceptores, que en cambio hicieron algunas organizaciones no gubernamentales (ong) y asociaciones, principalmente cercanas a la izquierda.

      Asimismo, las elecciones enteraron a la ad m-19 del respaldo del voto independiente, ante un discurso de renovación y pluralismo de los partidos tradicionales que no convenció. Con una sola lista al Senado se mostró en tanto estructura homogénea, aunque los apetitos personales y grupales eran manifiestos. Buscando hacerla atractiva, Navarro la abrió a los empresarios y políticos que dejaron el bipartidismo, lo que disgustó a algunos dirigentes, como Carlos Alonso Lucio:

      La tercera razón fue la predisposición de la ad m-19 a promover la candidatura presidencial de Navarro faltando dos años para los comicios. Sus militantes les acreditaron una importancia tal a los primeros sondeos de opinión que pensaron que solo el candidato que se impusiera entre liberales y conservadores podía disputarle la Presidencia. Precipitándose a entrar en campaña sin ni siquiera oficializar la candidatura de Navarro, la expusieron a las alteraciones típicas del itinerario hacia el poder, despilfarrando la energía que hubiera servido en la elaboración de un programa de gobierno que el propio Navarro hubiera podido someter al escrutinio de su electorado y de la opinión en general. Él mismo poco hizo por enderezar el rumbo. Sin el cargo ministerial, le faltó primor para poner de relieve sus diferendos con el Gobierno mientras le sobró para reprobar las intenciones de los dirigentes que pretendían otra orientación para la ad m-19.

      De las recriminaciones externas que cayeron sobre la ad m-19, pocas se cimentaron en el pasado guerrillero de la mayoría de su dirigencia —lo que sí va a darse dos décadas después en el marco de nuevos procesos—. Más bien fue en el seno mismo de esta alianza donde hubo


Скачать книгу