Entre justicia y tiempo. Victor P. Unda
día todo se aclararía, eso es lo que Ángela pensó y dejó que su hija se diera cuenta de la diferencia cuando estuviera más grande.
Con el tiempo, las fiestas y las visitas frecuentes comenzaban a disminuir, esas reuniones populares con los asociados a la familia Maxwell, donde la casa se desbordaba cada fin de semana o tirar la casa por la ventana. Por una parte, esto puso a Ángela y su hija feliz, ya que tenían menos trabajo que hacer, pero el despido de algunos empleados fue inevitable. Al parecer, los años a los patrones se les venían encima, que para ellos era muy difícil equilibrar la salud y los negocios.
De la misma forma, esos cambios que sobrellevaban sus patrones, Angelina también comenzaba a darse cuenta de que el trabajo de su madre era demasiado pesado para ella. No fue algo que había planeado, todo se debía a la forma como su madre vivía, y los años, que no pasaban en vano. Sin dejarla a su madre a la deriva, tuvo que ayudarla, no tenía otra opción, ya que su condición de salud se estaba deteriorando, cosa que la preocupó bastante. Al parecer, la vejez le estaba alcanzando también, el trabajo le quedaba muy grande, por eso no esperó más y, sin retraso, sistemáticamente comenzó a hacerse cargo de su trabajo. Por otro lado, Ángela no se había dado cuenta de que su bebé había crecido, ya había enterado dieciocho años, edad suficiente para decidir por sí sola, cosa que estaba orgullosa de ella.
La iniciativa de su hija despertó una positiva reacción en la familia de Maxwell, dando completa autoridad para manejar al resto del lugar. Esa decisión que sus patrones tomaron fue anunciada con el resto de la servidumbre, que algunos esperaban tomar ese lugar. Al nombrarla la nueva jefa, ayudó a mantenerla ocupada y, con más razón, cuando los familiares lejanos de la familia husmeaban de vez en cuando en la casa, después de enterarse de que Frederick había tenido una pequeña recaída.
Distinto a lo que estaba ocurriendo con sus patrones y, a pesar de haber asumido el trabajo de su madre, que por una parte ayudó a mantenerla separada de todo, no duró mucho tiempo, una tarde comenzó a deteriorarse muy rápido y, sin darse cuenta de lo que estaba pasando alrededor de ella, tuvo que dejarla ir. En esos momentos muy dolorosos, Angelina había quedado a solas, no sabía a quién acudir, en realidad no tenía a nadie, solo a los patrones, que también estaban envejeciendo y, dolidos por la muerte de ella, solo pudo contener su tristeza.
La ceremonia de su madre fue rápida, el funeral también no duró mucho y, sin retraso, volvió a sus actividades normales. Las fiestas y el bullicio que se escucharon levemente en las reuniones de los patrones meses atrás ya habían disminuido por completo. Los dueños no estaban en condiciones de realizar más fiestas, y menos, negocios, en realidad, no tenían la necesidad. El dinero y las propiedades que habían acumulado con los años era mucho más grande. Pero con todo el dinero que tenían no podían parar a la naturaleza. Envejecer no era nada fácil para nadie, no lo fue para Ángela, y estoy seguro que no lo fue para los patrones, en realidad había golpeado sus cuerpos con tanta fuerza que Angelina no los podía reconocer muy bien.
Desde a poco comenzaban a aparecer los estafadores y, en especial, los familiares más cercanos a ellos, que insistían en buscar poderosas razones para apoderarse de la fortuna. Frederick entraba en una serie de argumentos que afectaban la salud de su señora, por eso llamaban a Angelina para intervenir, pero la oposición solo la humillaba, para decirle que su lugar era otro —una empleada más, contratada por la familia Maxwell. En muchas de las ocasiones trataron de despedirla, pero Frederick, como Elisabeth, habían marcado la cancha con ellos, expresando lo importante que era ella para la familia.
Disgustaba por las amenazas que Angelina recibió, pensó en botar todo al alcantarillado, comenzar una nueva vida, no tenía que quedarse y escuchar a esa manga de avaros, pero ella no podía irse, sentía que tenía una deuda con los patrones, por todo lo que habían hecho por su madre. Aunque encerrada en su cuarto gritaba a todo pulmón, reprochando los comentarios falsos sobre su persona, ese veneno que era escupido por las bocas de esa parentela lejana que ni siquiera los dueños reconocían.
Ya habían pasado semanas después del fallecimiento de su madre, preocupada por lo que el futuro le deparaba, comenzó a sentirse infeliz por su vida al pensar que podría terminar como su madre, cosa que le provocó un pánico al darse cuenta de que podría terminar en ese lugar para siempre. A pesar de todo, tomó la decisión en ayudar a sus patrones en el medio de ese tornado familiar, hasta que la situación cambiara. Tenía suficiente tiempo para ahorrar dinero que necesitaba, y salir de ese lugar antes que la avaricia de los familiares se tomaran el control o los bienes de la familia.
En el medio de esa búsqueda, fue en 1931 cuando Angelina conoce a Rick en una tienda de ropa en Portage Park, casi cerca de la calle Six Corners. Mi padre estaba buscando algunos pantalones para el trabajo, y fue en uno de los pasillos de la tienda donde por primera vez se toparon por casualidad. Mi padre la había confundido con una de las empleadas de la tienda, ella sonrió en esos momentos, ya que le había parecido gracioso, no solo por su pregunta, sino por que estaba totalmente perdido en el lugar, buscando pantalones en la sección de damas.
Después de que le contara dónde estaba, él se puso a reír, y fue en ese instante donde se dio cuenta que ella era diferente a otras chicas que había conocido con anterioridad. En esos momentos, notó que su encuentro no fue accidental, sino más bien el destino lo puso en el camino. Rick era muy romántico y supersticioso a veces, en ocasiones visitaba a las gitanas para leerle las manos, una mística forma de cómo él veía el mundo para ayudar a crear su autoestima sobre la vida, que lo ayudó a cumplir sus objetivos de trabajo en una sociedad que guarda muchos secretos, como el homicidio, secuestros y otros crímenes de gánsteres que tambaleaban a la ciudad de vez en cuando. Ahí, él se encontraba con esa capacidad intuitiva de predecir cuándo las cosas se ponían densas en las calles de Chicago, vida difícil que tuvo que equilibrar con los años.
Los dos pasaron mucho tiempo conversando, tratando de ver si tenían algo en común y, en el medio de la otra gente que busca las últimas ofertas de ropa, los dos se perdieron en la conversación. Al principio, ella no tenía ninguna razón en conocerlo, pero esto cambió cuando un tornado de preguntas y respuestas entre los dos surgió sin acotar. Rick se atrevió a preguntarle si la podía ver de nuevo, le insistió que deberían de verse una vez más y darse la oportunidad en conocerse más. Ella aceptó, pero estaba asustada a lo que la otra gente iba a decir, por eso le pidió que debieran de ser discretos.
Cuando Rick se fue del lugar, ella se puso a pensar que nunca había pasado algo así en su vida, en esos momentos su cara cambió por completo. Sospecho que Rick tenía una intención noble, pero no sabía qué iba a pasar entre los dos, para ella todo era desconocido y, sus pensamientos también. Con el tiempo, los sentimientos de mi padre comenzaron a cambiar y, cada vez que la visitaba, él se sentía preso a los encantos de sus palabras y su forma de ver la vida, que era muy simple, ya ella no estaba buscando nada grande, sino una alternativa. Después de todo, su trabajo y la vida de sus patrones tarde o temprano iba a cambiar. Para mi padre fue muy claro, se dio cuenta de que ella era la persona que estaba buscando, pero este sentimiento nació después. Mi madre había pensado que él solamente la quería como amiga, pero la postura de él se vio mucho más clara, se podían ver en sus ojos las ganas de estar con ella.
Un día, él se armó de valor y le propuso que se casara con él. Mi madre se demoró semanas para darle una respuesta, creo que estaba en estado de shock, hasta que un día tomó la decisión y aceptó. Pasaron tan solo algunas semanas después de casarse en secreto, y salir a California lo más rápido posible.
Todo lo que había construido su madre y ella en Chicago comenzaban a desaparecer desde ese día, cuando los dos se alejaban levemente de la ciudad y, sin demora, ella comenzó a mirar diferente su vida. Fue ahí donde mi vida comenzó, en esas largas playas, un cielo azul y rayos del sol que caían piadosos arriba de la ciudad, esa era la vida que conocí antes de que nos mudáramos a Nueva York.
Ahora aquí estamos, después de vivir algunos meses en Brooklyn, un lugar muy diverso y marcado por las culturas que predominan mucho en las calles. Fue aquí exactamente, aquí, por primera vez, donde comencé a entender sobre mis raíces. Aunque mi madre había nacido en Chicago, de alguna forma la asociaban con el resto de las latinas que vivían cerca de nosotros. Esta confusión se debió