Por el espejo. A. A. Salvatierra

Por el espejo - A. A. Salvatierra


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bien, Miss Magnus -respondió Carter con una sonrisa engreída.

      -Carter, por favor ¡Eso es imposible! Hay una razón por la cual se llaman pa-ra-le-los -su voz resaltó cada silaba de la palabra antes de continuar-. No se cruzan.

      -Y, aun así, aquí está usted -respondió, su tono era un poco más serio que antes, pero también contenía un tono juguetón y creído.

      -Que yo esté, donde sea que sea aquí, no significa que esté en un universo paralelo -respondió de modo cortante y dándole una mirada desafiante, a lo cual Carter respondió con una sonrisa pícara.

      -Buen punto, Miss Magnus. Supongo que tendré que demostrarlo. Fred, por favor.

      En cuestión de segundos, el pequeño androide estaba en la puerta de la sala, esperando instrucciones.

      -Fred, ¿Puedes mostrarle a Miss Magnus tus habilidades si eres tan amable? -preguntó el hombre mirando al androide con una sonrisa confiada.

      -Por supuesto, Sir Carter -respondió con una leve inclinación de cabeza.

      El pequeño de pronto se quedó completamente quieto, unos ruidos metálicos empezaron a salir del androide mientras parecía que se estaba desarmando. Salía humo de sus articulaciones; brazos y cabeza. Dicho humo cubrió el área donde se encontraba Fred. Unos segundos después el humo se disipó. En lugar del robot había un hombre en sus 50, cabello canoso, ojos azules y facciones amables, vestido de la misma manera que Fred.

      -Diga, Miss Magnus, en su realidad, ¿Los androides pueden hacer esto? -preguntó Carter con un poco de sarcasmo y una sonrisa de las más encantadoras que poseía.

      -Eh, yo, ¿Cómo?... -Kate estaba tartamudeando, su mente no podía con todo lo que había pasado en las últimas horas. Se sentía encerrada.

      Al parecer, Carter pudo sentir su incomodidad y con un movimiento de su cabeza mandó a Fred fuera de la habitación.

      -Lo siento -se disculpó Chris con una voz suave, casi un susurro.

      Lo que causó que Kate lo mirara directamente a los ojos, una pizca de confusión en los suyos.

      -Ahora -comenzó el hombre- entiendo que esto puede haber sido mucho para procesar, pero quería saber la verdad y es ésta. No pensé en otra manera de probárselo antes de contarle toda la historia.

      -¿Cómo supo…?

      -Soy criminólogo, mi especialización es el comportamiento humano. Se leer muy bien a las personas -esto último lo dijo con una sonrisa de disculpa.

      Un silencio se asentó entre los dos. Ella estaba procesando todo; la desaparición del profesor, el hecho de que podría estar muerto, el cristal, los universos paralelos, Fred y, por último, Christopher Carter. Algo le decía a Kate que había cruzado caminos con este hombre en el pasado, había algo extremadamente familiar en él. Su mirada era cautivadora, con esos ojos azul intenso y esa sonrisa desarmadora. Pero había algo que le estaba ocultando y estaba determinada a averiguar que era.

      Él estaba asombrado por lo que veía en Miss Magnus, su lenguaje corporal le decía que estaba analizando algo y al mismo tiempo que quería sacar algún tipo de información de él. Probablemente acerca de su Rook. Algo de lo que Chris estaba seguro, era que ella era muy interesante de observar; la manera en que fruncía el ceño y se mordía el labio inferior mientras pensaba era muy tierna, o su cara de asombro cuando vio el clima en el techo. Nunca había visto tanta inocencia combinada con un dolor muy profundo, oculto dentro de la mirada de una persona. Pudo ver la determinación de la mujer antes de que abriese su boca.

      -Ok, supongamos que te creo, Carter. ¿El profesor sabía de esto? -preguntó seriamente.

      -Él y su contraparte, Joshua Rook, descubrieron una manera de interceptar la red de portales quantum hace un poco más de una década. Ellos dos junto con Nicholas y yo hemos intercambiado conocimientos de ambas realidades. Hasta hemos hecho visitas a su mundo -explicó seriamente.

      -Pero, ¿Cómo es posible? Me refiero a que, si hay una contraparte tuya y del tal Nicholas en mi realidad, deberían experimentar la desmolecularización en cascada a las pocas horas. ¿Quién sabe qué daños podrían presentar si eso ocurre?, sin tomar en cuenta…

      -Miss Magnus, si me disculpa -dijo, interrumpiendo las divagaciones de Kate-, al empezar nuestras investigaciones hicimos pruebas; nos quedamos varias horas para comprobar que no tuviésemos contrapartes en su mundo. Después de eso, hacíamos visitas semanales para trabajar con su profesor Rook y aprender.

      -¿Aprender? ¿Qué podrías aprender de mi sociedad? -preguntó Kate, intentaba atraparlo en cualquier mentira que Carter pudiese soltar, algo que él notó.

      -Yo me especializo en el comportamiento humano, Miss Magnus, cualquier comportamiento, no solo el de mi realidad. Entender sus tendencias sociales, moda, política y lo más importante, violencia, es vital para mí. Nicholas es historiador y lingüista, su sed de conocimientos es casi tan grande como la de Joshua. Él siempre dice que se puede aprender de los errores cometidos en nuestra historia, pero aún más de los cometidos por otras civilizaciones.

      -A ver si entendí. ¿Arriesgaste tu vida al ir a otra realidad paralela por el solo hecho de aprender cómo se comportaba mi sociedad? -el tonó era de incredulidad, pero había una sutil capa de sarcasmo.

      -Exactamente -respondió Chris con una gran sonrisa, casi infantil, en su cara.

      Algo pareció hacer clic en el cerebro de Kate. Recordó que una vez, hace unos 3 años, visitó la casa de Jonathon. Era tarde, ella había estado en Firefly trabajando en una de sus hipótesis acerca de la teoría de cuerdas y estaba perpleja, trancada en un punto que estaba segura sería una tontería.

      Al llegar y tocar la puerta, Rook la abrió, dejando suficiente espacio para que solo su cabeza se asomara, tapando el resto del espacio con su cuerpo, o eso intentaba. Parecía nervioso. Cuando Kate intentó pasar para explicarle su problema, él no la dejó. Dijo que tenía compañía y que regresara al otro día. Kate intentó mirar dentro de la casa y logró ver a dos personas alrededor de una mesa en la sala. Estaban mirando hacia donde estaba ella. Curiosos. Llevaban trajes y pantalones de vestir. Uno de ellos, un hombre con pelo de color arena, ondulado y tan largo que le tapaba la mayoría de la frente, de mandíbula cuadrada, estaba fumando una pipa negra. Su acompañante, sentado frente a este, llevaba un traje azul oscuro, tenía el pelo más liso, oscuro y corto, estaba mirando a Kate con gran interés.

      Cuando Rook se dio cuenta que la mujer frente a él estaba tratando de ver a sus invitados cerró un poco más la puerta y usó su cuerpo de escudo.

      Ahora que Kate recordaba esa noche, se dio cuenta que la persona que la estaba mirando, el hombre en el traje azul, era Christopher. Entonces ¿puede ser que todo sea verdad? No, pensó ella.

      Suspirando, en señal de exasperación, le contó de esa noche a Carter. Él simplemente escuchó y no pudo evitar sonreír mientras ella contaba la parte donde él la observaba.

      Él recordaba esa noche a la perfección. Él y Nicholas, junto con Jonathon, estaban revisando la historia de la segunda guerra mundial de su realidad. Nicholas estaba fascinado por los acontecimientos y Chris por el perfil psicológico de los llamados Nazis. Cuando escucharon el tocar de la puerta, Rook se levantó sin más. Supo que solo podría ser Kate. Él ya les había contado a ambos acerca de su protegida, no paraba de hablar de ella a cada oportunidad que tenía y Carter estaba muy interesado, por cuestiones profesionales, en saber más acerca de ella. En especial después de enterarse de su madre. Cuando la vio no pudo evitar analizarla, era un gaje del oficio.

      Cuando Kate terminó su historia, Carter estaba callado, algo muy extraño en él. Sin decir palabras volteó el marco y se lo entregó a Kate. Esperando que absorbiese la imagen frente a ella.

      Era una fotografía de cuatro hombres. Tres de ellos los pudo reconocer. John, en un extremo, seguido de Carter, el otro desconocido suponía que era Nicholas y finalmente John, otra vez. No. Algo estaba mal con esa foto, pensó ella. Acercó aún más el retrato a su cara, analizándolo. El hombre era


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