Bastardos de la modernidad. Alexander Torres

Bastardos de la modernidad - Alexander Torres


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con la “nobleza cortesana fundamentalmente francoparlante y ‘civilizada’ según pautas francesas”, en cambio Kultur está vinculada a la “capa intelectual germanoparlante de clase media … que ocasionalmente incluye a algunos elementos de la nobleza rural” (61). Al consolidar una identidad propia, la clase media alemana utiliza el término Kultur para identificarse con las ideas de profundidad, sinceridad y virtud auténtica, diferenciándose de la nobleza alemana cuya superficialidad, falsedad y convencionalismos externos se sintetizan bajo la voz Zivilisation (74). Esta oposición se cristaliza en el ensayo “Ideas para una historia universal en clave cosmopolita” (1784) de Immanuel Kant (61).

      Con el tiempo las palabras Kultur y Bildung serán las privilegiadas entre la clase media intelectual. Por ejemplo, el vocablo Aufklärung, que llega a asociarse exclusivamente con el racionalismo y la política radical, llegará a ser un término polémico en la década de 1790 (Labrie 103). Tanto este término como el de Zivilisation llegarán a ocupar un segundo plano (103). Pero si bien los significantes Kultur y Bildung coexisten en el mismo plano de importancia simbólica desde fines del XVIII en Alemania, de los dos términos el que parece prevalecer a la larga es el segundo. Hans-Georg Gadamer sugiere esto en el primer volumen de Verdad y método (1960) al afirmar que

      [f];ue sobre todo Herder el que intentó vencer el perfeccionismo de la Ilustración mediante el nuevo ideal de una “formación [Bildung] del hombre”, preparando así el suelo sobre el que podrían desarrollarse en el siglo XIX las ciencias del espíritu históricas. El concepto de la formación [Bildung] que entonces adquirió su preponderante validez fue sin duda el más grande pensamiento del siglo XVIII, y es ←12 | 13→este concepto el que designa el elemento en el que viven las ciencias del espíritu en el XIX aunque ellas no acierten a justificar esto epistemológicamente. (37)

      Así que tanto el vocablo Bildungsroman como el de Bildung son términos relacionados entre sí que, sin embargo, exceden cierta especificidad histórica y conceptual. De todas formas, cuando se refiere aquí a Bildung se seguirá la justificación planteada por María de los Ángeles Rodríguez Fontela respecto al término Bildungsroman cuando se usa para referirse a “análogas producciones novelísticas de otras literaturas nacionales”, es decir, como un “eficaz instrumento epistemológico” (2). Aquí también se mantendrá la postura de Rodríguez Fontela en cuanto al uso de la palabra Bildungsroman, aunque se parta de una concepción algo distinta de lo que significa.

      Los padecimientos del joven Werther como modelo de Bildungsroman

      Ahora bien, en cuanto al género literario en cuestión, se sobrentiende que es la narración de un proceso de formación individual. De modo que el Bildungsroman tendría que basarse en el concepto de Bildung. Si ese es el caso, existe la posibilidad de que Wilhelm Meister no sea la primera novela de formación alemana conocida a nivel internacional. Anterior a esta obra, Goethe publica Los padecimientos del joven Werther (1774). Georg Lukács asevera en su obra Goethe y su época (1946) que Werther fue un “éxito universal” (69). Tuvo un gran impacto tanto en Francia como en Inglaterra. Esta obra se podría considerar como el primer Bildungsroman –la primera novela sobre un proceso de Bildung– que se introduce en la narrativa del norte de Europa Occidental por las razones que se presentarán a continuación.

      Alfonso Reyes asegura que Goethe fue producto de su tiempo:

      Consideremos la hora en que Goethe aparece y lo veremos sumergido en su tiempo, así como lo hemos visto, en todas sus etapas, rodeado por un cortejo de amigos o acompañado de una mujer. El racionalismo, que arranca del siglo XVII, poco después se codifica en la Ilustración y el Aufklärung. Para la Alemania del siglo XVIII, puede representárselo en los nombres de Leibniz o de Cristián Wolff, y viene a decirnos, en suma, que todos los males de la humanidad provienen de las pasajeras deficiencias de la cultura. Pero pronto, con Rousseau y el Sturm und Drang, el enigma de la vida y aun la dignidad de lo irracional reclaman sus fueros: Hamann, Herder, el joven Goethe y los primeros dramas ←13 | 14→de Schiller pueden evocar esta fase del pensamiento. Al Dios-Razón sucede el Dios-Naturaleza. La naturaleza no es ya el objeto inanimado de la ciencia, sino un sujeto, un inmenso ser palpitante.

      Tales ideas estaban en el aire, no aparecen con Goethe. Las debe a sus precursores: a la Biblia, a sus estudios teológicos, a los círculos pietistas; a las universidades y a los libros; a Platón y a Plotino; a Spinoza y a Leibniz, a los pandinamistas de los siglos XV y XVI, como Paracelso, Van Helmont, Basilio Valentino; a los místicos Jacobo Boehme, Swedenborg, Zizendorf, y hasta a su coetáneo Lavater; a la estética de Cudworth, Shaftesbury, Young, Sterne, al mismo Gellert, a Breitinger o a Batteux; a Klopstock, a Rousseau, a Hamann y a Herder. A todo lo cual deben unirse las lecturas y el estudio de Shakespeare, Erwin de Steinbach, Hans Sachs, Durero, Homero y Ossián, que animan el fuego de su juventud durante la “era titánica”. (379)


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