Reino, política y misión. Alberto Roldán
sino que resultan orientaciones insustituibles que orientan la praxis sociopolítica de los cristianos y cristianas en el mundo actual.
El capítulo final, titulado “América Latina y Edimburgo 1910–2010: de la exclusión al protagonismo en la misión”, fue una ponencia que elaboré por invitación de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, núcleo Buenos Aires, en ocasión de los cien años de la Conferencia de Edimburgo, la cual, como se sabe, fue el primer evento mundial para la reflexión de la misión cristiana en el mundo. Lo curioso es que América latina fue decididamente excluida de esa conferencia. En el texto, indagamos en las razones históricas e ideológicas de esa exclusión y planteamos que a cien años del acontecimiento, América latina es hoy protagonista de la misión, siendo uno de los continentes —en sentido cultural— donde más se expande el reino de Dios, tanto en lo que se refiere a reflexión teológica, expuesta en el capítulo 2, como en el desarrollo expansivo de la iglesia.
En síntesis: la obra que ofrecemos a los lectores y lectoras está atravesada por los tres ejes: el Reino, la política y la misión. Cada uno de los capítulos corresponde a alguno o a varios de esos elementos. Los dos primeros están dedicados al primer tema: el reino de Dios, tanto en lo referido a las concepciones que de él se han elaborado en las teologías europeas y estadounidenses como en las teologías forjadas en nuestro contexto latinoamericano. Los cuatro capítulos siguientes están dedicados a la teología reformada en sus máximos exponentes: Juan Calvino y Karl Barth, donde se muestran las varias influencias histórico-culturales, sociales y políticas en la elaboración de la teología de esa vertiente, sus propuestas, aportes y vacíos.
Los capítulos finales tienen como eje central el tema de la teología política y la misión. El primero de ellos analiza pormenorizadamente la temática de la teología política a partir del desafío planteado por Carl Schmitt y ampliado sensiblemente por Moltmann y Metz con aportes significativos para la misión de la iglesia cristiana en un mundo secularizado. Luego de pasar por el excursus dedicado a comentar el análisis de Harold Bloom en cuanto al calvinismo en relación con la “religión americana”, finalizamos con el capítulo consagrado a la misión, analizando el significado de la conferencia de Edimburgo 1910, la exclusión de América Latina en ese evento y el protagonismo que el continente ha llegado a tener en el presente, a cien años de aquel evento misionero.
Reino, política y misión son tres dimensiones que deben distinguirse entre sí, pero que, a la hora de la praxis cristiana en el mundo, están interconectadas. No hay Reino sin política ni misión sin Reino. El Reino, símbolo y meta de la historia, se va desarrollando en un mundo donde la missio Dei es protagonista y donde los cristianos y cristianas del mundo somos invitados e invitadas a participar activamente para la gloria de Dios y para mantener humana la vida en la tierra.
Alberto F. Roldán
Buenos Aires, Navidad de 2010
1 Paul L. Lehmann. La ética en el contexto cristiano. Montevideo: Editorial Alfa, 1968, pp. 89–90.
2 Ídem, p. 104.
Capítulo 1: Concepciones del Reino y missio Dei
El mensaje de Jesús sobre la venida del reino de Dios antecede histórica y objetivamente a toda cristología […]. La teología actual ha de recuperar de nuevo este tema fundamental del mensaje de Jesús.
—Wolfhart Pannenberg3
Es difícil que se busque una claridad misionera desde una perspectiva que no sea la de la teología del reino. Casi todas las teologías contextuales del tercer mundo intentan interpretar la realidad —histórica, cultural y política— apuntando hacia una visión de futuro dentro de la perspectiva del reino.
—Emilio Castro4
Introducción
Si partimos del axioma ampliamente difundido por Paul Ricoeur en el sentido de que el lenguaje religioso es, por antonomasia, simbólico, ya que “el símbolo da que pensar”, en lo que se refiere a la misión de la iglesia, ese símbolo es el “reino de Dios”. El símbolo del Reino es el que nos hace pensar la misión de la iglesia en el mundo. La teología cristiana en general y, particularmente, la protestante, ha desarrollado con bastante amplitud el concepto de “reino de Dios” y su importancia para la vida y misión de la iglesia. En el presente trabajo, intentamos definir el reino de Dios como clave hermenéutica para entender y hacer misión en el mundo que, para nuestro caso particular, es el “mundo-historia-geografía-cultura-latinoamericanas”. En la primera parte del trabajo, nos referimos al concepto bíblico de “reino de Dios”. En la segunda, hacemos un repaso de cómo ha sido interpretado el reino de Dios en la teología contemporánea. El campo para analizar aquí es vastísimo e imposible de rastrear a profundidad. Por lo tanto, hemos resuelto hacer un repaso histórico desde los comienzos de la reflexión en Albert Schweitzer para analizar un poco más detenidamente el aporte de Walter Rauschenbush y su teología del evangelio social y, a modo de contraste, el ensayo de H. Richard Niebuhr The Kingdom of God in America. Después, nos abocamos al pensamiento de teólogos del siglo XX y actuales cuyas obras son más sistemáticas. Nos referimos a Oscar Cullmann, Paul Tillich, Wolfhart Pannenberg y Jürgen Moltmann5. En la tercera, vinculamos al reino de Dios con la misión y el modo en que esa clave hermenéutica ayuda a comprender la missio Dei.
El concepto bíblico de “reino de Dios”
En su meduloso trabajo titulado Reino y reinado de Dios, Rudolf Schnackenburg afirma: “El pensamiento del reino de Dios extiende sus raíces hasta lo más profundo del Antiguo Testamento. El erudito judío M. Buber dice: ‘La realización del reino universal de Dios es el próton y el escháton de Israel”6. No obstante este hecho, el reino de Dios no fue un tema importante en la teología cristiana, debido, entre otros motivos, a la fuerte impronta agustiniana que dominó el pensamiento cristiano en Occidente identificando el reino de Dios con la iglesia. Ello derivó en teologías fuertemente eclesiocéntricas, para las cuales el interés de Dios pasaba solo por la iglesia. El reino de Dios, en consecuencia, quedaba en un plano inferior o, decididamente “pospuesto”7. Una mirada somera al testimonio bíblico, muestra que existen varias nociones de “reino de Dios” que se distinguen a partir de los contextos históricos y literarios donde aparece la expresión. El reino de Dios es vinculado al gobierno de Dios sobre Israel y el mundo, es de naturaleza escatológica y motivo del culto del pueblo que encuentra expresión en algunos salmos que proclaman: “El SEÑOR reina, revestido de esplendor” (93.1a); “¡El SEÑOR es rey! ¡Regocíjese la tierra!” (97.1); “El SEÑOR es rey: que tiemblen las naciones” (99.1a).
Según el ya citado Schnackenburg8, aunque en el judaísmo tardío la expresión “reino de Dios” no es muy frecuente, ese hecho no debe conducirnos a pensar que la idea esté ausente de las reflexiones rabínicas, porque la opinión dominante es que Dios enviaría al Mesías-Rey, hijo de David, para restaurar el reino davídico a Israel. “El pensamiento de la restauración de Israel y de su imperio bajo la sombra de su Dios y rey se extiende a través de la mayoría de los testimonios de la fe judía, por muy diversos matices que adquieran al pintarnos las bendiciones mesiánicas”9.
En lo que se refiere a la perspectiva del Reino que expresan los Apocalipsis judaicos intertestamentarios, el pensamiento del Reino reaparece en forma más espiritualizada y enmarcada dentro de lo “supramundano”. Hay un