Eslabones del mundo andino. Yoer Javier Castaño Pareja

Eslabones del mundo andino - Yoer Javier Castaño Pareja


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(y que los indios se pusieran bajo la potestad de la Corona), reparar a los encomenderos despojados con una renta perpetua y entregar las doctrinas al clero secular.

      En ese momento se explicaba aquella crisis por un factor monocausal: la escasez paulatina y crónica de mano de obra. Y aunque esta apreciación un tanto subjetiva no era falsa, de todos modos desconocía otros aspectos generadores del problema estructural como lo eran el agotamiento del material aurífero superficial y las atrasadas técnicas de explotación y extracción imperantes. Por otra parte, tras aquellas explicaciones subyacía una generalización, pues señalar la hecatombe de la población indígena como la causa directa de la crisis no era completamente adecuado para aquel contexto y mucho menos hacerlo extensivo a todo el territorio neogranadino, tan heteróclito en cuanto a sus procesos de poblamiento. Los distritos auríferos que por entonces estaban eclipsados nunca habían dependido de la población indígena como fuerza laboral nativa (excepto para dedicarlos a ciertas tareas agrícolas), pues allí los naturales no fueron fáciles de doblegar, las enfermedades introducidas por los españoles causaron estragos entre ellos y los supervivientes se internaron en zonas recónditas. Debido a esto, las encomiendas tendieron a ser demasiado pobres y desde muy temprano aquellas zonas dependieron de la mano de obra esclava africana para explotar sus abundantes riquezas auríferas. Esa es la razón de que en los reclamos aludidos se le pidiera al Rey reiteradamente (entre otras cosas) que se pusieran en marcha estrategias para disminuir el costo de los cautivos y que se les adelantaran préstamos a largo plazo para poder adquirir negros bozales durante esa difícil coyuntura.

      En cuanto a la falta de innovaciones técnicas que permitieran aumentar las ganancias o por lo menos continuar con una explotación relativamente rentable, los mineros de las gobernaciones de Popayán y Antioquia se vieron obligados a explorar nuevas zonas, un proceso que llevó a la expansión de la frontera minera con la conquista del Chocó y el poblamiento de los altiplanos de Los Osos y Rionegro en Antioquia. La explotación económica de estos territorios fue designada por Germán Colmenares como el segundo ciclo del oro. La anterior crisis, sin embargo, no implicó el total abandono de los distritos del cañón del río Cauca, ya que muchos de ellos continúan en explotación activa hasta hoy.82

      Ante la escasez de oro circulante, en esos años se presentó un proceso de desmonetización en los intercambios y se retornó a una especie de economía natural pues predominaron las transacciones a través del trueque.83 Por ello, fue frecuente que las raras sacas de ganado provenientes del valle del río Cauca se permutaran en los mercados por esclavos (como sucedía en la provincia de Antioquia), por arrobas de sal, y por telas y géneros elaborados muchos de ellos en los obrajes de Quito. Al respecto, resulta muy significativo que durante la segunda mitad del siglo XVII solo aparecieran registrados o simplemente aludidos en diversas fuentes manuscritas del período (tales como protocolos notariales y actas del cabildo) ocho negocios que daban cuenta del arribo de algunos ganados vallecaucanos a la provincia de Antioquia. Y para este mismo lapso de tiempo no aparece asentado en los libros de sisas y alcabalas ningún pago generado por la introducción de ganado forastero, una mercancía por la cual debía pagarse por cada cabeza un tomín de oro según lo estipulado por el cabildo de la ciudad de Antioquia en 1640.

      En general, durante este largo período de crisis de la actividad aurífera neogranadina la oferta pecuaria vallecaucana en vez de estancarse ante el cese de la circulación de oro acuñado y en polvo se orientó en mayor proporción hacia los territorios meridionales de la Audiencia de Quito o bien se adaptó a las lógicas y dinámicas de una economía carente de moneda circulante. Al mismo tiempo, al parecer los entonces debilitados centros mineros de la provincia de Antioquia se enfrascaron en una economía casi autárquica pues el ganado que requerían llegaba desde los centros pecuarios domésticos, donde muchos de los mineros de entonces habían establecido sus propias empresas agropecuarias. Entonces, hubo una expansión de la economía natural, un posible proceso de ruralización, un predominio en la zona antioqueña de una economía de autosubsistencia y una diversificación de las actividades agrícolas. De forma paralela se efectuó la apertura de nuevas fronteras mineras, que actuaron después como focos de atracción y nuevos centros de demanda de los productos pecuarios payaneses.

      Por ende, durante ese medio siglo de crisis emergieron otros mercados alternativos para la actividad pecuaria de los extensos pastizales de la parte meridional del valle del río Cauca, como lo fueron la ciudad de Popayán (y algunas minas de su jurisdicción), Ibarra y Quito. Al mismo tiempo, la oferta de ganados vallecaucanos en la Audiencia de Quito se vio estimulada no solamente por el paulatino crecimiento de su población indígena a lo largo del siglo XVII sino también por las compras efectuadas por el colegio jesuita y el convento de La Merced de esta capital, ya que resultaban necesarios tanto para repoblar sus hatos como para revenderlos en la carnicería pública de la ciudad y proporcionar varias semanas de su abasto durante el período de carnal.

      Al mismo tiempo, la circulación en la sierra central ecuatoriana de plata peruana que llegaba allí a cambio de los tejidos de sus obrajes (que por entonces estaban en auge) y de los cueros curtidos de carnero que se exportaban hacia los Andes meridionales era otro factor que atraía a criadores y tratantes de ganados de la gobernación de Popayán, al igual que a mercaderes neogranadinos (muchos de ellos cartageneros) que se apropiaban de aquella moneda con la venta de ropas de Castilla. La plata que circulaba en Quito en reales, patacones y tostones llegaba desde la ciudad de Lima y había sido labrada en las cajas de Potosí. Era utilizada por los vecinos, indios naturales y forasteros para todo tipo de comercio y contrataciones. Con este mineral circulante amonedado se compraban los bastimentos necesarios para el sustento cotidiano, se costeaban salarios, se pagaban los tributos reales y se cancelaban las alcabalas y otros derechos de la Real Hacienda.

      A lo largo de esta primera exposición se ha demostrado la transcendencia de la actividad pecuaria en la economía, la vida cotidiana y la cultura material tanto de los centros urbanos como de los centros mineros, lo que motivó la temprana regulación de su consumo y usufructo por parte de los cabildos. Con respecto a estos últimos polos de crecimiento caracterizados en el Nuevo Reino de Granada por su transitoria y frágil vida productiva probamos que durante sus períodos de auge no solo impulsaban el asentamiento, la colonización y la apertura de nuevas fronteras, sino que también estimulaban la llegada masiva de una población sedentaria y estacional que demandaba para su subsistencia grandes cantidades de ganado en pie y materias primas provenientes desde muy heterogéneos espacios geográficos.

      En particular, se señaló que durante la primera fiebre minera de la explotación aurífera neogranadina (que tuvo como epicentro a varias localidades de la provincia de Antioquia) y al ser espoleados por la amplia capacidad de gasto y de consumo de los mineros y por la amplia circulación de oro en polvo y amonedado, en esta área se comercializaron grandes volúmenes de bovinos, porcinos y sus respectivos subproductos provenientes desde la gran área de pastizales del valle geográfico del río Cauca, la meseta de los Pastos, las sabanas aluviales del Bajo Magdalena y los valles interandinos de Aburrá y Rionegro. El acrecentamiento de la demanda ganadera en tales distritos mineros provocó que en algunas de estas zonas de pastizales se sacrificaran los millares de animales cimarrones que entonces las ocupaban y que se acelerara la creación de nuevas unidades de producción mediante el otorgamiento de mercedes de tierras.

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      Fuente: Elaboración propia.

      Pero este optimista panorama fue nublado con la grave crisis de la economía aurífera que comenzó a manifestarse en la década de los treinta del siglo XVII y que se expandió hasta las postrimerías de esta centuria, la cual fue provocada por diversos factores internos y externos como las atrasadas técnicas de extracción de mineral, el agotamiento del material aurífero superficial y el incremento en el costo de la mano de obra provocado por la separación de Portugal y la entrada en vigencia del sistema de asientos. La capacidad de gasto de los mineros de aquellas áreas se fue a pique y muchos de ellos se encontraban sumergidos en una opresiva espiral de endeudamiento. Las cuadrillas de negros esclavos (otrora numerosas) se fueron reduciendo por el alto índice de mortalidad y de fugas o


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