Eslabones del mundo andino. Yoer Javier Castaño Pareja

Eslabones del mundo andino - Yoer Javier Castaño Pareja


Скачать книгу
y ligado por la reciprocidad mercantil.

      El espacio/Las regiones

      Este comercio interno de ganado preponderantemente bovino vinculaba diversas provincias de lo que hoy se conoce como las repúblicas de Colombia y Ecuador. Este vasto espacio geográfico estaba caracterizado por su heterogeneidad paisajística y diversidad de nichos ecológicos, ya que el sistema andino presenta a lo largo de su perfil altitudinal (en sentido de orientación transversal y sucesión escaleriforme) una serie de pisos térmicos o microclimas distribuidos en escala correspondientes a los cambios de altura (que oscilan desde el abrazador calor de la costa hasta el entumecedor frío de los páramos) que determinan que la temperatura, la humedad, la pluviosidad, el clima, la flora, la fauna y otros factores bióticos y abióticos se trasformen a medida que se avanza o se retrocede verticalmente en la cordillera.5 De modo entonces que la existencia de estos microclimas favoreció la emergencia de economías especializadas superpuestas y con una vigorosa vinculación simbiótica; es decir, posibilitaron una distribución regional de las actividades productivas.6 A la par, en su parte septentrional aquella cadena montañosa se divide en tres grandes ramales, en cuya extensión se encuentran algunos valles intramontanos (unos moderadamente cálidos, otros templados) por donde discurrían libremente (generando ciénagas y meandros) varias fuentes hídricas que con sus desbordamientos cíclicos suministraban fértiles sedimentos a las tierras aledañas. La fecundidad de estos terrenos, las famosas propiedades alimenticias de sus pastos, la abundancia de ojos de sal fueron componentes geomorfológicos que posibilitaron la temprana introducción de la actividad pecuaria en estos suelos, especialmente en las llanuras que aparecen como protagonistas a lo largo de este escrito. Además, la escasez de mano de obra indígena de estas zonas (diezmada a lo largo de varias décadas por las enfermedades, la guerra sistemática, el trabajo forzado en los placeres auríferos y la huida masiva hacia zonas selváticas inaccesibles) dejó disponibles miles de hectáreas que fueron acondicionadas para la producción de los rumiantes de origen ibérico que se demandaban tanto en los itinerantes distritos mineros de las zonas bajas y cálidas como en los grandes centros de población asentados en los fríos altiplanos. La ganadería introducida en estos grandes valles transversales (pobres en mano de obra y minerales) les permitió a sus ocupantes vincularse directa e indirectamente con varios circuitos económicos interandinos y liberarse de las cadenas del aislamiento.

image

      Fuente: Blaew, Guillermo Janszoon, “Terra Firma et Novum Regnum Granatense et Popayán, 1635”, en: Atlas de Colombia, Bogotá, Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 1977.

      Ahora bien, desde el punto de vista de las divisiones políticas de aquel entonces, la presente investigación se circunscribe a los bloques central, suroriental y suroccidental del Nuevo Reino de Granada y al altiplano norcentral de la Audiencia de Quito. Para finales del siglo XVI, diversos cronistas y cosmógrafos señalaban al Nuevo Reino de Granada como una entidad territorial que integraba todo aquello que había en el distrito de la Audiencia de Santafé (establecida en 1549) y las gobernaciones de Santa Marta, Cartagena y Popayán (que hasta 1580 incluyó a la provincia de Antioquia) y la provincia de San Juan de los Llanos. Por aquel entonces, el Nuevo Reino de Granada también incluía bajo su distrito a las ciudades de San Cristóbal y Mérida, con sus respectivas jurisdicciones.7 Con el advenimiento de la dinastía borbónica y sus intentos por fortalecer el Estado y ampliar su alcance, fue erigido definitivamente el virreinato del Nuevo Reino de Granada en 1738. Bajo el gobierno de esta nueva unidad administrativa (cuya capital era Santafé de Bogotá) estaban comprendidos los territorios de lo que hoy se conoce como Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela y las islas de Trinidad y Margarita, sobre los cuales, valga decirlo, se ejercía un poder muy poco efectivo. Debido a esto, en 1777, las zonas costeras de Venezuela fueron separadas del virreinato y puestas bajo la jurisdicción de la Capitanía General de Caracas.

      Por su parte, la Audiencia de Quito (que a lo largo de nuestro período de estudio estaba integrada al virreinato del Perú) fue establecida en 1563 y abarcaba tres grandes componentes macrogeográficos del oeste del continente sudamericano: la costa pacífica o llanuras del litoral, la sierra andina y el oriente amazónico. Comprendía los territorios de Jaén, Valladolid, Loja, Zamora, Cuenca, La Zarza, Guayaquil, La Canela y Quixos.8 Junto con la aludida Audiencia de Santafé también ejerció jurisdicción sobre la extensa gobernación de Popayán, un territorio que, al igual que un eslabón, vinculaba estos dos centros de poder y sus respectivos espacios jurisdiccionales. Era, pues, según Jean Paul Deler, “una zona de transición entre el núcleo histórico de Quito propiamente dicho y el del Nuevo Reino de Granada”.9 Así que la aludida gobernación de Popayán (con una evolución demográfica divergente frente al espacio quiteño meridional) tenía una característica especial: una parte de ella estaba bajo la autoridad de la Audiencia de Santafé, mientras que la otra era parte de la de Quito. Así, pues, administrativamente dependía simultáneamente de ambos epicentros políticos. De este modo, ciudades como Pasto, Popayán, Cali, Buga, la villa de Chapanchica y el pueblo de Guachicono estaban integradas al gobierno de esta última audiencia. En términos generales, la gobernación de Popayán se extendía desde los inciertos límites con la provincia de Antioquia (al norte) hasta los términos del pueblo de Otavalo (al sur). Hacia el oriente (allende la cordillera central de los Andes neogranadinos) abarcaba el valle de Neiva y una extensa área de la cuenca superior del río Magdalena, y hacia el occidente (más allá del ramal occidental de los Andes neogranadinos) incluía la tierras bajas del actual pacífico colombiano y la porción meridional de las indómitas tierras del Chocó (que fue segregada de la gobernación de Popayán en 1726), cuyas condiciones geográficas la convertían en una zona aislada, de difícil control administrativo, donde el contrabando de oro y esclavos constituía una actividad cotidiana.

      De hecho, durante los siglos XVI y XVII la mayor parte del occidente colombiano, una enorme extensión de la cuenca del rio Cauca y la parte superior del valle del río Magdalena estuvieron bajo el gobierno de Popayán. En palabras de Marta Herrera Ángel, entre otras características de esta provincia durante el período colonial estaban la vastedad de su territorio, su variedad geográfica y sociorracial, la relativa inestabilidad de sus límites jurisdiccionales y la falta de correspondencia entre estos últimos y los definidos para efectos de su administración religiosa.10 En el aspecto eclesiástico, la provincia estaba igualmente dividida en dos partes: el obispado de Popayán, que no cubría, por lo demás, toda la provincia, estaba supeditado al arzobispado de Bogotá, mientras que la región de Pasto dependía del obispado de Quito, que estaba subordinado al arzobispado de Lima. Era pues usual en este ámbito tanto el ajuste imperfecto de las diferentes divisiones territoriales como la superposición de circunscripciones.11

      El modelo

      Ahora bien, en aquel entorno de los Andes septentrionales la producción económica dominante que decidía el rango y la importancia de todas las otras producciones regionales era la del oro, el cual llegó a constituirse como la principal mercancía de exportación para el Nuevo Reino de Granada y como el más relevante elemento económico que lo vinculaba con la metrópoli; era este el sector productivo que más ingresos le generaba a la Corona en ese territorio periférico del orbe indiano. Además, no hay que olvidar que el descubrimiento y explotación de este mineral estimulaban el comercio y el asentamiento permanente. Ello a pesar de los largos períodos de crisis y depresión que padeció durante esos años tal actividad extractiva, en particular durante gran parte del siglo XVII, como consecuencia de las atrasadas técnicas de explotación, el agotamiento del material aurífero superficial y la escasez generalizada de mano de obra que se desencadenó no solamente con la reducción paulatina de la fuerza de trabajo indígena, sino también con el descenso de la trata e importación de esclavos que advino con la separación de Portugal de la Corona castellana. Según John Tepaske, el Nuevo Reino de Granada proveía por lo menos el 50% del oro producido en Hispanoamérica. El 94% de la producción minera neogranadina estaba representado por aquel dorado mineral y solo un 6% por la plata extraída en el área de Mariquita.12

      También el oro fue el principal generador


Скачать книгу