La magia de pensar en grande. David J. Schwartz

La magia de pensar en grande - David J. Schwartz


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demasiado viejo. (O demasiado joven). La “excusitis” de edad, la enfermedad del fracaso por no tener nunca la edad correcta, se presenta bajo dos formas identificables: “Soy demasiado viejo” y “Soy demasiado joven”.Usted ha escuchado centenares de personas de todas las edades explicar su mediocre realización en la vida con algo parecido a esto: “Soy demasiado viejo (o demasiado joven) para irrumpir ahora. No puedo hacer lo que deseo o estoy incapacitado para hacerlo porque mi edad lo obstaculiza”.Realmente, es sorprendente cuán pocas personas se hallan en la “edad correcta”, la edad acertada. Y esto es desafortunado. Esta excusa ha cerrado la puerta a grandes oportunidades a miles de individuos. Piensan que su edad no es adecuada y por ello ni se molestan en intentarlo.La variedad “soy demasiado viejo” es la forma más común de “excusitis” de edad. Esta enfermedad se extiende por medios sutiles. En televisión se han producido programas relacionados con el gran ejecutivo que pierde su empleo a causa de una fusión de empresas y no puede encontrar otro porque es demasiado viejo. El señor ejecutivo busca meses enteros, pero no halla lo que busca y al fin, después de considerar el suicidio durante un rato, decide razonar que es agradable estarse arrinconado.Son populares las comedias y artículos de revista acerca del tópico, “¿Por qué ha fracasado usted a los cuarenta?”, no porque representen hechos verdaderos, sino porque interesan a muchas mentes preocupadas por buscar una excusa.Cómo manejar la “excusitis” de edadLa “excusitis” de edad puede ser curada. Hace pocos años mientras dirigía un programa de adiestramiento en ventas, descubrí un buen suero que al mismo tiempo cura esta enfermedad y le vacuna a usted contra su renuncia a obtener el mejor trabajo.En este programa de adiestramiento había un participante llamado Cecilio, quien tenía cuarenta años, deseaba cambiar de situación hasta constituirse como representante de una empresa, pero pensaba que era demasiado viejo. “Después de todo –explicaba–, tengo que comenzar por partir de la línea y soy demasiado viejo para ello ahora. Tengo 40 años”.Conversé con Cecilio varias veces acerca de su problema de la “demasiada edad”. Empleé la antigua medicina: “Usted tiene solamente la edad que siente tener”, pero me di cuenta de que no iba a ninguna parte. (Con excesiva frecuencia la gente contesta: “¡Pero me siento demasiado viejo!”)Por fin descubrí un método que lo trabajó. Un día después de una sesión de entrenamiento, lo intente con Cecilio. Le dije: “Cecilio, ¿cuándo comienza la vida productiva de un hombre?”Meditó unos dos segundos y repuso:“Oh, cuando anda por los 20 años, me figuro”.“Muy bien –dije–. Ahora, ¿cuándo termina la vida productiva de un hombre?”“Bueno –respondió Cecilio–, si permanece en buena forma y le gusta su trabajo, opino que un hombre es todavía muy útil a los 70 años, o algo así”.“Perfectamente –añadí–, una gran cantidad de sujetos son altamente productivos después que han cumplido los 70, pero permítame convenir en lo que acaba de decir, los años productivos de un hombre abarcan de los 20 a los 70. Esto es, un intervalo de 50 años o medio siglo. Cecilio –proseguí diciendo–, usted tiene 40 años. ¿Cuántos años de vida productiva ha consumido?”“Veinte” –contestó.“¿Y cuántos le faltan?”“Treinta”.“En otros términos, Cecilio, no ha alcanzado siquiera el punto medio. No ha agotado sino el cuarenta por ciento de sus años productivos”. Miré a Cecilio y me di cuenta de que había dado en el blanco. Cecilio estaba curado de la “excusitis” de edad. Él vio que aún tenía muchos años por delante colmados de oportunidades. Conectó su pensamiento del “soy ya viejo” al “soy todavía joven”. Se dio cuenta que no es importante cuán viejo sea. Es la actitud hacia la edad la que hace de ella una bendición o una barricada.Curarse de la “excusitis” de edad, a menudo abre puertas a oportunidades que parecen herméticamente cerradas. Un conocido mío llevaba años haciendo diferentes cosas –vendiendo, administrando su propio negocio, trabajando en un banco–, pero nunca acertaba a encontrar lo que en realidad más deseaba hacer. Finalmente, concluyó que lo que deseaba más que ninguna otra cosa era ser sacerdote. Pero cuando pensó en ello, encontró que era demasiado viejo. Después de todo, tenía 45 años, tres hijos pequeños y poco dinero.Pero, por fortuna recobró toda su firmeza y se dijo a sí mismo: “Cuarenta y cinco años o no, voy a ser sacerdote”.Con toneladas de fe y un poco más, se alistó en un programa de instrucción sacerdotal de cinco años en Wisconsin. Cinco años más tarde fue ordenado sacerdote y formó parte de una escogida congregación de Illinois.¿Viejo? Desde luego que no. Tenía ante sí todavía veinte años de vida productiva. Hablé con este hombre no hace mucho y me dijo: “Sepa usted que de no haber tomado esta gran decisión cuando tenía 45 años, habría malgastado el resto de mi vida volviéndome viejo y amargado. Ahora me siento en todo instante tan joven como lo fui hace 25 años”. Y casi lo parecía también.Cuando usted vence la “excusitis” de edad, el resultado natural es ganar el optimismo de la juventud y sentirse joven. Cuando derriba sus temores de limitaciones de edad, usted añade años a su vida tanto como al éxito.Un antiguo colega mío de la época de la universidad, muestra un ángulo interesante de cómo fue destruida la “excusitis” de edad. Bill se graduó en Harvard en su veintes. Después de 24 años en el negocio de corretaje de existencias, durante los cuales ganó una modesta fortuna, Bill decidió que deseaba ser profesor de instituto. Sus amigos le advirtieron que iba a tener que excederse a sí mismo con el rudo programa de enseñanza que tenía delante.Pero Bill estaba decidido a alcanzar su meta y se inscribió en la universidad de Illinois a la edad de 51 años. A los 55 había conseguido el grado. Hoy es presidente del Departamento de Economía en un acreditado instituto de profesiones liberales. Es también feliz. Sonríe cuando dice: “He conseguido no alejar de mí un tercio de mis buenos años”.La vejez es un mal del fracaso. Derrótela evitando que lo limite.¿Cuándo es demasiado joven una persona? La variedad “Soy demasiado joven” de la “excusitis” de edad hace mucho daño también. Hace cerca de un año, un muchacho de 23 años llamado Jerry, vino a mí con un problema. Jerry era un joven distinguido. Había sido paracaidista durante el servicio y luego fue al instituto. Mientras iba a él, Jerry mantuvo a su esposa y su hijo vendiendo en una compañía de mudanzas y almacenaje. Realizaba muy buen trabajo tanto en el colegio como en su compañía. Pero hoy Jerry se hallaba preocupado.-Doctor Schwartz –manifestó–. Tengo un problema. Mi compañía me ha ofrecido un empleo de promotor de ventas. Esto me haría supervisor de unos ocho vendedores.-Mis felicitaciones, ¡esa es una noticia maravillosa! –dije–. Pero parece usted preocupado.-Bueno –continuó–. Los ocho hombres que debo supervisar son de 7 a 21 años mayores que yo. ¿Qué piensa usted que debo hacer? ¿Puedo manejarlos?-Jerry –repuse–. El gerente general de su compañía piensa obviamente que usted es suficientemente maduro, o de lo contrario no le habría ofrecido el puesto. Recuerde solamente estos tres puntos y todas las cosas trabajarán bien: primero, no sea consciente de su edad. Allá en la granja un muchacho llegó a ser un hombre porque demostró que podía hacer el trabajo de un hombre. Su número de cumpleaños no tuvo nada que ver con ello. Y esto es aplicable a usted. Cuando demuestre que es capaz de manejar el empleo de jefe de agentes, será automáticamente lo bastante mayor.Segundo, no se aproveche de su nueva “barra de oro”. Manifieste respeto con los vendedores. Pídales sus sugerencias. Hágales sentir que están trabajando para un capitán de equipo, no para un dictador. Hágalo así y los hombres trabajarán con usted, no contra usted.Tercero, no vacile en tener personas mayores trabajando para usted. Los dirigentes en todos los campos pronto encuentran que son más jóvenes que la gente que supervisan. No dude en emplear gente mayor que trabaje para usted. Ellos le ayudarán en cantidad durante los años venideros cuando aún se desarrollen oportunidades más grandes. Y recuérdelo Jerry, su edad no debe ser un obstáculo a menos que la convierta en tal.Hoy Jerry se desenvuelve bien. Adora el negocio de transportes y ahora planea organizar su propia compañía dentro de unos pocos años.La juventud tan sólo es una desventaja cuando lo es el pensamiento. Usted a menudo oye decir que cierto empleo requiere “considerable” madurez física, en ocupaciones parecidas a la venta de valores o seguros.Que debe tener cabello gris o ninguno para ganar la confianza de un inversionista es un completo disparate. Lo que realmente importa es qué tan bien conoce usted su oficio. Si usted sabe su oficio y comprende a la gente, está lo suficiente maduro para manejarla; la edad no tiene ninguna relación real con la capacidad, a menos que usted se convenza a sí mismo de que los años solamente le darán el carácter que necesita para realizar su fin.Muchos jóvenes sienten que no se les prefiere, a causa de su juventud. Desde luego, es verdad que otras personas en una organización que es insegura
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