La enseñanza de la bondad. Mary Beeke

La enseñanza de la bondad - Mary Beeke


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le pidió a Karen que la acompañara en los juegos. Solo unas cuantas palabras de aliento tranquilizaron a Karen y disolvieron sus preocupaciones. Proverbios 25:11 nos recuerda que “manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene”.

      Las acciones bondadosas también pueden ser silenciosas. Cristina me contó de la ocasión en que desayunó waffles con un amigo que se quedó a dormir en su casa. En lugar de utilizar tenedor y cuchillo, el visitante simplemente tomó el waffle y se lo comió con las manos, con la miel de maple goteando por todos lados. La mamá de Israel es bastante propia y limpia, pero sobre todo es bondadosa. Cuando observó al visitante, procedió a comerse su waffle de la misma manera. Sus hijos adolescentes quedaron atónitos, pero el visitante se sintió bienvenido.

      Una historia de compasión silenciosa aparece en la Biblia. Semy Jafet caminaron de espaldas para cubrir la desnudez de su padre Noé, en contraste con Cam que no miró para otro lado, ni cubrió a su padre, sino que le dijo a sus hermanos lo que vio. Proteger la dignidad de otra persona durante un momento de vergüenza es bondad.

      Hay una cantidad infinita de maneras de demostrar gentileza a nuestros semejantes. Tenemos muchas oportunidades cada día. Si tenemos La enseñanza de bondad en nuestro corazón y otros factores pecaminosos o emociones no están opacando este principio, entonces nuestro comportamiento será sazonado con benignidad.

       Diferentes grados

      La bondad es un concepto amplio. La gente demuestra bondad en diferentes grados, desde actos pequeños casi imperceptibles, a acciones que toman toda una vida. Una persona realmente gentil muestra su amabilidad habitualmente, además de realizar actos de compasión intencionales. Él o ella demuestran interés y preocupación por los demás y sus necesidades e intereses. Una persona bondadosa no tiene favoritismos, sino que más bien respeta a cada individuo como un ser creado. Él o ella no son sarcásticos y no se alegrarán con la calamidad de otro.

      No obstante, la persona considerada no es sosa. Es sincera incluso cuando puede ser doloroso, y se mantiene firme en los principios bíblicos incluso cuando sea impopular. El cristiano ama al Señor sobre todo, y la ley de Dios refleja a Dios mismo. Por lo tanto, la bondad se sujeta a la ley de Dios, manteniendo estándares de lo que está bien y lo que no. En esencia, la moralidad y la bondad van de la mano. El motivo más profundo de la compasión tiene sus raíces en la humildad y en la gratitud a Dios por Su maravilloso don de la salvación. Esta persona dice: “Dios me ha mostrado gentileza sin paralelo al perdonar mis pecados; seré benigno con los demás a cambio, sin importar si son amables o no conmigo”.

      Incluso entre los que podríamos describir como realmente considerados, hay una diversidad increíble. Una abuelita en un pueblo de la pradera que veía un promedio de quince personas a la semana y Corrie ten Boom eran ambas bondadosas, pero la influencia de cada vida fue inmensamente distinta. Una persona verdaderamente bondadosa podría estar sumamente ocupada con las tareas de la vida, pero infunde gentileza a lo largo del camino a dondequiera que va, posiblemente permitiendo que otro conductor se pase a su carril o sonriéndole a un adolescente torpe, que busca a tientas y ciegas su dinero en la cola para pagar. Hay millones de individuos que dedican unas cuantas horas de cada semana a su caridad favorita, ya sea dirigir una tropa Scout, aconsejar en un centro de crisis de embarazo, enseñar en la Escuela Dominical o servir comida en un refugio para indigentes. Hay innumerables individuos, muchos de ellos ya retirados, quienes invierten la mayor parte de su tiempo como voluntarios en hospitales, construyendo casas para la organización Habitat for Humanity o sentándose en la cama de los moribundos en un asilo. También están aquellos que hacen que su trabajo sea cuidar de otros y mostrar compasión, sin importar que sea ser una enfermera tipo “ángel de misericordia” en el hospital local, el acomedido conserje de la escuela o el trabajador de la Cruz Roja en un país en guerra como Afganistán.

      Hay una distinción entre la bondad como un rasgo de carácter y actos aislados de bondad, aunque la línea que los separa sea nebulosa. El primero es influyente, con un vínculo directo entre los motivos compasivos y las acciones bondadosas. El último es más esporádico, y las acciones de misericordia pueden estar o no ligadas con motivos gentiles. Incluso las personas crueles muestran consideración de vez en cuando. “Marielena” tiene problemas con todos los vecinos y es grosera con ellos, pero cuando sus amigas de jardinería pasan a verla, ella está llena de cálida simpatía.

      Dentro de cada uno de nosotros yace un caleidoscopio de experiencias, recuerdos, habilidades sociales personales, motivos, rasgos de carácter, estados de ánimo, principios y sentimientos. Esos convergen en una gran variedad de comportamientos. Conductas idénticas pueden tener su raíz en motivos distintos en diferentes individuos. Pedro puede estar juntando hojas con el grupo de jóvenes porque se pone en el lugar de los ancianos que no pueden atender sus jardines, mientras que Pablo esta juntando hojas porque sus padres lo están obligando a hacerlo. El resultado es el mismo aunque el proceso de pensamiento no lo es.

      Incluso en el mismo individuo, el motivo puede ser distinto de en una ocasión a otra. Cuando le dije a “Nancy” cuánto la admiraba por ayudar de manera constante a una viuda que era su amiga, ella dijo: “Algunas veces lo hago por que me intereso por ella y la amo porque Cristo me amó a mí, pero otras veces es solo el deber lo que me impulsa”.

      Es posible que cada ingrediente: los motivos amables y las acciones compasivas, sucedan de manera independiente. Una persona podría tener bondad en su corazón, pero nadie se beneficiará de ella hasta que no actúe. Una persona totalmente introvertida o aislada podría ser bondadosa y no demostrarlo. No obstante, al parecer, si hay bondad en el corazón, esta se revelará aun y cuando el individuo no tenga la intención de ser bondadosa. “Hilda” más o menos así. Es extremadamente tímida, trabaja sumamente bien en el negocio familiar y nunca habla a menos que se le dirija la palabra. En ocasiones parece preocupada con su propio y pequeño mundo. Sin embargo, cuando alguien le habla con calidez, deja surgir la más dulce de las sonrisas, y cuando da un obsequio, es un regalo elaborado por ella misma con amor.

      Por otro lado, uno podría realizar un acto de benignidad por una razón completamente egoísta. De todos los viajes de misiones que se han llevado a cabo, me pregunto cuántos jóvenes han ido solo porque estaban interesados en un miembro del sexo opuesto que también se inscribió para ir. Aunque el motivo no es puro, el comportamiento sigue siendo benéfico. Debo admitir que yo he hecho cosas similares. De hecho, es probable que hagamos esto más veces de las que tenemos el deseo de reconocer. De cualquier manera, el Señor utiliza estas experiencias de maneras misteriosas, como provocando que lo encontremos a lo largo del camino o que descubramos la alegría de servir a otros.

      Existe la posibilidad de que la misericordia viva en los rincones internos del corazón de una persona pero que otros rasgos de carácter la opaquen. “James” es un joven lindo en casa y en el barrio, pero en la escuela desea tanto la atención de los demás que puede llegar a ser cruel con niños más jóvenes para ser aceptado por sus compañeros.

      La conducta humana es como el mar, en constante movimiento, mezclándose y entrando en contacto con personas nuevas bajo condiciones distintas. Nuestras vidas son así defluidas. El grado en el que seamos gentiles es determinado por nuestras experiencias, nuestra personalidad y la manera en que hayamos sido instruidos por Dios y los demás.

       ¿Qué tan importante es la bondad?

      ¿Cuánta bondad necesitamos?¿Es esencial o es un extra en la vida? Diferentes personas le darían distintas respuestas a estas preguntas. Sin embargo, la mayoría estaría de acuerdo en esto: queremos que los demás sean bondadosos con nosotros. Jesús percibió este hilo común en el pensamiento humano cuando instruyó: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31). Seguir la Regla de Oro requiere que cada uno de nosotros comprendamos nuestro propio deseo de un trato bondadoso de parte de los demás, así como que estamos conscientes del deseo de nuestro prójimo por lo mismo. Luego, debemos asignarle tanto valor al deseo de nuestro prójimo como al nuestro. Pero pensamientos y comprensión no son suficientes: se requiere acción. La consideración se materializa cuando nos interesamos en los demás, cuando tenemos empatía por ellos, cuando nuestro deseo es que


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