Yoga y medicina. Timothy McCall
yoga sino también antes y después. Algunos profesores de hot yoga no dejan que los alumnos beban agua durante la clase, una política poco segura en mi opinión. Dado que el alcohol puede causar una ligera deshidratación, beber la noche anterior aumenta el riesgo. Un ritmo cardíaco permanentemente alto es en general el primer signo de deshidratación, por lo que quizá sea conveniente tomarse el pulso durante y después de la clase.A no ser que estés en muy baja forma física (en cuyo caso deberás empezar con un tipo de yoga menos intenso), si tomas suficiente líquido, tu ritmo cardíaco deberá volver casi a su estado normal al cabo de unos minutos una vez que hayas parado el ejercicio.
Si tienes más de cincuenta años y no has practicado de forma habitual, es mejor que hagas una prueba de esfuerzo antes de empezar con el hot yoga u otro estilo activo, ya que cabe la posibilidad de que el trabajo intenso cause un ataque al corazón. Cuantos más factores de riesgo de sufrir un ataque al corazón se reúnan –como fumar, sufrir diabetes o hipertensión, tener el colesterol alto o antecedentes familiares de ataques al corazón prematuros– y cuanto más agresivo sea el ejercicio que realices, más importante será esta prueba y antes deberás hacerla. Si la práctica que haces es suave, como el viniyoga o el yoga integral, un análisis como éste quizá no sea necesario. Para ver las descripciones de la intensidad de los diferentes estilos de yoga, consulta el capítulo 6.
Evitar caídas
Con las posturas de yoga es posible caerse, en concreto con posturas de equilibrio como la postura sobre la cabeza o la postura del árbol. Esto puede preocupar a personas débiles o a quienes padecen osteoporosis y pueden romperse una cadera u otro hueso. Las personas con afecciones sanguíneas o registros de plaquetas bajos y las que toman medicamentos anticoagulantes (como heparina o warfarina) tendrán que ser precavidas o evitar por completo las posturas de equilibrio, ya que una caída puede causarles lesiones y hemorragias internas graves. Es obvio que una caída también puede herir a alguien que esté cerca.
Ampliar la posición en posturas como la tadasana (figura 5.2b) puede reducir el riesgo de sufrir caídas. Otra estrategia consiste en hacer posturas de equilibrio como la del árbol con la espalda cerca de una pared o tocando ligeramente con los dedos la pared, para que te resulte más fácil mantener el equilibrio (figura 5.2c). Si el equilibrio es un problema para ti, la mayoría de las posturas de pie pueden hacerse frente a una pared o una barra. Además, en las posturas que se realizan de pie, estarás más estable si aprendes a apoyar los pies del todo y distribuyes el peso por igual entre el antepié y el talón, y entre la superficie delantera, trasera, interior y exterior de la planta de ambos pies.
Figura 5.2
a) Tadasana b) Tadasana con los pies alineados con los hombros c) Postura del árbol con los dedos apoyados en la pared
Pranayama y meditación
Desde un punto de vista psicológico, los ejercicios de respiración hechos de forma incorrecta son una de las herramientas de yoga más peligrosas. La tradición del yoga recoge historias de gente que ha sufrido reveses psicológicos después de seguir ejercicios de respiración activos sin la supervisión adecuada, concretamente quienes intentan hacer demasiado muy pronto, aunque no se sabe si esto es habitual. Según Aadil Palkhivala, “las pranayamas son para el sistema nervioso lo que las asanas son para los sistemas óseo y muscular”. Afirma que una asana demasiado intensa puede dañar músculos, huesos y cartílagos, y que una pranayama muy intensa puede dañar los nervios. Excepto los ejercicios más simples como la ujjayi básica y la bhramari (ver capítulo 1), las pranayamas tienen que hacerse bajo la supervisión de un profesor experimentado.
Al igual que la pranayama, la meditación puede no ser adecuada (ni siquiera posible) para personas muy ansiosas o deprimidas. Se conocen casos de personas que han sufrido crisis psicológicas tras una meditación profunda, especialmente en retiros largos. Cualquiera que sufra una depresión clínica, tenga un historial de esquizofrenia o padezca otros problemas psicológicos graves tendrá que consultar a un profesional de la salud mental antes de empezar a practicar con la meditación. Al igual que con las pranayamas, a algunas personas con dificultades con la meditación, debido a su nerviosismo o su inquietud, les puede resultar más sencillo mantener los ojos abiertos. Los ejercicios de meditación guiada también les resultarán más fáciles que los esfuerzos autodirigidos.
Algunas personas que normalmente no son propensas a la ansiedad pueden ponerse nerviosas al intentar meditar. También es común en algunos alumnos sentir una corriente de emociones al hacer la savasana u otras posturas de restauración o al realizar asanas como la extensión, la flexión o las rotaciones. La meditación es un punto en el que afloran los traumas psicológicos que han sido apartados. El resultado puede ser muy desagradable, pero lo que se aprende durante la meditación ayuda a superar sucesos dolorosos de la vida y conduce a un nivel de felicidad y tranquilidad que no se ha sentido antes. Si surgen problemas, puede ser útil trabajar con un profesor de yoga con experiencia en meditación y, si fuera necesario, con un psicoterapeuta.
Yoga durante la menstruación
La mayoría de los profesores de yoga creen que ponerse cabeza abajo durante el período está contraindicado, pero muchas alumnas deciden ignorar esta recomendación. ¿Arriesgan así su salud? Algunos profesores advierten de que la inversión durante la menstruación puede hacer que la sangre se salga fuera de las trompas de Falopio y termine causando endometriosis, una enfermedad dolorosa en la que pequeños grupos de células uterinas crecen en la cavidad abdominal. Existen pruebas científicas que indican, sin embargo, que la llamada menstruación retrógrada aparece en más del 90% de las mujeres –la mayoría de las cuales nunca padecen endometriosis. Simplemente no se sabe si la inversión aumenta el retraso de flujo o el riesgo de endometriosis.
Creo que lo mejor es abstenerse de invertirse cuando el flujo es abundante. Además de cualquier otra consideración, éste suele ser el momento en el que los dolores de vientre son más intensos, y los niveles de energía, más bajos. En la mayoría de las mujeres, estos síntomas aparecen fundamentalmente durante los primeros días del período, aunque no siempre. Las inversiones cortas, de un minuto o menos, especialmente durante los últimos días del período, tienen menos posibilidades de causar problemas que otras más duraderas. Una alternativa a las inversiones normales son las posturas en las que se sitúa la cabeza por debajo del corazón pero se mantiene la pelvis al mismo nivel, como la postura del puente con apoyo (figura 5.3). Esta postura es también reconstituyente y puede realizarse de forma segura en momentos en que la energía esté baja.
Si, a pesar de las dudas sobre los riesgos, quieres hacer inversiones durante el período, parece razonable que ajustes los ejercicios a los síntomas y las reacciones de tu cuerpo al ponerte cabeza abajo. Especialmente