Amor y tequila. María José Vela
combinación con habilidad y sacó de ella un montón de billetes de cien dólares.
—Toma, Sarita, lo que te debo del vestidito de Loreto.
—Caye, no hace falta y además, no deberías abrir tu caja fuerte delante de nadie.
—Sarita, no seas boba. Eres mi hermana. Si no confío en ti, ¿en quién? Vamos, nos estarán esperando para cenar. Wendoline ha hecho ceviche acapulqueño[7] y tienes que probarlo. Es lo máximo.
La cena estaba servida en un comedor en el que, de nuevo, sobraba un cubierto. Wendoline esperó a que todos estuvieran sentados para ir en busca de la urna de Álvaro y colocarla en el sitio vacío.
—Gracias, Wendoline. ¿Me trae una pastilla para la jaqueca y otra agüita especial, por favor?
—Caye, ¿has ido al médico por lo de tus jaquecas? —le preguntó Sara preocupada.
—Sí, tranquila. Son los nervios por todo lo que estamos viviendo estos días, pero se me pasa con la pastilla.
—Y con el agüita —murmuró Kin.
Su madre lo miró enfadada.
—¿Qué tal vuestra tarde de compras? —preguntó Juan.
—Cayetana nos ha comprado un montón de cosas y no me ha dejado comprarle nada a Kin —dijo Sara.
El joven levantó la vista y sonrió a su tía con timidez.
—Disculpe, señora, la llama don Fabio desde la plantación —interrumpió Wendoline.
—¿Don Fabio? ¿A estas horas? —se extrañó Cayetana.
—Sí, señora. Dice que es urgente.
—Está bien. Con permiso —murmuró Cayetana, levantándose de la mesa con un brillo en los ojos que Sara no le había visto hasta entonces.
Sara y Juan se miraron en silencio. A la tarea de averiguar si ese misterioso Dimitri era un miembro de la mafia rusa, se le sumaba la de averiguar quién era Fabio y qué era eso de la plantación.
—Kin, ¿qué quieres ser de mayor? —preguntó Juan.
—No sé.
—¿Qué te gusta hacer?
—Me gustan los coches.
—Pues tienes uno muy bonito.
—Sí, es el que nos quedó cuando mi papá vendió el negocio de alquiler de coches de lujo para comprar la plantación.
Juan levantó las cejas complacido. Quedó demostrado que un director de hotel no podía llevar semejante nivel de vida y el tema del coche de más de un millón y medio de euros estaba resuelto.
—¿Y de qué es la plantación? —se interesó Sara.
—De agave.
—¿De qué?
—Agave. Es como un cactus.
—¿Un cactus? ¿Y qué se saca de ahí?
Kin miró de reojo el vaso que Wendoline traía en ese momento con el agüita especial que siempre le pedía Cayetana y contestó a media voz:
—Tequila.
[6]. Cafetear: velar a un muerto. (N. de la A.)
[7]. Ceviche de pescado marinado en limón y sal, tomate, cebolla, aceitunas y kétchup, Según la receta se le puede añadir camarones (gambas), cilantro, chile de árbol, aguacate… No hay nada mejor para superar la resaca. (N. de la A.)
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