Lo que callan las palabras. Manuel Alvar Ezquerra
El botillo es un embutido español no demasiado conocido, pues es propio del dominio asturleonés. La Academia considera la palabra propia de Asturias, Cantabria, León, Palencia y Zamora, definiéndola como ‘embutido grueso, redondeado, hecho principalmente con carne de cerdo no desprovista de huesos’; en su elaboración se emplea el ciego del cerdo, y frecuentemente es ahumado. Procede del latín BOTELLUM, diminutivo de BOTŬLUS ‘embutido, salchicha, morcilla o chorizo’. No tiene nada que ver con la primera entrada botillo del repertorio académico, que significa ‘pellejo pequeño que sirve para llevar vino’ según su definición, por más que podamos imaginar alguna semejanza por su forma abultada. Este otro botillo es un derivado de boto, el ‘cuero pequeño para echar vino, aceite u otro líquido’, que parte del latín BUTTIS ‘odre, tonel’.
botiquín Véase bodega.
boutique Véase bodega.
bóveda Esta palabra es propia de la arquitectura, aunque ha salido de ese ámbito específico. El diccionario de la Academia la define como ‘obra de fábrica curvada, que sirve para cubrir el espacio comprendido entre dos muros o varios pilares’. Según la Institución, procede de una hipotética forma latina VŎLVĬTA, derivada del verbo VOLVĔRE ‘rodar, girar’, pues la forma curvada de la bóveda contiene la idea de giro, de vuelta. No olvidemos que la bóveda no pudo existir sin la invención del arco, cuyo desarrollo y perfeccionamiento se debe a los romanos. Sin embargo, Corominas y Pascual rechazan esa etimología por las muchas dificultades que presenta su justificación, y hacen derivar la voz de un hipotético germánico BUWITHA, seguramente gótico, derivado participial del germánico común BÛAN ‘habitar, construir’. La palabra es antigua en nuestra lengua, y aparece documentada desde los primeros repertorios que recogieron su léxico. Sebastián de Covarrubias (1611) era partidario del origen latino de la voz: «bóveda, díjose cuasi bólveda, a bolvendo, porque es el techo de piedra o ladrillo, sin madera, que va volviendo y haciendo arco. El italiano la llama arcovolta, y el francés voulte. Latine testudo. Hablar en bóveda, hablar hueco y con arrogancia. La habitación debajo de tierra es ordinariamente de bóveda, y los entierros, huecos, por estar hechos en esta forma se llaman bóvedas».
brabant El brabant, palabra que no registra el diccionario de la Academia, es un tipo de arado de vertedera de dos rejas que giran sobre un eje. Su origen está en la región del Brabante (entre Bélgica y los Países Bajos), y la forma con la que se le conoce es la de la lengua originaria. También se llama brabante.
brabante El brabante es un ‘lienzo fabricado en el territorio de este nombre, en Bélgica y los Países Bajos’ como lo define la Academia en su diccionario. También se llama brabante el arado brabant, aunque el repertorio académico no da cuenta de ninguna de las dos palabras. No debe confundirse con bramante, que es otra cosa, aunque del mismo origen.
braga Véase calza.
bragueta Véase calza.
bramante El bramante es un ‘hilo gordo o cordel muy delgado hecho de cáñamo’, cuyo origen es el mismo que el de brabante, con el que no debe confundirse.
brebaje El brebaje es la ‘bebida, y en especial la compuesta de ingredientes desagradables al paladar’ tal y como define la palabra el diccionario académico en su primera acepción. Procede de la palabra del francés antiguo bevrage, derivada del latín BĬBĔRE ‘beber’. En la voz española se produce una metátesis, cambiando la r de sílaba, probablemente influida por un término autóctono, brebajo. Decía Sebastián de Covarrubias (1611): «brebaje, está corrompido el vocablo de bebraje, que es la bebida que dan a las bestias, o para curarlas o para engordarlas, con harina, aceite y otras cosas». Y en el artículo beber se lee: «[...]. Brebajo, la bebida que se da a la bestia, mezclada con harina y aceite y otras cosas, o para purgarla o para que engorde. Está interpuesta la r, como en otras muchas dicciones castellanas, por ser letra de que usamos con que hacer fuerte y áspera la pronunciación, y declara el brío del ánimo español».
brete El empleo habitual de la palabra brete es con el primer sentido de los que registra el diccionario académico, ‘aprieto sin efugio o evasiva’. La voz procede del provenzal bret ‘trampa de coger pájaros’, que, a su vez, viene del gótico *brid ‘tabla’. En nuestra lengua muy pronto pasó a significar ‘cepo o prisión estrecha de hierro que se ponía a los reos en los pies para que no pudieran huir’, si tomamos la definición que todavía mantiene el repertorio de la Academia, en una traslación que es fácil de comprender. De ahí, en un nuevo cambio, surgió el sentido de ‘calabozo’, que también está en el DRAE, aunque con la marca de poco uso. Como del calabozo no puede escapar el preso se derivó el sentido del aprieto sin evasiva. Sebastián de Covarrubias (1611) dejó constancia del valor como cepo: «brete, vocablo español antiguo, vale lo mismo que potro. Latine equuleus». Es este sentido el que consignan los diccionarios antiguos, mientras que el de mayor uso en la actualidad no se recoge hasta el Diccionario de Autoridades (t. I, 1726) de la Institución.
breva En el uso habitual breva es el ‘primer fruto que anualmente da la higuera breval, y que es mayor que el higo’. Procede del latín BIFĔRA, compuesto de BIS ‘dos veces’ y el verbo FERO ‘producir’, lo cual quiere decir que se trata de un fruto producido dos veces al año, o del árbol que lo da. El segundo fruto que produce la higuera breval es el higo, de ahí la frase para expresar una larga duración de tiempo de higos a brevas, esto es, desde que la higuera da su segundo fruto hasta el primero del año siguiente. Sebastián de Covarrubias (1611) escribió: «breva, higo temprano, ficus praecox. Graece prodromos, praecursor, porque las brevas se adelantan a los higos o porque la higuera cuando echa anuncia el estío [...]».
bribón, -bona Un bribón es, fundamentalmente, el ‘pícaro, bellaco’ como define en su segunda acepción el diccionario académico la palabra, que se usa tanto como adjetivo y como sustantivo. La otra acepción, la primera, es ‘haragán, dado a la briba’, ante cuya lectura nos preguntamos qué es la briba. El DRAE dice que es la ‘holgazanería picaresca’, voz procedente de bribia (que también consigna el repertorio, como anticuada en una de sus acepciones y germanesca la otra), deformación de la antigua blibia, que lo es de biblia. Y ahora casi estamos peor que al principio, pues ¿qué tiene que ver la Biblia con los bribones? Corominas y Pascual explican que bribia se tomó, por comparación, de biblia en el sentido de ‘sabiduría, gramática parda’, pues el pícaro se las sabe todas y una biblia, nombre común del propio Biblia, es una ‘obra que reúne los conocimientos o ideas relativos a una materia y que es considerada por sus seguidores modelo ideal’, tal y como figura en el diccionario de la Academia. De briba surgió el derivado aumentativo bribón. Francisco del Rosal (1601) propuso un origen un tanto peregrino: «bribia y bribón, como bibia y bibón, de vivir, en la significación latina, que es ‘darse buena vida comiendo y holgando’ [...]». Sebastián de Covarrubias (1611) recogió bajo otra forma la voz: «bribión, el hombre perdido que no quiere trabajar, sino andarse de lugar en lugar y de casa en casa, a la gallofa y la sopa. Es nombre francés, bribeur, mendicus; briver, mendicare; de allí se dijo echar la bribia ‘hacer arenga de pobre, representando su necesidad y miseria’».
bronce El bronce es la aleación que se hace con cobre y estaño, añadiéndole a veces cinc (el cobre y el cinc es el latón) u otros elementos. La palabra nos viene del italiano bronzo, a partir de la forma latina [AES] BRUNDŬSI, esto es, el bronce de Brindisi, ciudad italiana donde se fabricaba el más famoso. Sebastián de Covarrubias (1611) explicaba, en otra de sus etimologías peregrinas, que es «una masa de diversos metales de gran fortaleza, de la cual se hunden las piezas de artillería. Si no se dijo de bronco, por ser cosa ella en sí áspera, si no la bruñen, será el nombre alemán, como lo es la invención de las piezas de artillería de bronce. Para dar a entender que un hombre no puede sufrir el demasiado trabajo o dejar de sentir los que padece, suelen decir no ser de bronce».
bujía La bujía es la ‘vela de cera blanca, de esperma de ballena o estearina’, según la primera acepción del diccionario académico. El nombre es el de la ciudad argelina de Bujía, fundada hacia el año 26 a. C. por el emperador Augusto (63 a. C. – 14 d. C.), donde durante la Edad Media se fabricaban unas famosas velas de cera de abeja, cuya calidad era tal que tomaron el nombre de la ciudad. La explicación que dio Sebastián de Covarrubias (1611) era otra,