Lo que callan las palabras. Manuel Alvar Ezquerra
el soldado que hace la centinela. Díjose del nombre griego bicos, dolium, que se puede romancear cubeta, y el aposento cuando es muy estrecho, que no se puede uno espaciar en él, decimos ser una bicoca».
bidé La palabra bidé es de reciente introducción en la lengua, y en el diccionario académico no aparece hasta la edición de 1899, la 13ª, en el suplemento, por más que ya la registraban algunos diccionarios a mediados del siglo XIX. Decía la Academia entonces que el bidé es un ‘mueble que contiene una cubeta de figura de caja de guitarra, la cual sirve para lavarse ciertas partes del cuerpo’. Después, claro, el objeto ha cambiado su apariencia y el lugar donde se halla (ha pasado del dormitorio al cuarto de baño) por la evolución que supuso la llegada a las casas del agua corriente, de modo que hoy es el ‘recipiente ovalado instalado en el cuarto de baño que recibe el agua de un grifo y que sirve para el aseo de las partes pudendas’. La forma de guitarra era la originaria, y aunque los bidés modernos son frecuentemente ovalados, no quiere decir que no existan los otros. El bidé fue un invento francés del que ya hay noticias a principios del siglo XVIII. Cuando se produjo su expansión por Europa, nos llegó con la voz que se empleaba en francés para nombrarlo, bidet, que es un derivado del verbo bider ‘trotar’. El término bidet servía para nombrar a un caballo de montar y de trabajo, de poca alzada, rechoncho y resistente, parecido a un póney, hoy desaparecido debido a la mecanización de las tareas agrícolas. La imagen de quien, a horcajadas, se acomoda sobre el aparato sanitario para asearse debió recordar la de quien cabalgaba sobre el caballito, y así la voz con que se conocía al animal pasó a valer también para el recipiente donde se hacen las abluciones íntimas.
bigote Mucho se ha escrito acerca del origen de esta palabra, y de su época de llegada a nuestra lengua. Parece que está emparentada con la expresión germánica bî Got o alemana bei Gott, que en ambos casos significa ‘por Dios’. Debía ser empleada por los lansquenetes (soldados de la infantería alemana), dados a blasfemar, los cuales, mientras proferían el juramento, se pasaban la mano por la zona del bigote. Quienes los veían pusieron en relación el gesto con la frase, y comenzaron a emplearla para denominar el bigote. El gran Nebrija ya en su Diccionario latino-español (1492) puso: «mustax, acis, por el bozo o bigot de barba», y en el Vocabulario español-latino (seguramente de 1495): «bigot de barba, mustax, acis», por lo que la introducción de la palabra tuvo que ser anterior a los contactos con las gentes que vinieron con Felipe El Hermoso (1478-1506) tras su matrimonio con Juana I de Castilla (1479-1555), Juana la Loca, en 1496. Otros lexicógrafos han proporcionado etimologías pintorescas, como Fr. Diego de Guadix (1593), que, pretendiendo que la voz viniese del árabe, escribió: «bigote llaman en España a una parte de la barba del hombre que es los extremos del bozo. Consta de bi, que en arábigo significa ‘con’, como si dijésemos cum, y de gat, que significa ‘cubierta’ o ‘cobertura’, así que todo junto, biyat, significa ‘con cubierta’ o ‘con cobertura’. Vale o significa tanto como decir ‘rostro con cobertura de barba’ o ‘boca con cobertura de barba’, como si dijésemos cubierta de barba, y corrompido dicen bigote y bigotes». No es menos pintoresca la propuesta del médico cordobés Francisco del Rosal (1601): «bigotes, es cosa de dos puntas, de bis, dos, y copton, griego, que es la punta o cosa puntiaguda». Y ya puestos a buscar orígenes peregrinos, recordemos a Sebastián de Covarrubias (1611): «bigotes, es vocablo francés, y son unos rollitos de pan y azúcar para los niños, y porque tienen esta forma los pelos largos del labio superior de la barba se llamaron bigotes, como en el italiano mostachos, porque también son semejantes a otros rollos que se hacen en Italia de pan, azúcar y canela, o el mostacho tomó el nombre del bigote con el nombre griego de donde trae origen nam mýstaks, labrum, significat barbam in superiori labro [pues mýstaks, labio quiere decir barba en el labio superior] [...]», aunque también aduce la autoridad del Brocense, quien atinadamente había puesto en sus Etimologías españolas (hacia 1580): «teut. bigod, per Deum, y jurando asen los mostachos».
bikini Véase biquini.
biquini La Academia prefiere la grafía biquini a bikini para el ‘conjunto de dos prendas femeninas de baño, constituido por un sujetador y una braguita ceñida’, como lo define en su diccionario. La palabra tiene su origen en Bikini, uno de los atolones de las Islas Marshall en el Pacífico. Este nombre parece haberse formado con los términos de la lengua autóctona pik ‘superficie’ y ni ‘coco’. El bikini posee ya una larga historia, pues fue presentado en 1946 por el ingeniero francés Louis Réard (1897-1984), quien le puso el nombre tomándolo del atolón, donde los EEUU habían comenzado sus pruebas con bombas atómicas. Parece que el nombre le vino a Réard cuando la modelo encargada de presentarlo le dijo que iba a ser más explosivo que la bomba atómica. La primera sílaba de la palabra bikini nada tiene que ver con el elemento compositivo bi- ‘dos’, pese a que el bañador tenga dos piezas. Esta falsa segmentación es la que ha llevado a creaciones posteriores como monoquini o triquini (o monokini y trikini), según el número de piezas del atuendo.
birria La palabra birria comienza a documentarse muy tardíamente en nuestra lengua, a finales del siglo XIX. Dice la Academia, en la primera acepción de su diccionario, que significa ‘persona o cosa de poco valor o importancia’. No dice nada de su origen, mientras que Corominas y Pascual creen que se trata de un dialectalismo leonés procedente del latín vulgar *VĔRRĔA, a su vez del latín clásico VERRES ‘berraco’, con el significado de ‘terquedad, rabieta, capricho’, de donde surge el valor de ‘cosa despreciable’. Antonio Alvar ha demostrado que se trata de un nombre propio que se ha hecho común, y después se aplicó también a las cosas. Se trata de Birria, un mísero y esclavo, holgazán, esto es, alguien sin relevancia ninguna, de la comedia Geta de Vidal de Blois (s. XII). Es, pues, un personaje, como Pánfilo, de la comedia elegíaca del siglo XII, ambos unidos en otra obrita de ese mismo siglo, Pamphilus, Gliscerium et Birria.
bisoño, -ña No parece que sea muy frecuente el adjetivo bisoño pese a su carácter coloquial para el ‘nuevo e inexperto en cualquier arte u oficio’, como lo define el diccionario académico en su segunda acepción. El primer sentido que pone esta obra nos acerca a su origen, ‘dicho de la tropa o de un soldado: nuevo (principiante)’. Se trata de una voz italiana, bisogno ‘necesito, necesidad’, con la que en aquella península se designaba en el siglo XVI a los soldados españoles recién llegados, mal vestidos y mal alimentados. La forma italiana parece proceder del germánico BISÔNJÔN ‘poner cuidado’. Cuenta Sebastián de Covarrubias (1611): «bisoño, el soldado nuevo en la milicia. Es nombre casual y moderno. Dióseles con esa ocasión, que pasando a Italia compañías de españoles y no sabiendo la lengua, la iban aprendiendo conforme a las ocasiones, y como pedían lo necesario para su sustento, aprendieron el vocablo bisoño, que vale tanto como he menester, y decían “bisoño pan”, “bisoño carne”, etc. Y por esto se quedaron con el nombre de bisoños [...]». Unos años antes, Fr. Diego de Guadix (1593), cuya obra era conocida de Covarrubias, daba origen árabe a la palabra: «bisoño, también llaman en España a el soldado tirón o nuevo en la milicia. Es la misma algarabía que acabo de decir, conviene a saber, bicinaâu, y significa lo mismo, conviene a saber, ‘con su oficio’, como si dijésemos “no en balde ha tomado armas”, aunque sepa poco de ellas, sino que hace oficio de soldado y suple por soldado. Finalmente significa ‘hombre ocupado y con oficio de pelear’».
bizco, -ca Define el diccionario de nuestra Academia la palabra bizco como ‘estrábico. Apl. a pers.’, que, en la medicina, es a su vez, ‘dicho de una persona: que padece estrabismo’, por su parte también término especializado, con el valor de ‘disposición anómala de los ojos por la cual los dos ejes visuales no se dirigen a la vez a un mismo objeto’, procedente del griego strabismós, derivado de strabós ‘bizco’. La etimología que ofrece el repertorio académico es una supuesta forma latina VERSĬCUS, derivado de VERSUS ‘vuelto’, siguiendo una propuesta de Menéndez Pidal. Esto querría decir que quien padece esta afección tiene vuelto un ojo hacia un lugar diferente del otro, en la concepción vulgar hacia el tabique nasal, si bien hay otros tipos de estrabismo. Tal origen es rechazado por Corominas y Pascual, pues supone unos cambios fonéticos que no se dieron, y se inclinan por una creación expresiva de origen desconocido. Véase también el artículo tuerto.
bizcocho El bizcocho es, en la primera acepción del diccionario de la Academia, la ‘masa compuesta de la flor de la harina,