Soltería. Noviazgo. Compromiso. Matrimonio. Ben Stuart
de ustedes escuchan esto y piensan, ¡por favor!, ¿mi esposa? ¡Ben, esa exactamente es la clase de distracción en la que quiero participar! Déjenme decirles algo: va a haber cosas que hacen a tu esposa feliz que nada tienen que ver con las cosas que usted disfruta.
Para muchos de ustedes, en cuanto el noviazgo se pone serio, ella va a tener algunas ideas sobre las opciones del vestuario de usted. Para algunos de ustedes, esto será una mejora que aceptarán. Para otros, pronto comenzarán a vestir mucho más lindo de lo que nunca antes imaginaron. No sólo eso, sino que ahora cada día de fiesta va a requerir mucho planeamiento, creatividad e inversiones financieras para encontrar nuevas formas para decirle cuánto se interesa por ella.
Entonces cuando usted se compromete, comienza a pasar interminables días de elegir colchas, fundas, cojines, arreglos florales, platos, cubiertos, elementos de cocina e individuales para la mesa. Y durante horas su dulce pronto a ser esposa le va mirar y preguntar, “¿prefieres este diseño o este? ¿Este plato o ese? ¿Éste o aquél?” Y usted desesperadamente intentará concentrarse mentalmente y emocionalmente, pero una voz interior le estará gritando, ¡no me importa! ¡Que alguien me ayude!
Entonces cuando usted se casa, se da cuenta de que ahora debe gastar miles de dólares de su propio dinero en cosas que nunca pensó en pagar: un refrigerador nuevo, una nueva lavadora y secadora, sofás, asientos, mesitas y una amplia variedad de productos de limpieza. Luego descubrirá que cuando llegue el momento de pagar el seguro de salud, no es un juego de simple adición. Las parejas casadas deben pagar más. ¡Ya no es 1 +1 = 2, es 1+1= 10! Vas a necesitar un segundo empleo. Luego cuando llegue a casa de ese trabajo, agotado, tendrá la esperanza de simplemente venir a casa, derrumbarse en el sofá y mirar tranquilamente la televisión. ¡Piense de nuevo! Ella va a sentarse a su lado y le preguntará: “¿Cómo fue tu día?” Y un rápido “bien” no será suficiente. Ella va a querer información, detalles, detalles, y después ella va a querer compartir los detalles de su día con usted, y usted va a tener que apagar el televisor y escucharla, cuidando de mantener el contacto con los ojos de ella y darle afirmaciones comprensivas como, “también me sentiría molesto si ella me dijera eso”.
Y va a mirar y darse cuenta de por qué todos los hombres casados que usted conoce se ven tan cansados. Sus responsabilidades financieras, emocionales y sociales han aumentado exponencialmente. Por ello sus niveles de testosterona han bajado y están perdiendo el pelo (me dicen). Ahora nada de esto es malo, pero es pesado y muy estresante. Es mucho para manejar y producirá mucha distracción.
¡Muchachas, es lo mismo para ustedes! Pablo continuó diciendo: “La mujer no casada, lo mismo que la joven soltera, se preocupa de las cosas del Señor; se afana por consagrarse al Señor tanto en cuerpo como en espíritu. Pero la casada se preocupa de las cosas de este mundo y de cómo agradar a su esposo” (v. 34). Van a haber toda clase de cosas que complace a su esposo que no son cosas que nunca ha tenido que pensar antes, preocuparse, o interesarse.
Habrá cosas que su mamá hizo por él que ahora él pensará que usted lo hará, como limpiar la casa o cocinar el desayuno. Usted va a pensar, oh, no. Hacemos eso juntos. Probablemente él estará cómodo con un nivel de limpieza que para usted es totalmente inaceptable. Vaya a mirar en el apartamento de un hombre ahora mismo. Usted tendrá que cuidar de la casa y él solamente va a querer sentarse en el sofá y jugar videojuegos.
Por lo cual va a cuestionar, “¿podemos apagarlo durante un segundo para hablar acerca del tema de que mis padres vienen este fin de semana? “¿Vamos a hacer algunos planes?”
Y es probable que él le responda, “oh, está bien”.
Luego usted dirá algo como, “oh no, algo estresante me sucedió hoy y se supone que eres mi mejor amigo, mi alma gemela y que procesa conmigo”.
Finalmente llamará su atención, y empezará a contar un problema muy real y muy grave y él solamente la va a mirar, tragando saliva y parpadeando.
Entonces usted pensará, no creo que él me entiende.
Permítame decirle ahora: él no la entiende.
Lo cual significa que vas a tener que ingeniárselas para vivir con una persona enorme, peluda, y confundida.
Cuando los niños están de por medio usted entra a un nuevo universo de obligación. ¡Ahora tiene que mantener a los pequeños seres humanos! Recuerdo cuando era joven y soltero, decidí ir a un retiro de fin de semana con unas parejas de casados de mi iglesia. Así que empaqué algo de ropa en una mochila, la eché en el asiento trasero de mi automóvil y dije, “vamos”. Pero no salimos. Por las siguientes varias horas esperé mientras ellos cargaban su camioneta con todo tipo de equipos diseñados para contener, alimentar y entretener a sus hijos pequeños.
Después cargamos un remolque. ¡Tomó mucho tiempo! Todo el tiempo los niños estaban hambrientos, cansados, irritados y llorando. Recuerdo ver a mis amigos casados y pensar, están agobiados. ¡Todo lleva tanto tiempo! En ese momento me di cuenta de la energía disponible para mí en mi soltería. Podría seguir a la tienda Starbucks para comprar café ahora mismo si quería. No tengo que preguntar a alguien. No tenía que hacer planes. Sólo podía ir, gastar algo de dinero y beber un café con leche, en cualquier momento. Espontáneamente. No es así para los casados. Hay muchos detalles que atender y evaluar, personas para considerar. Es agotador y requiere mucho tiempo.
Como un marido y un padre, me ocupo de estas responsabilidades cada momento del día. Recientemente uno de los miembros de mi personal me preguntó si yo había visto un programa de televisión en particular. Le dije que no. Entonces ella preguntó acerca de otros tres programas. Tampoco había visto ninguno de esos. Ella no podía creerlo. ¿Cómo no has visto alguno de ellos? Le respondí, “tengo tres niños menores de cinco años. Tengo treinta minutos de tiempo opcional cada día. Eso es todo”. Después de un momento de aturdimiento ella respondió: “Tengo acerca de unas seis horas al día”. Le respondí, “oh, yo sé. Recuerdo aquellos días, y para mí, esos días terminaron”.
Ahora si eso suena como si yo estuviera criticando la institución del matrimonio, les aseguro que no lo estoy. ¡Me encanta estar casado! ¡Me encanta ser un papá! Yo no cambiaría la época de la vida en la que estoy por nada. Pero estoy haciendo hincapié en las imposiciones del matrimonio para salvarle de un peligro que es fácil caer a las personas en todas las etapas diferentes de la vida. Hay una tendencia en cada uno de nosotros para minimizar los beneficios de la etapa en su vida y ampliar los beneficios de otra. El soltero anhela la intimidad de la temporada de la vida del casado. El hombre casado o la mujer idealizan las libertades que gozaban como una persona soltera. No quiero que usted lo haga. No quiero que se pierda a lo que usted tiene acceso en los años como soltero que no tendrá cuando está casado. No quiero que se pierda los beneficios del presente, porque está obsesionado con los beneficios del pasado.
El don de la libertad
Lo que usted tiene ahora es libertad y tiempo. Estos son recursos otorgados a usted mientras está soltero que disminuirán con el tiempo. Usted tiene más libertad y tiempo que cualquiera otra clase de persona en el planeta. Los niños no tienen la clase de libertad que usted tiene. Los ancianos no tienen el nivel de libertad que tiene usted. Tampoco lo tienen las personas casadas. Usted tiene una cantidad de tiempo opcional sin precedentes en esta temporada de pasa rápido en la que está en este momento. Es libertad con un propósito. No para llenarla con distracciones, sino para intentar una devoción sin distracciones al Señor. Para eso es la soltería. Así que quiero desafiar a algunos de ustedes que están anhelando. Está bien desear estar en una relación y anhelar estar casados. Ese anhelo es bueno. El dolor de tener una compañía estaba en Adán antes de la entrada del pecado según Génesis 3. Pero si deja que ese deseo robe toda la alegría de su etapa actual de soltero, se está perdiendo los beneficios disponibles para usted ahora mismo en esta temporada de la vida. Sinceramente coincido con el consejo que el joven misionero Jim Elliot escribió a la joven que amaba mientras estaban separados por los océanos y sin casarse todavía: “Que nuestro anhelo no mate nuestro apetito por la vida”5.
Dios ha ordenado