Resistencia y entrenamiento. Mariano García-Verdugo Delmas

Resistencia y entrenamiento - Mariano García-Verdugo Delmas


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href="#fb3_img_img_f93a2845-24cf-5ad8-a803-c0ac68958723.jpg" alt=""/> El O2máx desciende más lentamente que la actividad enzimática oxidativa, cuya disminución resulta mucho más rápida y acentuada (Platonov, 1991). Costill (1985) comprobó que tras cinco años de entrenamiento de resistencia ininterrumpido y doce días de descanso el O2máx descendió un 7%.

       Como reflexión a estos estudios ante el contexto del entrenamiento de resistencia, se puede deducir que un deportista, sea cual sea el período de preparación en el que se encuentre, no debería pasar más de diez días sin introducir ningún esfuerzo de características aeróbicas con la intensidad suficiente para que incidan en el O2máx.

      Los descensos del O2máx pueden deberse a las pérdidas de los componentes que lo determinan:

       Volumen sistólico. En la actualidad se piensa que la inactividad produce una disminución de la hipertrofia cardíaca que se ha obtenido previamente a través del entrenamiento de características aeróbicas. No obstante, aún no se ha aclarado que el proceso resulte totalmente irreversible: deportistas que pasan a una vida sedentaria tras varios años de entrenamiento tienen mayor volumen cardíaco que individuos sedentarios, aunque no está claro que esto sea directamente por efecto del entrenamiento o pueda tener un origen de estructura genético (Gorostiaga; Ibáñez y L. Calbet, 2002).

       Volumen sanguíneo. Está aceptado que después de un tiempo de entrenamiento de características aeróbicas se produce un aumento del volumen sanguíneo y que tras varios días de reposo se reduce considerablemente.

       Densidad capilar y flujo sanguíneo. Igualmente se sabe que el entrenamiento de resistencia de características aeróbicas causa un incremento de la capilarización y del flujo sanguíneo. Tras la interrupción de esta actividad, dichos parámetros descienden. No obstante, en individuos muy entrenados en resistencia no se observan esas disminuciones, por lo que se puede deducir que el descenso del O2máx no lo provoca esencialmente la pérdida de capilarización ni de flujo sanguíneo.

      Desadaptaciones de la actividad enzimática y metabolismo energético

      Está admitido que el entrenamiento prolongado de resistencia aeróbica a intensidades medias y altas provoca una actividad enzimática que permite economizar la cantidad de glucógeno que se precisa para realizar dicha actividad, al mismo tiempo que se reduce la producción de lactato. Una de las principales adaptaciones a este tipo de entrenamiento corresponde a los procesos enzimáticos en las mitocondrias, que potencian la capacidad de metabolizar los sustratos en presencia de oxígeno.

      Siguiendo a los últimos autores citados, cuando un atleta muy entrenado en resistencia aeróbica reduce considerablemente el entrenamiento, la actividad enzimática desciende de forma muy acentuada durante los dos primeros meses de inactividad y se estabiliza a un nivel del 50% superior al de individuos sedentarios. Igualmente existe la duda sobre si esto se debe a que este último nivel se estabiliza por causa del entrenamiento prolongado y sistemático o si sencillamente lo provocan causas genéticas.

      En general, tras un entrenamiento prolongado, durante las primeras semanas se produce un descenso acentuado de las reservas de adaptación y, poco a poco, esta pérdida se va atenuando. De todas formas, es importante conocer que en el deportista muy entrenado el efecto de las pérdidas, pese a ser igualmente muy destacado, se mantiene de forma latente durante mucho tiempo, lo que permite acelerar los procesos de adaptación una vez reiniciado el entrenamiento (Platonov, 1991).

      En la preparación del deportista resistente es importante tener en cuenta el efecto de la desadaptación, ya que se debe evitar la alter-nancia de los procesos de adaptación y desadaptación, incluso tras la adaptación prolongada y retardada de entrenamientos intensos. Esto es algo que desafortunadamente todavía no se considera, especial-mente durante los períodos de transición, que se prolongan excesivamente provocando unas desadaptaciones que obligarán, al reiniciar el entrenamiento a partir de niveles más bajos, a la consiguiente pérdida de tiempo y energía. Haciendo referencia a los objetivos del entrenamiento expuestos en este mismo capítulo, se puede decir que en estos casos habrá que pasar demasiado tiempo “entrenando para poder entrenar” (figura 1.21).

      Figura 1.21. Esquema representativo de un período de transición: 1) última adaptación provocada por el entrenamiento; 2) período de transición óptimo y momento de reiniciar el entrenamiento; y 3) período de transición excesivo. En este último se desciende demasiado en el nivel de adaptación.

      El estancamiento

      Los procesos de adaptación son muy rápidos ante cualquier estímulo en los principiantes; en cambio, en el deportista de alto nivel existen muchas más dificultades para que se produzcan y solamente pueden provocarlas estímulos muy específicos. El grado de adaptación o de modificación de la homeostasis resulta determinante sobre la dificultad para que se sigan produciendo las adaptaciones, lo que supone que en deportistas de alto nivel y muy entrenados ciertos estímulos ya no producen adaptaciones y solamente las cargas de alto nivel de especificidad le pueden hacer mejorar. Así pues, el grado de entrenamiento será determinante sobre las respuestas adaptativas que se den en el organismo.

      La adaptación aparece cuando el estímulo origina un desajuste previo en la homeostasis. En un sistema que se encuentra previamente adaptado ante un tipo de estímulos determinados, al mantenerse éstos con iguales características no provocan los desequilibrios y, por consiguiente, tampoco reacciones adaptativas. Para incidir más eficazmente en los procesos de adaptación es importante que varíen sus características a pesar de que los estímulos resulten específicos (figura 1.22).

      Figura 1.22. Curva de evolución del nivel de entrenamiento. Ante estímulos de similares características (S1), las adaptaciones son cada vez menores, llegando al estancamiento, lo que hace necesario cambiar las características de las cargas (S2).

       El tapering

      Está demostrado que en la mayoría de los casos la reducción del entrenamiento en los días previos a una competición produce super-compensaciones y aumento del rendimiento. No obstante, al referirse al entrenamiento del deportista, existen entrenadores con cierta reticencia a esta reducción porque piensan que puede afectar negativamente.

      Gorostiaga, Ibáñez y L. Calbet (2002), siguiendo una serie de estudios, hablan del tapering como la reducción drástica del volumen de entrenamiento en los 7-21 días previos a una competición, realizada de manera progresiva, sistemática y con un predominio de trabajo intenso”. En su estudio relacionan ideas generales que se estiman como determinantes para provocar la subida de rendimiento en el momento de la competición. A estas últimas se han añadido algunas reflexiones en relación con el entrenamiento para la resistencia:

       Cuando se pretende reducir el entrenamiento para provocar la subida del rendimiento, la intensidad del ejercicio debe mantenerse. Por lo tanto, han de ser el volumen y la densidad (frecuencia de entrenamiento) las que desciendan. Así pues, el criterio más lógico que hay que seguir


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