Resistencia y entrenamiento. Mariano García-Verdugo Delmas
proceso de adaptación, con especial incidencia en el aspecto agonístico y motivacional.
El efecto de la supercompensación
La adaptación en el entrenamiento de resistencia es de naturaleza cíclica o acíclica pero continua y/o repetitiva. La condición esencial para aumentar el rendimiento mediante el entrenamiento es la distribución racional entre ejercicio y recuperación (Bueno, 1992).
El carácter ondulatorio de la dinámica del entrenamiento resulta esencial para que el deportista de resistencia se beneficie al máximo del trabajo. El fenómeno ondulatorio ejercicio-recuperación, mediante el que se eleva gradualmente la exigencia de los ejercicios, es bien conocido. Esta alternancia tiene un efecto que precisa un tiempo para que se produzcan las transformaciones que suponen la respuesta estructural ante la carga sufrida. Así pues, tras un período de fatiga, su-cede un incremento pasajero del rendimiento. A este fenómeno se le conoce en el deporte como “supercompensación”.
Cuando se desestabiliza la homeostasis se produce un efecto en el que predominan los procesos degenerativos (catabolismo). La respuesta, al interrumpirse el estímulo, supone un efecto de rebote mediante el aumento de procesos regenerativos (anabolismo) con el fin de proteger las estructuras ante la posibilidad de un agotamiento excesivo en caso de que volviese a aparecer un estímulo similar al que originó la desestabilización. Pero el efecto no termina aquí. El organismo, tras darse los efectos regenerativos, supera el nivel anterior de modo que, seguidamente, el estímulo precedente no producirá esa desestabilización. Este efecto es la llamada “supercompensación”. Para que suceda una nueva desestabilización de la homeostasis, el siguiente esfuerzo deberá ser superior en exigencia. Éste es el principio básico del entrenamiento deportivo (principio de progresión de las cargas).
Según todo lo anterior se pueden observar tres posibilidades (Mora y Col, 1995) (figura 1.13):
1. Un estresor similar al precedente, al finalizar la fase de super-compensación anterior, no produce efecto de entrenamiento.
2. Un estresor repetido en condiciones de recuperación incompleta origina un descenso del nivel funcional.
3. Un estresor aplicado durante la fase de supercompensación eleva el nivel funcional y, por consiguiente, produce efecto de entrenamiento.
Figura 1.13. Efectos ante diferentes momentos de aparición del estímulo (estresor): tras el primero (S1) se da una nueva situación de homeostasis que puede ser: nula si el estímulo aparece después del efecto de la supercompensación (A); más baja si aparece antes de que se produzca la supercompensación (B); o más alta si se presenta mientras se mantiene el efecto de supercompensación (C).
El entrenamiento como proceso de adaptación, cuando se refiere al alto rendimiento deportivo, no se queda en el efecto de la simple super-compensación, sino que se basa en una sucesión de estresores introducidos antes de que se produzcan los efectos supercompensatorios, lo que provoca en el organismo un agotamiento mucho mayor. Si tras varios impactos consecutivos se procede a su interrupción, aparece una supercompensación más elevada (efecto de “hipercompensación”). Este proceso solamente es asequible a deportistas muy entrenados; si se aplicara a otros menos expertos podría producir deterioros perjudiciales para su salud, pero no efectos positivos de entrenamiento (figura 1.14).
La supercompensación de los sistemas del organismo se produce de forma diversificada, es decir, que no todas las capacidades se super-compensan al unísono. Manno (1991) justifica esta afirmación a través de una serie de procesos, a los que se han añadido otros que se han considerado determinantes para secuencializar y temporalizar los estímulos de resistencia.
La aparición de la supercompensación en el tiempo en cada sistema depende de una serie de circunstancias:
Figura 1.14. Efecto de hipercompensación, aplicable en el entrenamiento de resistencia de alto nivel. Tras varios impactos consecutivos, en los que no se permite la recuperación completa, se interrumpe el esfuerzo, con lo que sube más el nivel de homeostasis.
Para que los efectos de supercompensación resulten adecuados y permanentes y al mismo tiempo logren la mejora del rendimiento del deportista, se deben cumplir una serie de reglas o mínimas:
En la figura 1.15 se expone gráficamente la importancia de secuenciar los estímulos específicos sobre los diferentes sistemas para lograr la supercompensación de todos en el momento preciso y de acuerdo con los objetivos prefijados.
Figura 1.15. Secuenciación de estímulos en diferentes sistemas para simultanear los máximos estados de supercompensación en el momento que se pretenda alcanzar el máximo rendimiento del atleta.
Para que se produzcan los efectos de adaptación deseados han de darse unas circunstancias mediante la alternancia de esfuerzos y recuperaciones óptimos, pero puede suceder que las adaptaciones no sucedan o al menos no sean todo lo importantes que desearía el entrenador. Así pues, los procesos de supercompensación pueden no darse en los siguientes casos (Weineck,1988):