Manual profesional del masaje. Jesús Vázquez Gallego

Manual profesional del masaje - Jesús Vázquez Gallego


Скачать книгу

       Las manos deben entrenarse y relajarse por espacio de uno o dos minutos antes de cada sesión, frotándolas y retorciéndolas entre sí (con el medio deslizante que se vaya a utilizar), con el fin de flexibilizar las articulaciones para que “entren en calor”, con lo cual el contacto con la piel del paciente será más agradable.

      Las manos se mantendrán siempre calientes y relajadas para no provocar sobresaltos y contracturas en los pacientes.

      Las manos deben “acariciar” suavemente la piel del paciente, provocando una sensación placentera, nunca desagradable, ni provocar aumento del dolor.

      Las manos deben lavarse después de cada sesión de masaje y antes de tratar a un nuevo paciente. Está indicado efectuar el lavado con un jabón de glicerina que evita el deterioro y las agresiones dérmicas de las distintas pomadas, cremas, linimentos y aceites. También se puede usar una crema de manos hidratante. Deben cuidarse también las cutículas.

      Antiguamente, para preservar las manos, se utilizaron guantes de franela o crin (Dr. Fraguas, médico valenciano, por el año 1906), cepillos con tubitos de caucho, bandas frotadoras, finas varitas de abedul, etc. Hoy son simple anécdota y piezas de museo.

      LA SESIÓN DE MASAJE

      CONSIDERACIONES TÉCNICAS

      La sesión de masaje comenzará después de la exploración y maniobras de palpación, balances o tests oportunos, que deben quedar registrados adecuadamente en una de las numerosas fichas estándar que cada terapeuta debe confeccionar y custodiar.

      Para facilitar la eficacia tendremos en cuenta una serie de elementos técnicos que son necesarios a lo largo de una sesión de masaje:

      EL RITMO

      Debe ser, por lo general, lento al principio de la sesión, rápido, enérgico y mantenido durante la mitad de la sesión, al final de la misma se vuelve a la lentitud, precisión y amplitud de maniobras, siempre de forma uniforme. Los movimientos rítmicos y suaves van a generar sensaciones de relajación que se difunden por todo el cuerpo.

      LA INTENSIDAD

      Como norma habitual se recomienda no efectuar brusquedades ni maniobras violentas al principio de la sesión. Pasar de ligera (suave) a pesada. Nunca será una técnica dolorosa. El provocar dolor o aumento de la contractura puede suponer la pérdida de todo el trabajo hecho anteriormente.

      Un buen masaje debe producir una sensación agradable y relajante, si bien hemos de contar con el especial carácter, sensibilidad y momentos psicológicos de cada paciente, recordando que el umbral doloroso no es igual en todos.

      Después de las manipulaciones generales iniciales y a medida que se trabaja una zona más específica, ésta se relaja superficialmente, de forma que permitirá al terapeuta trabajar los tejidos más profundos.

      De esta manera al observar el paciente la sensación de relajación, adquirirá confianza y será más fácil trabajar zonas profundas, liberando tensiones, adherencias y favoreciendo la vasodilatación y el metabolismo local.

      Esto permite que después de las manipulaciones lentas y superficiales (sedantes y relajantes) se pase a las más rápidas y profundas, aumentando la intensidad y rapidez, para la liberación de tensiones profundas.

      Finalmente en las últimas maniobras -locales- seirá disminuyendo la intensidad y el ritmo hasta que ambos alcancen la suavidad de las maniobras iniciales, que son fundamentalmente deslizantes.

      LA PRESIÓN

      Se pasará gradualmente de superficial a media y profunda, sin provocar dolor ni sensación desagradable. La comunicación y expresiones del paciente como dolor, sensación agradable, gestos de retirada, etc., indicarán el grado de tolerancia y eficacia.

      La presión depende también de la patología que se esté tratando, de la técnica aplicada y de la parte del cuerpo sobre la que se esté trabajando. Pero serán suficientemente enérgicas si se desea llegar a zonas profundas.

      EL TIEMPO DE LA SESIÓN

      No existe un baremo fijo. Depende de la extensión de la zona a tratar, de la sensibilidad del paciente y de la patología que se trata e incluso de la creatividad, eficacia y disciplina del terapeuta. Como norma general, para que una sesión de masaje clásico o quiromasaje sea eficaz, requiere ser aplicado durante veinte a treinta minutos. A lo largo de este tiempo se establecen pequeñas pausas para:

       Cambiar de posición al paciente.

       Relajar las manos del terapeuta.

       Nuevas aplicaciones del medio deslizante adecuado.

       Cambiar de zona topográfica de masaje y/o de maniobras.

       Desplazarse en torno a la camilla-paciente.

      Algún masaje en especial también precisa unos tiempos más concretos. Así, por ejemplo, un masaje general o relajante (tipo californiano) exige más tiempo, entre 40 y 60 minutos y aplicar distintas maniobras según la zona a tratar. Una fricción transversa profunda de Cyriax, o un masaje de Vogler, que son fatigantes para el terapeuta y dolorosos para el paciente, suelen durar inicialmente menos tiempo, entre 5 y 15 minutos.

      Generalmente una sesión diaria de masaje es suficiente, aunque podría repetirse según el criterio facultativo. En caso de que el masaje se utilice como parte de un programa de rehabilitación, la sesión suele ser previa al tratamiento cinesiterápico. No obstante, al final de la sesión de rehabilitación es beneficioso otro masaje ligero, con efecto sedante o de “descarga”.

      Tanto el paciente con el terapeuta deben adoptar una posición cómoda. El primero estará preferentemente acostado sobre la camilla o colchoneta. Si el paciente se siente cómodo, la sesión será más eficaz porque el paciente se entregará más, evitando posiciones molestas, incómodas, que resten eficacia a la técnica.

      Para facilitar posiciones más cómodas de relajación, podemos ayudarnos de diversas cuñas, cojines, almohadas, reposacabezas e incluso camillas articuladas. De esta forma también se asegura el mejor acceso del terapeuta a la zona o región que se vaya a tratar.

      MEDIDAS DE APOYO: CREMAS, POMADAS, GELES, ETC.

      Con el objetivo de facilitar el deslizamiento de las manos sobre el cuerpo del paciente, se puede utilizar una serie muy variada de productos según la modalidad de masaje, las técnicas y preferencias del masajista y el paciente.

      Los más utilizados son los aceites de oliva (mancha la ropa), de coco, girasol, almendra, cártamo, jojoba, etc., que pueden ser puros o aromáticos. El de piel de albaricoque, aunque caro, resulta excelente para pieles delicadas como la de los niños.

      Cada tipo de aceite posee unas características específicas de densidad, absorción y viscosidad. Como deslizantes también se puede utilizar: talco, almidón, vaselina, lociones y diversos productos farmacológicos en forma de pomadas y cremas de base oleosa, sprays, geles, etc.

      Todos ellos son válidos como deslizantes de la mano sobre la piel, que es lo que fundamentalmente se persigue en la mayoría de los casos. En cambio, en su mayoría, son dudosas sus cualidades analgésicas y antinflamatorias inmediatas, ya que su penetración tiene más sentido teórico que práctico.

      Cualquier medio deslizante deberá aplicarse a una temperatura adecuada, tibia, que haga las manos más agradables a los contactos del masajista y lubrifique eficazmente la piel.

      Una importante medida a tener en cuenta será no utilizar cremas, pomadas o medios grasos deslizantes si después de la sesión de masaje se va a someter al paciente a una sesión de electroterapia de baja frecuencia, ya que estas materias son aislantes y restan eficacia al interponerse entre el electrodo y la piel del enfermo.

      En medicina del deporte se puede utilizar además los linimentos de penetrante


Скачать книгу