Introducción al Nuevo Testamento. Mark Allan Powell

Introducción al Nuevo Testamento - Mark Allan Powell


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primeros cristianos creían que las Escrituras judías proporcionaban un registro del pacto de Dios (o testamento) con Israel. Pero los cristianos también creían que Dios había hecho algo nuevo en Jesucristo y encontraron un lenguaje para describir esto en Jeremías 31:31-34, donde el profeta habla de Dios que hace un «nuevo pacto» (véase también Mt. 26:28; Mr. 14:24; Lc. 22:20; 1 Co. 11:25). Con el tiempo, los cristianos determinaron que los escritos apostólicos que testificaban de este nuevo pacto también debían contarse como Escrituras, y parecía natural llamar a estas obras «los escritos del nuevo pacto» o, simplemente, «el Nuevo Testamento».

      testamento: aquí, una relato escrito de un pacto, en este sentido, es que las partes de la Biblia se llaman «Antiguo Testamento» y «Nuevo Testamento».

       Cuadro 3.1

       La adoración cristiana en el siglo II

      En el capítulo 67 de su Primera apología, el teólogo cristiano Justino Mártir (110-65) nos proporciona nuestro primer relato de la adoración cristiana fuera del Nuevo Testamento en sí:

      El día que se llama del sol se celebra una reunión de todos los que moran en las ciudades o en los campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, los Recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas. Luego, cuando el lector termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a que imitemos estos bellos ejemplos. Seguidamente, nos levantamos todos a una y elevamos nuestras preces, y estas terminadas, como ya dijimos, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente, según sus fuerzas, hace igualmente subir a Dios sus preces y acciones de gracias y todo el pueblo exclama diciendo amén. Ahora viene la distribución y participación que se hace a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío por medio de los diáconos a los ausentes. Los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, da lo que bien le parece, y lo recogido se entrega al presidente y él socorre de ello a huérfanos y viudas, a los que por enfermedad o por otra causa están necesitados, a los que están en las cárceles, a los forasteros de paso, y, en una palabra, él se constituye provisor de cuantos se hallan en necesidad. Y celebramos esta reunión general del día del sol, por ser el día primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y el día también en que Jesucristo, nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos.

      D. Ruiz Bueno, Padres apologistas griegos, citado por, Enrique Moliné, Los Padres de la Iglesia, (Ediciones Palabra, S. A., Madrid, España, 1982) 84.

       Generalidades del Nuevo Testamento

      Debemos comenzar considerando un «índice» básico del Nuevo Testamento. Hay veintisiete libros que varían en longitud, desde el Evangelio de Lucas (el más largo) a 3 Juan (el más corto). Los libros están clasificados en siete categorías.

      1.Los Evangelios: Hay cuatro de ellos (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) y tienen el nombre de las personas que tradicionalmente han sido identificadas como sus autores. Los cuatro informan de la vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesús; de esa manera, proporcionan cuatro versiones distintas de la misma historia básica, y hay bastante coincidencia en su contenido.

      2.El libro de Hechos: Este libro es en realidad la «segunda parte» del Evangelio de Lucas, pero se ha colocado en su propia sección en el Nuevo Testamento (después de los cuatro Evangelios), porque es el único libro que relata la historia de la iglesia primitiva, es decir, lo que ocurrió después de los acontecimientos que se relatan en los Evangelios.

      3.Las cartas de Pablo a las iglesias: Hay nueve de estas (Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses). Si usted no está familiarizado con el Nuevo Testamento, los nombres de estos libros pueden darnos la impresión de ser raros o difíciles de pronunciar; son referencias geográficas a la gente de diversas ciudades o regiones a las que fueron enviadas las cartas (p. ej., «efesios» eran las personas que vivían en la ciudad de Éfeso). El autor que se ha especificado en las nueve cartas es Pablo, un misionero cristiano importante. Estas cartas se presentan en el Nuevo Testamento por orden de extensión, de Romanos (la más larga) a 2 Tesalonicenses (la más corta).

      4.Cartas de Pablo a personas: Hay cuatro de estas (1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón) y tienen el nombre de las personas a quienes fueron enviadas. De nuevo, se presentan en orden de longitud. El autor que se ha especificado es el mismo Pablo que está relacionado con las nueve cartas a las iglesias, y conforman, en total, trece cartas de Pablo.

      5.La carta a los Hebreos: Esta se encuentra en una clase propia. Es una obra anónima y no sabemos quién la escribió o a quién fue enviada, pero ya que parece que fue escrita para los cristianos judíos (es decir, cristianos hebreos), tradicionalmente se le llama «La Carta a los Hebreos».

      6.Cartas de otras personas: Hay siete de estas (Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan, Judas). A diferencia de las cartas de Pablo, estas no tienen el nombre de las personas a quienes fueron enviadas, sino más bien el de las personas que tradicionalmente han sido identificadas como sus autores. Frecuentemente, se les llama «Las cartas (epístolas) generales» o «Las cartas (epístolas) católicas». La palabra «católica» del segundo título no tiene nada que ver con la Iglesia Católica Romana, sino que simplemente significa «universal» o «general».

      católico, ca: «general» o «universal»; en los estudios religiosos, la frase «iglesia católica» no se refiere a la Iglesia Católica Romana, sino más bien a los cristianos de todo el mundo.

      7.El libro de Apocalipsis: Este también está en una clase propia. Da el relato de una experiencia visionaria, como la relata alguien cuyo nombre era Juan. A veces se le llama «El Apocalipsis de Juan» (la palabra apocalipsis significa «revelación»).

      Dos advertencias o amonestaciones se pueden hacer sonar en cuanto a las primeras impresiones de estos libros del Nuevo Testamento. Primero, los libros no están ordenados por orden cronológico. Para tomar solamente un ejemplo, los Evangelios aparecen primero en el Nuevo Testamento, pero no fueron los primeros libros en ser escritos; los cuatro probablemente fueron escritos después de la muerte de Pablo y, de esta manera, tienen que ser posteriores cronológicamente a cualquiera de las cartas que Pablo escribió. Segundo, los títulos que estos libros ahora tienen reflejan las tradiciones de la iglesia antigua, que frecuentemente no resisten un escrutinio. El primer libro del Nuevo Testamento se titula «El Evangelio según Mateo» (o simplemente «Mateo» de forma resumida), pero la Biblia en sí no dice que Mateo escribiera este libro, y muy pocos eruditos modernos piensan que él lo hubiera hecho. De igual manera, tenemos libros en nuestro Nuevo Testamento llamados «La Primera Carta de Juan», «La Segunda Carta de Juan» y «La Tercera Carta de Juan», pero los libros en sí son anónimos y pudieron haber sido escritos en cualquier orden (están ordenados en nuestras Biblias del más largo al más corto).

       Desarrollo del canon

      Los autores de los libros de nuestro Nuevo Testamento no sabían que estaban escribiendo las Escrituras, nuestros libros actuales de la Biblia. No sabían que el Nuevo Testamento alguna vez existiría, mucho menos que sus escritos serían parte de él. Sin embargo, estos escritos le deben su prominencia e influencia al hecho de que llegaron a ser incluidos en esa colección.

      canon: literalmente «regla» o «estándar»; usado por los grupos religiosos para referirse a un listado autoritativo de libros que son aceptados oficialmente como Escrituras.

      Para entender este punto importante, imaginemos por un momento que la carta de Pablo a los Romanos simplemente llegó a nosotros como un escrito independiente, un documento de la antigüedad que presenta los pensamientos de un misionero cristiano en la cumbre de su carrera. ¿Quién lo leería y por qué? Con toda probabilidad, sería una obra interesante para los eruditos que querían reconstruir


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