El misterio del amor matrimonial. Ricardo E. Facci

El misterio del amor matrimonial - Ricardo E. Facci


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estás yo no tengo alegría, yo te extraño de noche, yo te extraño de día. Yo quisiera que sepas que nunca quise así”. ¿Cómo no van a querer así, si a nadie le regalaron todo el ser como lo hicieron con quien tienen a su lado? Brindaron lo más grande y único que poseen: la vida. El don maravilloso de la vida que Dios les regaló hasta que Él lo permita, la única e irrepetible vida, se la ofrecieron al amado, a la amada. El amor conduce a la profunda unidad de ambos, a ser “una sola carne” que significa mucho más que la unión de dos cuerpos, es la unidad de dos personas, espíritu y cuerpo. Esto implica una sensación profunda que hace que se extrañen en la ausencia, o experimenten que la distancia hace perder el sentido del sabor por la vida y la misma alegría de vivir.

      El amor les dio la oportunidad de salir del ‘yo’ para encontrarse con el ‘tú’ del otro. La crisis en la que están sumergidos muchos matrimonios en la actualidad, es fruto -en parte- del individualismo que la sociedad actual siembra en el corazón de las personas, impidiendo que logren encontrarse con el ‘tú’. Cuando surge una pequeña o gran crisis matrimonial se manifiesta -generalmente- en el cerrarse cada uno en sí mismo, reclamando cambios del otro, señalando fallas o defectos que en otros tiempos no molestaban y culpando o responsabilizando al otro de la situación por la que se atraviesa. Allí se pierde la alegría de la vida matrimonial. En cambio, cuando se vive en búsqueda del ‘tú’ saliendo del ‘yo’, en el constante querer construir el ‘nosotros’, todo es diferente, se está creando un clima de felicidad, aunque sean los mismos dos que contribuyen con todo lo positivo y maravilloso de sí mismo y, también, con aquello que falta o que sobra. Pero el amor, todo lo puede. Asume, disimula, carga sobre sí, alienta ante la debilidad del amado. Conozco una esposa que cuando él hacía lo que a ella no le gustaba, salía en el automóvil, por donde él estaba, cuidando que no le pase nada. En lugar de reprochar, amaba cuidando. ¡Hoy ya no es necesario, el amor pudo más!

      “Tengo el corazón contento, el corazón contento, lleno de alegría. Tengo el corazón contento desde aquel momento en que llegaste a mí. Le doy gracias a la vida y le pido a Dios que no me faltes nunca”. Dios quiso que la vida los entrelazara. ¿Acaso no es motivo de inmensa alegría? ¡Qué maravilla descubrir un matrimonio que al mirarse a los ojos, estallan de felicidad!

      Un matrimonio feliz, genera una sensación indescriptible para los esposos, brinda gran seguridad a los hijos, sobre todo, éstos crecerán en una sólida familia que les provocará el deseo de construir una familia semejante a la de sus padres. Un matrimonio feliz hace una familia feliz. La felicidad de una familia atrae, no solamente a los extraños, sino a los mismos miembros, dado que todos desean volver a casa cada vez que, por un motivo determinado, debieron partir.

      Una familia feliz, es el sueño de Dios, el sueño de los novios que se prestan a decidir sus bodas matrimoniales, el sueño de los esposos que minuto a minuto de la vida van construyendo el hogar, el sueño de los hijos cuando proyectan en el futuro la realidad que experimentan en sus padres. ¡Por una familia feliz existe, trabaja y evangeliza Hogares Nuevos! Que todos los esposos sean capaces de brindar el hermoso y profundo testimonio de un corazón contento, lleno de alegría. Por esto, le dan gracias a la vida y a Dios y le piden que nunca le falte el uno al otro, sino que la felicidad que hoy experimentan se proyecte en la eternidad.

      Díganselo hoy y siempre, como quieran o con las palabras del Cantar de los Cantares: “¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! ¡Qué hermoso eres, amado mío, eres realmente encantador!”

      Para dialogar en pareja.

      1.- Contarse mutuamente, cuánto vale cada uno para el otro.

      2.- Como matrimonio: ¿están contentos y alegres por el otro? ¿Son un matrimonio feliz? ¿Qué aspectos deben disponerse a hacer crecer para que brille más aún la felicidad matrimonial?

      3.- Piensen y concreten una invitación mutua para celebrar lo contento que está su corazón por quien tienen a su lado.

      4.- Nuestra sociedad, ¿ayuda a valorar al cónyuge? ¿Qué riesgos concretos, en la desvalorización social de la vida matrimonial, pueden afectar a los matrimonios hoy en día?

      Para orar juntos.

      Señor Jesús, tomados de la mano,

      queremos agradecerte el habernos puesto

      juntos en el camino de la vida,

      dándonos la oportunidad de ser felices en nuestro matrimonio y familia.

      Desde que nos llamaste a construir una familia,

      estamos muy contentos, nuestro corazón

       rebalsa de alegría, somos felices.

      Ayúdanos a sostener nuestra familia desde tu fortaleza,

      que nunca nos falte la gracia,

      para que hasta el final de nuestros días,

      podamos gozar de la belleza

      de nuestro matrimonio y familia.

      Amén.

      Debo cuidarte a ti y no tú de mí

      “Hagan lo que deseen que los demás

      hagan por ustedes”

      (Mateo 7,12)

      Tuve una experiencia de esas que, de un modo u otro, seguramente todos han vivido, la que me dio paso a una reflexión, que hoy quiero compartirles.

      Resulta que cuando llevé a mi mamá a vivir conmigo, en sus últimos tres meses de vida, me di cuenta de que le faltaban algunas prendas de vestir. Fui personalmente a comprarlas a una ciudad distante 30 km de casa. En el primer negocio al que entré, una señorita me atendió muy amablemente, y cuando fui a pagar la cuenta, me dijo: “llévala, si le va bien vuelves a pagarla, sino, me la devuelves”. Así se repitió un par de veces más. Luego fui a otro negocio a comprar zapatos (necesitaba números grandes), allí los pagué y los llevé. No funcionaron, volví, los cambié, debía pagar una diferencia, y me dijo el señor que me atendía: “llévalos, luego vemos”. En ambos lugares no sabían quién era yo, ni qué hacía, ni dónde vivía. En uno de los lugares sólo sabían que mi nombre era Ricardo, nada más…

      A los días fui a pagar, agradecí… y me fui caminando en silencio, momento en el que surgió la reflexión que a continuación les comparto.

      No podemos negar la presencia del pecado original en la humanidad. Pero, ¡qué mundo construiríamos si el amor fuese la motivación de cada acción! ¡Qué familias habitarían en estos tiempos!

      Cuando el amor es realidad, cada uno siente que el otro cuida de él, y no que debe cuidarse del otro. “Debo cuidarte a ti y no tú de mí”. Qué convivencia se daría si cada uno cuida al otro, y no cuidarse del otro. Me escandalicé cuando vi por primera vez un negocio enrejado en la difícil Medellín de Colombia, allá por los años ’80. Hoy se los ve por donde quiera que vayas en nuestra Latinoamérica. Se vive con temor, miedo. Mucha gente vive en la desconfianza hacia al otro. Unos amigos de la Obra, no sólo fueron asaltados, sino que sus datos han caído en manos de una banda que secuestra, extorsiona, y son víctimas de la presión psicológica. ¡Cómo no desconfiar! Trasladando esta situación, al interior de muchos, diríamos: ¡Cuántos corazones enrejados por desconfianza o miedo a ser invadidos!

      Cuando alguien generosamente presta un dinero, una herramienta, un libro, debe anotarlo para no olvidarse a quien lo prestó. Debería ser distinto. Quien debe anotar es aquel que recibió el préstamo para cuidar las cosas del otro.

      Un matrimonio muy apreciado me comentaba, en relación a la separación de un hijo, que “había cosas que no entendíamos. Por ejemplo, cómo tenían repartidas las actividades. A vos te toca tal cosa, a mí lo otro. Hoy es responsabilidad tuya. Parecía más un contrato de convivencia que dos esposos que se amaban. Jamás entre nosotros ocurrió así. Al amarnos, cada uno se dispone a ayudar al otro, a cuidar al otro”. Cada uno cuida al otro en el amor, pero en convivencias sin amor todo se mueve por las conveniencias y los difíciles acuerdos surgidos del egoísmo.

      Todo esto es un lenguaje desconocido para el mundo de hoy. Para investigar si


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