Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Carlos Medina Gallego
identifican con el pensamiento marxista, de modo que ocupa por completo la actividad universitaria con luchas sociales y políticas durante las dos décadas siguientes.
Para este periodo el partido era una organización con una gran capacidad de reproducir sus condiciones de existencia y alcanzar acumulados en los sectores de masas, articulado a la lucha organizativa, política y de reivindicaciones sociales. Su actividad la centra en los sectores campesinos donde ha construido importantes experiencias organizativas de luchas agrarias, lo que incluye invasiones de tierra, así como la creación de las autodefensas campesinas y el naciente movimiento guerrillero de las Farc-EP. De igual forma, su actividad se extendió a los núcleos obreros y de trabajadores sindicalizados4, a las organizaciones estudiantiles y al movimiento popular y barrial que, para la época, tenía una importancia capital en razón a las transformaciones que se operaban en las ciudades a raíz de las migraciones poblacionales causadas por la violencia.
No obstante, en la dinámica política en que se desarrolla el PCC ese proceso se produjo en un ambiente de transformaciones políticas significativas en el contexto nacional e internacional, y en una atmósfera de crecimiento de las contradicciones internas del partido5. En los albores del Frente Nacional el partido apoyó al sector liberal del régimen unido en su propuesta política de reconquista de la legalidad y en la tesis de construir un “gran partido de masas”. Esta táctica política profundizó la inconformidad entre sus miembros, quienes veían que el partido empezaba a perder su vitalidad revolucionaria frente a otras fuerzas y procesos que se desarrollaban de manera simultánea6.
En medio de la lucha interna se conoció el triunfo de la Revolución cubana (1959), lo que contribuyó a que se agudizaran las contradicciones internas en el PCC. El calentamiento revolucionario de los ánimos juveniles generado por el proceso cubano llevó a que varios militantes del partido, y sobre todo de la JUCO7, abandonaran su concepción de lucha pacífica y decidieran buscar en las armas –inicialmente con el Movimien-to Obrero Estudiantil y Campesino (MOEC)– una opción diferente para la revolución colombiana8. Si bien las primeras experiencias foquistas fracasaron, las ideas de Fidel Castro y el Che Guevara se abrieron paso entre amplios sectores revolucionarios que confluyeron desde la década de los sesenta en lo que llegaría a ser el Ejército de Liberación Nacional (ELN), una de las guerrillas más importantes en la historia colombiana, todavía en armas a la espera de un proceso de paz viable.
Sin embargo, tal vez el aspecto más importante y determinante en la lucha interna del PCC es el debate que se da en el Movimiento Comunista Internacional (MCI) durante la primera mitad de la década de los sesenta entre los partidos soviético y chino. El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) sostuvo dos tesis centrales que constituyeron el inicio de las divergencias con el Partido Comunista de China (PCCH).
Primero, la crítica a Stalin hecha y sustentada por Jruschov, acusándolo de “culto a la personalidad”; y segundo, los llamados a la coexistencia pacífica con los EE. UU., los cuales fueron vistos como tesis “revisionistas” que buscaban subordinar y frenar las luchas de liberación nacional en el mundo con el pretexto de que las condiciones mundiales hacían posible la vía parlamentaria como forma principal9. En 1960, en la reunión de partidos comunistas en Moscú, los soviéticos insistieron en la teoría de la transición y la coexistencia pacífica. Esto produjo una ruptura definitiva en el Movimiento Comunista Internacional entre prosoviéticos y prochinos, lo cual se oficializó a partir del XXII Congreso del PCUS de 1961. Entre 1962 y 1963, en una serie de cartas entre el PCUS y el PCCH se planteó la ruptura inminente, y en 1963 se produjo la más fuerte escisión del MCI: decenas de partidos comunistas se dividieron, lo que incluyó al colombiano. Un sector se quedó con la línea soviética y el otro marchó hacia la línea china que ponía el énfasis en el marxismo leninismo, pensamiento Mao Tse Tung.
Esta condición internacional se convirtió en un catalizador de las diferencias internas que el PCC buscó resolver por la vía de la expulsión de los críticos y opositores de su política de alianzas y de su concepción táctica de la lucha revolucionaria. El PCC realizó el IX Congreso a mediados de 1961, en el que planteó como táctica principal para el periodo la alianza electoral con el MRL de Alfonso López Michelsen, recién creado en 1960. A pesar de que un sector de la oposición se había movilizado hacia el MOEC, se mantenía en el interior del Partido Comunista un fuerte cuestionamiento a las políticas impulsadas por el Comité Central (CC).
La primera cuestión que apareció en las discusiones fue la relacionada con la caracterización de la revolución colombiana, sus vías y su proximidad. Estos temas, los más candentes del IX Congreso del partido, realizado en junio de 1961, se analizaron durante varios meses. En ese congreso se adoptaron las tesis sobre la revolución agraria y antiimperialista que desechaban la vía única, en busca de no cerrar por cuenta del movimiento las posibilidades de avanzar por la vía democrática sin abandonar la perspectiva de la vía no pacífica, en la lógica de la combinación de todas las formas de lucha10.
A partir del IX Congreso se incrementaron las expulsiones: Francisco Garnica, secretario político de la JUCO en el Valle es expulsado en el v Pleno de 1962. Durante el pleno, Garnica criticó al PCC por centrar su ataque contra lo que se denominaba el “oportunismo de izquierda”, insistiendo en que el principal peligro para la revolución colombiana era el “oportunismo de derecha”. Esta posición dividió a la JUCO y el sector mayoritario abandonó el partido. El 11 de marzo de 1962 el Comité Ejecutivo Central de la JUCO expulsó a Edisson Lopesierra, Fred Kaim, Uriel Barrera, César Uribe, Libardo Mora Toro (futuros fundadores del PCC-ML) y Víctor Medina Morón (uno de los fundadores del ELN).
El 3 de diciembre de 1963, Pedro Vásquez Rendón, miembro del Comité Central, envió una carta al partido en la que cuestionaba su expulsión en el 29 Pleno. Vásquez Rendón formulaba una dura crítica a la dirección del partido centrándose en el cuestionamiento a la creencia del partido en una alianza con la burguesía, o en la existencia de sectores progresistas de la burguesía; para él, la burguesía colombiana era en su totalidad proimperialista, de modo que se oponía a la estrategia de participar en elecciones y planteaba que estaban cerradas las vías para la participación electoral. Asimismo, condenaba la línea de la autodefensa para el movimiento campesino, pues impedía el avance a “formas superiores de lucha”, al tiempo que hacía una defensa de la Revolución cubana, de las tesis del Partido Comunista Chino y de Mao Tse Tung (Vásquez Rendón, 1975). El debate culminó con las expulsiones de numerosos cuadros del partido y la liquidación de regionales completos11.
En general, para ese momento en el país se presentaba una crisis en la definición de la vía política para el desarrollo de la revolución que, a su vez, se producía de igual forma en todo el continente. Eudocio Ravina, en su estudio “Estrategia y táctica comunista para América Latina”, señala que se trataba de llevar de manera simultánea y por diversos grupos comunistas las dos tácticas que han dividido públicamente a Moscú y a Pekín: la que creía que el triunfo de la revolución no podía venir sino por medio de la formación de dirigentes y de la estructuración de fuertes partidos de masas, y la que creía en la posibilidad de la toma del poder por audaces golpes de fuerza que debían iniciarse como reivindicaciones nacionalistas y populares, lo cual luego sería capitalizado por el comunismo.
En el debate interno que duró más de diez años, el PCC perdió perspectiva política y decidió “deshacerse” de valiosos cuadros, lo que afectó su tradicional liderazgo en la izquierda que, en esos momentos, se disputaban el MRL y la Anapo. Comunistas maoístas y “prosoviéticos” se trenzaron en una feroz lucha política e ideológica llena de prejuicios, sectarismos,