Asfixia. Álex Mírez

Asfixia - Álex Mírez


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qué las personas que más amas, mueren? ¿Por qué la vida te hace sentir que no mereces lo que tienes, al quitártelo?

      Bien, entrando a otro tema, tener que estudiar es un asco, ni siquiera puedo concentrarme. Sigo teniendo demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Vaya mierda.

      La vida de Levi me pareció muy intrigante e inusual. Y en cierto modo también me agradó porque era como conocer a alguien nuevo con tan solo leer sus escritos.

      Lo repetí en mi mente: estaba conociendo a alguien más.

      Después de tantos años, con aquel libro entre las manos sentí una compañía, aunque fuera inexistente.

      Ya sin poder parar, continué leyendo mientras que una chispa de emoción me recorría el cuerpo.

      Cuarta anotación de Levi:

      Siento que poco a poco voy cambiando, lo he notado. Antes me gustaba salir, conocer gente, relacionarme y socializar. Ahora cada vez que me hablan deseo que dejen de hacerlo. Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Por qué el cambio tan repentino? Hay algo en mí, hay algo, pero no sé qué es. Al menos me miro en el espejo y soy igual, pero temo que un día el reflejo cambie. ¡Ah! Estoy desvariando ahora. Quizás el loco soy yo y no el abuelo, pero, ¿cómo sé si esto es demencia?

      Quinta anotación de Levi:

      Han pasado unos tres días, creo. Estaba tan empeñado en investigar dentro de la biblioteca del abuelo que olvidé todo lo demás. Bueno, no encontré nada importante, solo libros de historia, biología y genética. El abuelo era todo un friki. A mí me parece que molaba bastante, pero a mamá como que no, hay cierto recelo en su voz cuando le habla. ¿Acaso lo odia? Es su propio padre, y él nunca ha sido malo. De todos modos, mamá tiene esa actitud con todo el mundo, como si despreciara lo que le rodea, incluso a mí. No necesito su cariño, en verdad, solo necesito saber quién soy.

      Fue inevitable pensar en mi madre. Ella había sido muy dulce, todo lo contrario a lo que Levi describía que había sido la suya. La mía, cuyo nombre de pila fue Andrea, se había encargado de ser muy amorosa conmigo, su única hija. Hasta recordaba muy bien lo último que le escuché decirme:

      «¡Drey, ordena esa habitación o no saldrás de casa aunque se acabe el mundo!».

      Y vaya que resultó irónico.

      Viéndolo de otra forma, me pareció muy injusto que su madre no le quisiera. El cadáver en aquella casa debía de pertenecer a esa mujer, y pensar que había podido dirigirle una gélida palabra a un hijo tan consternado como él, me hizo sentir un dejo de rencor hacia ella.

      Ante el recuerdo del cadáver, me pregunté en dónde estaría el cuerpo del tan mencionado abuelo. No había encontrado nada más en aquella casa, pero por supuesto que eso no significaba que estuviese vivo. Lo más lógico y más probable era que cuando todo había ocurrido, tanto Levi como su abuelo hubieran estado en otro lugar. También existía la posibilidad de que el abuelo muriera antes del incidente.

      Entre tantas ideas y posibilidades, solté un bostezo. Doblé la punta de la hoja para marcar la página y cerré los ojos con aquel libro sobre el pecho.

      [no image in epub file]

      Mis mañanas siempre eran una mierda.

      Me levantaba, lavaba mis dientes, desayunaba y rondaba por la casa o me dedicaba a leer. Pero al día siguiente, al despertar, todo pareció distinto, porque apenas abrí los ojos hice cada tarea con entusiasmo para luego subir a la terraza y sentarme a leer.

      La casa en donde vivía tenía una vista hermosa y muy amplia. Desde mi posición alcanzaba a ver el inicio del pueblo y las calles desoladas y pacíficas.

      Me senté en uno de los cómodos sofás que adornaban la terraza y abrí el libro en la página que había marcado.

      Sexta anotación de Levi:

      Existe algo llamado suerte que al parecer no me conoce. Yo creo que, de todas las personas en el mundo, soy el que tiene que lidiar con muchísimas situaciones estresantes. No, no estoy exagerando. Verás, estoy intentando ser normal, muy normal, porque han pasado dos días y no he tenido lagunas mentales ni extrañas sensaciones. La cosa es que intenté invitar a salir a una chica, claro, porque mi autoestima no está tan baja como podría parecer. Lo intenté y fue fatal. Dijo que no salía con raros como yo, que tenía cosas más importantes que hacer y que lo mejor era que no perdiera mi tiempo. ¿Sabes qué? Tenía razón, ahora no quiero perder mi tiempo en esos asuntos. Si ni siquiera puedo controlarme yo, las mujeres serían algo que jamás podría comprender.

      Solté una pequeña risa porque leerle resultaba gracioso y entretenido. Pero además de eso, me sentí identificada con aquella anotación. Yo también me sentía sin suerte, sobre todo porque me había quedado enteramente sola. Lo comprendía a la perfección, y más que comprenderlo, en un claro gesto de empatía sentí su angustia.

      Pero en cuanto a intereses amorosos, ¿qué sabía yo? Nada. Tenía dieciséis años recién cumplidos cuando se dio la catástrofe. Ahora tenía dieciocho y me había perdido momentos que nunca recuperaría.

      Séptima anotación de Levi:

      Es mi cumpleaños. Antes me gustaban, cuando estaba papá, claro, porque él me llevaba a pescar o a acampar, pero ahora que no está, no sucede nada. Es un día común y corriente, muy simple. Mamá hace una tarta, me da unas secas felicitaciones, y el abuelo pregunta que de dónde salí. Al menos de él lo entiendo, se le olvidan las cosas, pero de mi madre es un poco injusto. No tengo la culpa de que su vida no sea como siempre quiso, así que me limito a encerrarme en mi habitación, a existir y a comer. ¿Es tan malo eso?

      * Cuatro días sin lagunas mentales. Eso me alegra. ¡Feliz cumpleaños a mí!

      No pecaba de ignorancia en ese tema. Entendía muy bien lo que se sentía extrañar a alguien, así como él extrañaba a su padre, y ese era un sentimiento desgarrador.

      Pero, ¿cuál situación era peor?

      Levi había estado rodeado de personas y aun así se había sentido muy solo. Ese destino era muchísimo peor que el mío, porque al menos yo tenía la excusa de ser la única sobreviviente. Pero él, que había estado con la humanidad durante esos días, había sentido una intensa soledad entre las voces de la multitud.

      —Feliz cumpleaños, Levi —murmuré al vacío.

      Las otras cinco hojas que seguían eran anotaciones un tanto entretenidas sobre su vida y lo que le sucedía a diario. Evidentemente, parecía tener mala suerte, porque cuando quería hacer algo no le salía bien.

      Entre todas esas palabras no encontré ninguna que me revelara su edad. En mi mente era la silueta de un muchacho sin rostro ni altura definida, como una persona con un signo de interrogación por cabeza, algo bastante extraño, pero me consolaba el poder imaginar su personalidad a la perfección.

      Dio la tarde y seguía sumergida en el libro.

      Duodécima anotación de Levi:

      Había pasado un mes entero sin lagunas mentales, y ayer me sucedió lo peor. Olvidé por completo mi pasado, en donde estaba y cuál era mi nombre, y un dolor de cabeza palpitante casi me tumba al suelo. Esto es lo que no comprendo, ¿por qué sucede de esa forma? Siempre olvido toda mi existencia y durante la noche sueño con esas luces y una habitación blanca. No sé por qué siento que un doctor no podría darme respuestas, pero entonces, ¿a quién puedo acudir? Esto es como un castigo. Tengo malas sensaciones, náuseas y terribles presentimientos. ¿Por qué mi cuerpo reacciona de esa manera? Necesito ayuda, pero no sé en dónde buscarla.

      Decimotercera anotación de Levi:

      Las náuseas siguen y la sensación punzante en el pecho también. El dolor de cabeza viene y va. No puedo explicarme esto y en internet tampoco encuentro nada específico. Dicen que las lagunas mentales pueden ser por lesiones en la cabeza o por un ACV, pero eso no es posible, no podría estar tan enfermo,


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