Asfixia. Álex Mírez
hubiesen tenido la oportunidad de escapar de la muerte, o como si el lugar hubiese estado vacío antes de la catástrofe.
—No hay nada malo aquí, Drey, tranquila —me susurré.
Vi algunas casetas de recepción, algunos pequeños consultorios de esos en donde se extraía la sangre, y cuando crucé en un pasillo también observé las habitaciones en donde analizaban las pruebas.
Giré en otro pasillo. Era más largo que el anterior. Al final había solo una puerta. Sentí cierto temor. El pasaje parecía perfectamente diseñado para dirigir a cualquiera a un destino espantoso.
Avancé con las piernas flaqueando. El corazón comenzó a latirme mucho más rápido y los nervios afloraron de una forma agobiante. Los jadeos que emití debido a mi respiración agitada, fueron audibles a través de la máscara que me cubría el rostro.
Después de detenerme frente a la puerta, coloqué la mano sobre la fría perilla, la giré y...
—¡Oh, mierda! —solté de inmediato, pasmada, dejando caer el libro.
Sobre el suelo de la habitación reposaban cuatro cadáveres y todos estaban en un estado de descomposición impactante, peor que aquellos que se hallaban en las calles. Sus labios se habían secado y separado, formando una expresión de dolor, creando una imagen espeluznante y casi abstracta.
Traté de calmarme.
Había visto demasiados cadáveres, esos no podían hacer la diferencia.
Examiné mejor la sala, y además de los cuerpos —los cuales eran todos femeninos— solo había instrumentos médicos y algunas camillas.
Levi H no estaba allí.
Un escalofrío me recorrió la espalda y el pensamiento hincó en mi mente: estaba sola y lo estaría siempre.Me sentí estúpida. En aquel lugar no había nadie con vida. Me había formado falsas esperanzas deseando creer en algo que no era posible, que nunca sería posible. Entonces, cuando el miedo se disipó, dio paso a otras emociones y me desesperé tanto que sentí un nudo en la garganta y una rabia indescriptible.
Haberme imaginado un mundo diferente en donde otra persona también tuviera lugar y que esa fantasía se desmoronara en segundos, me devastó.
Me agaché para recoger el libro del suelo. Sentí rabia además de dolor, y cuando todos mis sentimientos terminaron de mezclarse, corrí fuera del edificio.
Pensé en todo de un solo golpe: la soledad, los cadáveres, el miedo, la tristeza, la decepción, la desilusión y la rabia. Comencé a sentir que me ahogaba, que no podía respirar, como si alguien hubiese puesto una enorme almohada sobre mi cara para impedir que continuara inhalando oxígeno. Mi corazón se aceleró, las manos me temblaron, sudé y sentí un gran dolor en el pecho, pero aun así corrí sin detenerme y como pude llegué hasta el auto.
Cuando me subí a él, me quité la máscara y la dejé a un lado. Quise estampar la cara contra el volante, quise liberarme de todo eso que me atormentaba, quise compañía, un abrazo o lo que fuese necesario para no sentirme tan vacía.
Miré el libro de nuevo y lo abrí haciendo contacto con las envejecidas hojas. Había tanto en sus páginas, había demasiado de una persona y en ese instante solo quería arrojarlo lejos para deshacerme del recuerdo de los sentimientos que en él se habían escrito. Pero no podía.
Vi la caligrafía y las palabras. Lo vi todo de nuevo.
Anotación de Levi H:
En algún mundo pala paralelo, supongo que existe alguien igual a mí a quien no le molestaría acompañarme. Qué sé yo, quizás hablar de esto con alguien debe ser genal genial, pero a mí demasiadas cosas me parecen geniales, como la pesca, las series policiacas, los comics y esos chicles enormes que siempre están dentro de una gran máquina en los supermercados, los que son de colores, sí, bueno, todo eso me parece genial. La feria también es increíble. ¡Y los carros chocones! Una pasada. Aora ahora no puedo disfrutar nada de eso. Siem siento que mi vida es así, como estar en una pista de carros chocones, pero solo. Intento golpear los demás carritos, pero es completamente aburrido si no hay alguien más que devuelva el golpe. Mi existencia es tormentosa, aburrida, incluso predecible. Quiero liberarme de todo esto, saber si hay un lugar para mí en la tranquilidad. ¿Lo habrá? ¿Habrá un lugar para mí?
Dejé el diario en el asiento de al lado. No podía leer más y seguir pensando que él había sufrido de la misma forma que yo sufría en ese momento. Era un acto masoquista continuar atormentándome con la idea de que era posible encontrar a alguien, de que podía encontrarlo a él, porque eso jamás iba a suceder.
Me sentí agotada, así que intenté calmarme para poder regresar a casa y a mi rutina. Había conseguido alejar los pensamientos suicidas para darle oportunidad a la vida, y si lo había logrado antes, sería capaz de lograrlo de nuevo.
Podía arrojar el diario a la carretera, dejarlo atrás y hacer como si nada pasó.
Podía olvidar a Levi.
O al menos, podía intentarlo.
3
Al despertar supe que me había quedado dormida sobre el asiento del auto.Miré por la ventana. Había caído la noche y aún estaba muy lejos de casa y de todo lo que conocía. Debía regresar.
Seguía decepcionada y un tanto triste, era inevitable, pero poco a poco entré en un estado neutral que funcionaba para no permitir que, en lo que quedaba de día, otra situación pudiera afectarme. O al menos eso quise creer.El estómago me rugió del hambre, pero no llevaba nada de comer conmigo.
Más razones para volver a casa.
Contemplé el libro de Levi en el asiento de al lado y por un instante me arrepentí de haberlo encontrado. Había estado muy bien antes de él, porque había logrado aceptar que me encontraba sola e intentaba hallar razones para que ese hecho no me afectara más, pero al leer sus palabras había pisado el borde de un abismo, todo se había desequilibrado y de nuevo sentía la depresión tratando de hacerme caer a un precipicio. Volví a sentirlo reciente, a sufrir porque todos se habían ido, como si tuviera dieciséis años y aún no pudiera asimilar la muerte de la humanidad.
Entre tantas cosas, de repente recordé el objeto.
¡Por supuesto!
Rebusqué en la mochila y lo saqué. Era aquel relicario que había tomado del cadáver en la casa de Levi H y que había ignorado por completo hasta ese momento. Lo abrí con cuidado y vi las fotos que había en él.
El niño.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro porque en ese instante lo entendí. Sí conocía a Levi H, y estaba mirándole en ese preciso momento. En la foto se mostraba como un pequeño muy sonriente de lacios y despeinados cabellos oscuros con grandes ojos color aceituna.
No sabía a qué edad Levi había escrito su diario y tampoco podía adivinarlo, pero me llenó de alegría ver una parte de él, aunque fuese tan pequeña. Examiné con mayor detenimiento el relicario y vi que en la parte posterior había un grabado:
FELIZ DÍA DE LA MADRE, TE AMO. CON CARIÑO,
LEVI.
Guardé el objeto dentro de la mochila y tomé el libro del asiento. Podía echarle otro vistazo, ¿por qué no? Sus escritos eran entretenidos, el problema era yo que no terminaba de entender que lo que había en ese cuaderno era parte del pasado.
Anotación de Levi:
Hay algo totalmente hipnotizador en la forma que una mariposa vuela. Ese movimiento ascendente y descendente es increíble. Me gustan mucho los animales, los insectos y todo lo que sea contrario a la vida humana. A veces quisiera también poder volar, así podría huir de esta tortuosa vida y qué se yo, ir hacia algún lugar mejor. Hay veces en las que imagino