La dignidad. Donna Hicks
interiores de una manera que no le hacía sentir ni avergonzado ni vulnerable. Legitimó su sufrimiento. Mientras contaba al grupo de las ocasiones en las que había sentido que su dignidad había sido violada, no se contuvo. Hablar le hizo sentirse liberado. Con el lenguaje de la dignidad, hombres y mujeres se sienten capaces, por primera vez, de hablar de esas dolorosas heridas internas que nunca han sanado, heridas que les impiden vivir la vida en toda su extensión.
Cuando presento el modelo de la dignidad, uno de los mayores desafíos que enfrento surge cuando digo que todos tenemos la capacidad de ser violadores de la dignidad. Las personas no tienen ningún problema con ver cómo ellas han sido violadas, pero si sugiero que ellos probablemente son, a su vez, violadores inconscientes, les resulta una verdad difícil de aceptar.
La única manera de persuadirles que acepten esto es tratar de quitarles la intolerable vergüenza que provoca el haber cometido violaciones de la dignidad. Les explico que todos tenemos un impulso mentalmente programado de no querer ser vistos como malhechores, y un deseo igualmente fuerte de querer salvar las apariencias cuando hemos hecho algo malo. Aunque la experiencia de la vergüenza intolerable puede conducir a un comportamiento violento, un nivel tolerable de vergüenza —un nivel que promueve la auto-reflexión y el deseo de cambiar el propio comportamiento— puede conducir a una reconexión con aquellos a quienes uno ha dañado, así como al crecimiento personal. No es revisar las maneras en las que violamos la dignidad de otros, pero ese tolerable sentido de malestar el que nos ayuda a cambiar.23 Muchas culturas van a extremos excesivos con el tema de la vergüenza. Puede que sea útil enfatizarla en el corto plazo, pero los efectos dañinos pueden durar mucho tiempo, y pueden devastar nuestra dignidad y destruir el proceso de aprendizaje necesario para una cabal comprensión de las violaciones de la dignidad.
Otro desafío que dificulta el aprendizaje del modelo de la dignidad es que se requiere más que solo conocer nuevos hechos y adquirir nuevas habilidades para mejorar las interacciones con otros. Aunque algunos hechos y algunas habilidades útiles provienen del modelo, lo esencial del aprendizaje consiste en una transición evolutiva de nuestra comprensión —de cómo hacemos sentido y cómo llegamos a conocernos a nosotros mismos y al mundo a nuestro alrededor. Nuestra interpretación de lo que ocurre en el mundo depende de nuestra experiencia en él.24 El modelo exige que expandamos este punto de vista egocéntrico, que nos extendamos y expandamos para tomar en cuenta las perspectivas de otros.
La integración a nuestra visión del mundo de las experiencias de otros puede parecer simple, pero lo que debemos agregar a la tarea no es solo una comprensión cognitiva de los puntos de vista de otros, sino también “la sensación de lo que les está ocurriendo”.25 La restauración de nuestra capacidad para la empatía primaria —la conexión emocional mentalmente programada que fomenta la apertura con otros y es fundamental para absorber la totalidad de la experiencia de otros— está en la médula del ajuste social saludable. Las transiciones evolutivas de la consciencia no ocurren sin ella. La identificación emocional con otros es la condición sine qua non de este proceso.
No obstante estos obstáculos reales, he encontrado que la mayoría de personas está dispuesta y lista para hacer lo que tenga que hacer para experimentar la mejor calidad de vida que resulta de una comprensión de la dignidad. Están cansadas de no sentirse bien consigo mismas, cansadas de ser parte de relaciones que no funcionan, y cansadas de vivir sus vidas sin la experiencia profunda de un sentido y un propósito. Quieren ser lo que son capaces de ser.
LOS DIEZ ELEMENTOS ESENCIALES DE LA DIGNIDAD
Aceptación de la identidad. Aborde a las personas pensando que no son ni inferiores ni superiores a usted. Conceda a los demás la libertad para expresar su verdadero ser sin temor a ser juzgados negativamente. Interactúe sin prejuicios ni sesgos, aceptando las maneras en las que la raza, la religión, la etnicidad, el género, la orientación sexual, la edad o la discapacidad pueden estar en el centro de las identidades de otras personas. Asuma que las demás personas actúan con integridad.
Inclusión. Haga que los demás sientan que pertenecen, cualquiera sea la relación, sean miembros de su familia, su comunidad, su organización, o su nación.
Seguridad. Haga que los demás se sientan cómodos en dos niveles: físicamente, de manera que se sientan libres de posible daño físico, y sicológicamente, para que se sientan seguros ante posibles humillaciones. Ayúdeles a que se sientan libres para hablar sin temor a retribución.
Reconocimiento de legitimidad. Preste a las personas su total atención, escuchando, oyendo, validando y respondiendo a sus inquietudes, sentimientos y experiencias.
Reconocimiento. Valide a los demás por sus talentos, duros esfuerzos, consideración y ayuda. Sea generoso con sus alabanzas, y exprese aprecio y gratitud a los demás por sus contribuciones e ideas.
Justicia. Trate a los demás con justicia, igualdad e imparcialidad, de acuerdo con leyes y reglas previamente acordadas. Las personas sienten que usted ha honrado su dignidad cuando las trata sin discriminaciones ni injusticias.
Beneficio de la duda Trate a las personas como si fueran dignas de confianza. Comience bajo la premisa de que otros están animados por buenas intenciones, y están actuando con integridad.
Comprensión Piense que es importante lo que otros creen. Permítales explicar y expresar sus puntos de vista. Escúchalos activamente a efectos de estar seguro de comprenderlos.
Independencia Impulse a las personas a que actúen en su propio nombre, se sientan en control de sus vidas, sientan esperanza, y perciban oportunidades.
Responsabilidad Asuma la responsabilidad de sus actos. Si usted ha violado la dignidad de otra persona, pida perdón. Comprométase a cambiar sus comportamientos dañinos.
La dignidad consiste en estos diez elementos esenciales. Necesitamos llegar a plena consciencia de estos elementos esenciales para comprender cómo honrar la dignidad de otros. En vista de que nuestra inconsciencia nos puede llevar a violar la dignidad de otros, debemos aprender cómo puede ocurrir eso. También debemos desarrollar nuestra sensibilidad a las maneras en que otros nos sienten. Con una desarrollada sensibilidad a los puntos de vista de otros, podemos minimizar el número de veces que violamos su dignidad e incrementar muestras posibilidades de comunicar el hecho de que valoramos a toda persona a la que conocemos.
¿Cómo derivé los elementos esenciales de la dignidad? Mientras facilitaba diálogos entre partes en guerra, dediqué mucho tiempo a observar las dinámicas de los grupos. Corrientes emocionales subterráneas afectaban las conversaciones políticas. Ambas partes mostraban reacciones no verbales. Pude comprender el contenido emocional de la conversación no verbal al invocar el concepto de la dignidad y asignar nombres a las emociones en torbellino. “¿Cómo te atreves a tratarme tan mal? ¿Crees que no me doy cuenta de las maneras degradantes en que me estás tratando? ¿No puedes ver que soy un ser humano?”
Una