De PhD y otros demonios. Sandra Bermeo
Gammagrafía. Se observa la imagen de la lesión como una zona vacía alrededor del tejido hepático normal.
Cortesía: Dra. María Cristina Echeverri. Medicina Nuclear, Hospital San Vicente de Paúl. Medellín, Colombia.
Figura 2-26. Absceso hepático. TAC. Gran absceso en el lóbulo derecho.
Cortesía: Departamento de Radiología, Hospital San Vicente de Paúl, Medellín, Colombia.
Inmunológicos. El hallazgo de anticuerpos circulantes es constante en abscesos hepáticos amebianos, aparecen en suero entre los siete a 10 días de iniciado el absceso, aumentan rápidamente y permanecen por varios años. La prueba ELISA es la más utilizada, tiene una especificidad cercana al 100% y una sensibilidad de 90%. La contrainmunoelectroforesis (figura 2-27) y la difusión en agar son menos sensibles: 66% 84 y permanecen positivas por solo un año. Existe también la hemaglutinación indirecta 85 y las pruebas de aglutinación con látex, que identifican la enzima histolisina. La inmunofluorescencia se utiliza para detectar anticuerpos séricos o identificar parásitos en tejidos. Recientemente, se elaboraron antígenos purificados, nativos y recombinantes como los de la subunidad 170-kD de la lectina de adherencia inhibida por galactosa. Con estos antígenos, las pruebas tienen sensibilidad y especificidad de más de 95%.
Original.
Parasitológicos. Consisten en la búsqueda de los trofozoítos de E. histolytica en el material del absceso, el cual es de un color chocolate característico y carece de olor. Este material se obtiene muy ocasionalmente cuando hay una fístula del absceso o cuando se obtiene por métodos quirúrgicos, inclusive la punción. El procedimiento más sencillo es hacer preparaciones en fresco del líquido recientemente obtenido para buscar los parásitos móviles. Son necesarios exámenes repetidos del material logrado por la punción y, si hay posibilidades de hacer cultivos para amebas, usar esas muestras para dicho fin. La presencia de trofozoítos no es constante, puesto que se destruyen en el material necrótico; aparecen más fácilmente cuando hay porciones procedentes de la periferia del absceso, donde los parásitos se multiplican activamente. Cuando se buscan insistentemente con coloraciones pueden identificarse los trofozoítos con mayor probabilidad.86 Nunca se encuentran quistes del parásito en los abscesos hepáticos. Las indicaciones para la punción son:
Cuando no se observa mejoría clínica después de 72 horas de administrar un tratamiento antiamebiano adecuado.
Cuando hay sospecha de causa mixta.
Cuando el absceso es de gran tamaño en el lóbulo izquierdo.
Cuando la serología para amebiasis es negativa y se desea identificar la bacteria.
Para obtener pus para hacer la PCR.
Prueba de la PCR. Este método es útil para detectar E. histolytica, con alta sensibilidad y especificidad, en material obtenido del absceso hepático. La técnica de la PCR en tiempo real tiene mayor sensibilidad que la PCR convencional.12 Se puede hacer diagnóstico rápido mediante la PCR en el pus asociada al absceso y, asimismo, permite identificar infección bacteriana.87,88
Exámenes complementarios.
Hematológicos. El hemograma revela leucocitosis y neutrofilia medianas y sedimentación elevada. Este último hallazgo es muy constante. La presencia de anemia es frecuente.
Pruebas de funcionamiento hepático. No hay variaciones características, generalmente están en límites normales, aunque en casos avanzados se pueden aumentar la fosfatasa alcalina y las transaminasas. La bilirrubina habitualmente es normal y, a veces, hay reducción de la albúmina sérica.
Examen coprológico. La presencia o ausencia del parásito en el examen coprológico no contribuye al diagnóstico del absceso. En algunos casos E. histolytica, está presente en las materias fecales y coexistir con el absceso.
Epidemiología y prevención
La infección hepática se hace a partir de la amebiasis intestinal invasora por transporte de los trofozoítos por vía sanguínea. La frecuencia es tres a cuatro veces más en hombres que en mujeres.
No están esclarecidas las razones por las cuales se presenta el absceso en algunos pacientes. Es más común en países donde la amebiasis intestinal es importante causa de morbilidad y mortalidad. Existe paralelismo en la presencia de ambas enfermedades, pero con prevalencias muy diferentes. Entre los factores para que se produzca un absceso amebiano están: la deficiencia inmunitaria, la desnutrición, el alcoholismo, la diabetes; los corticosteroides, los otros inmunodepresores, los factores hormonales y, quizá, la mayor concentración de ferritina en este órgano dada la elevada utilización de hierro por E. histolytica.89 La frecuencia del absceso en hombres adultos es aproximadamente tres veces más que en mujeres adultas.27 Otros autores han encontrado una frecuencia entre siete y diez veces más en hombres que en mujeres.90 Las razones de esta diferencia por sexo se atribuyen a los efectos hormonales y al mayor consumo de alcohol en los hombres.91 Se presenta más comúnmente en la edad media de la vida, aunque puede verse en todas las edades, incluso en menores de un año. En los niños, la mortalidad es más alta que en los adultos, y la distribución por sexo no muestra diferencias importantes. En estudios de autopsias en zonas endémicas se ha encontrado la presencia de abscesos hepáticos amebianos entre el 0,2% y el 5%.27 La repetición del absceso hepático de origen amebiano es muy escasa. Es muy difícil establecer normas preventivas para el absceso hepático amebiano y únicamente podrán recomendarse las ya mencionadas para prevenir la amebiasis intestinal, la cual siempre es previa a la invasión hepática.
Tratamiento
Los medicamentos de elección son los 5-nitroimi-dazoles, los que actúan directamente sobre los trofozoítos de la pared del absceso y la duración del tratamiento es, generalmente, entre cinco y diez días. Rara vez se requiere intervención quirúrgica para drenar el absceso.
El tratamiento del absceso hepático amebiano se hace preferentemente por quimioterapia. Las punciones evacuantes y el drenaje quirúrgico tienen indicaciones muy específicas. La terapia antiamebiana no lleva pautas estrictas; debe cambiarse o alargarse, de acuerdo a las necesidades y a la gravedad del caso. Cuando la quimioterapia no resulta eficiente y el paciente empeora, se considera la ayuda del cirujano, el cual puede efectuar un procedimiento quirúrgico, pero siempre continuar con el tratamiento médico antiamebiano. Cuando falla la terapia antiamebiana se debe sospechar un absceso piógeno y cultivar el material necrótico, o instituir tratamiento con antibióticos.
Quimioterapia.
5-nitroimidazoles. Estos derivados son los medicamentos de elección y son muy efectivos; como medicamento único cura el 90% de los casos; el porcentaje restante requiere punción o cirugía.
Metronidazol. Es el más antiguo y se utiliza en dosis de